Toda una vida mirándola de lejos, guiñándole un ojo a ver si caía, sonriéndole como a ninguna otra, buscándola con la mirada y engañándola hasta el final (por si acaso). Toda una vida y, sin embargo, ella no le ha hecho ni caso y siempre se ha ido con otros. En el 74, con aquellos alemanes de nombre impronunciable que escoltaron la épica; y en 2014 y 2016, con el eterno rival, en sendos finales tortuosos de esos que no se le desean a nadie. Una vez más ella dijo no. Se negó a abrazar el esfuerzo y el tesón de un equipo, el Atlético. La Copa de Europa, santa señora, volvió a caer en brazos del de siempre, del Real Madrid, ese club que de tanto usarla la ha convertido en su pareja de oficio.



La fecha, imborrable en la memoria, engrandece la leyenda del ‘Pupas’. El mundo del fútbol y las crónicas podrán recuperar la eterna desgracia de un club que mantiene el gafe de otro tiempo y que exhibe un futuro indeterminado. El Atlético, en Milán, cayó en los brazos del infortunio contra el eterno rival, contra ese vecino rico que aparece incluso en sus peores días para elevarse victorioso. Su derrota no borrará el esfuerzo y el tesón de una plantilla que se sobrepuso a todo, pero que volvió a palidecer en una noche de perros, con dos palos y ese penalti de Juanfran que esquivó la gloria en San Siro.



Los colchoneros no han logrado acabar con la maldita leyenda del ‘Pupas’. El Atlético seguirá siendo un astro que siempre apuntó maneras y constantemente acabó quedándose por el camino, como el sábado, en Milán. Porque el Atlético fue aquel equipo de los dos años en Segunda, y también un ascenso frustrado, un gol póstumo en Heysel, un suspiro en Lisboa y un palo en San Siro. Eso, todo junto, le asignó un gafe de aspirante maldito y de eterno candidato a hacer algo grande. Es decir, de un club presuntamente a la deriva que corrigió sus pasos con el Cholo y que ahora muestra un mejor aspecto, pero sigue con ese mal fario.

El Atlético no es el de hace años, aquel al que rescató el Cholo Simeone, pero sigue teniendo una cuenta pendiente con Europa. En Milán, incluso, pudiendo darle la vuelta al partido, contestando al penalti de Ramos con un gol de Carrasco. Pero dejándose ir en los penaltis, fallando el quinto, con Juanfran como rostro visible. El tipo al que la memoria utilizará como salvoconducto de cara a engrandecer la victoria del Madrid.

En cualquiera de los casos, el esfuerzo quedará en el recuerdo de los Atléticos. En la memoria de Torres, que volvió a llorar como un ‘Niño’ a pesar de estar crecidito; en los rostros de Koke y Saúl, alicaídos con la mirada perdida; y en el recuerdo de Gabi, retoño de aquellos años del ‘Pupas’ y capitán de una época que no ha terminado de sepultar la leyenda maldita. En definitiva, el final sigue sin darle tregua al Atlético de Madrid, que arrastra el infortunio. ¿Hasta cuándo? Eso sólo el futuro lo podrá resolver. O quizás Simeone. Aunque todo dependerá de lo que piense en los próximos días... 

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