Ser Chris Froome debe haber sido una de las sensaciones más gratificantes en el mundo del deporte. Incluso aquellos que solo han cogido una bicicleta para ir a la piscina o ir a por el pan alguna vez han subido una cuesta y han sentido esa felicidad de llegar arriba, rotos de dolor, pero contentos de haber conseguido el objetivo. Hacerlo una y otra vez, por delante de todos y sin que nadie pueda batirles era el día a día de Froome durante muchos años. Eso y levantar cuatro Tour de Francia, dos Vueltas a España y un Giro de Italia, entre otras muchas victorias.

Sin embargo, esos triunfos quedan hoy tan lejanos que si un extraterrestre bajara a la tierra y viera en lo que se ha convertido ahora el británico no creería que tiene semejante palmarés a sus espaldas y en sus piernas. Por eso, pase lo que pase de aquí en adelante, tiene todo el reconocimiento que la historia del ciclismo puede darle. Pero la realidad es que ser Chris Froome hoy en día es una auténtica pesadilla que ya está teniendo consecuencias muy graves.

Fuera de los JJOO

Desde que Froome tuvo su gravísima caída hace ya casi dos años, se sabía que la recuperación iba a ser complicada. Aquel misterioso accidente en el Dauphiné del año 2019 en el que la velocidad y el viento le jugaron una mala pasada ha terminado siendo el fin de una de las historias más brillantes que se recuerdan, nada más y nada menos que la del eterno aspirante a entrar en el club de los cinco de los Campos Elíseos. Con Froome pidieron tiempo, pero temporada y media después, el tiempo necesario parece una vida entera.

froome

Froome no solo no se encuentra, sino que está en un nivel que no le permite ni ser una medianía en el World Tour, la máxima categoría del ciclismo. Ha pasado de la cúspide a ser expulsado de la pirámide de la bicicleta de una forma como pocas veces se recuerda. No es que haya perdido brillo o no dé la talla para estar con los mejores, es que no puede aguantar en una etapa sin movimiento con el pelotón general en el que circulan corredores de los que muchas veces ‘no se conocen ni sus nombres’. Es una verdadera pena porque muchas veces a uno se le abren las carnes viendo lo sucedido.

Ahora, Chris Froome ha recibido un palo terrible, inevitable, pero no por ello menos duro. Uno de sus objetivos, para esta temporada o para cuando se dé por completada su recuperación, era luchar por el quinto Tour. Sin embargo, tenía también marcados a fuego los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, los últimos de su carrera seguramente. La pandemia le dio la oportunidad de tener más tiempo para prepararlos a conciencia tras su accidente, pero ahora sabe que lo más probable es que ni siquiera llegue a tener la oportunidad de estar en ellos. Así lo ha transmitido el seleccionador nacional británico de ciclismo, Matt Brammeier, quien con todo el dolor de su corazón ha asegurado que el equipo tiene plazas limitadas para los Juegos, solo cuatro, y que dado el nivel que hay ahora mismo en el Reino Unido, Froome tiene casi imposible entrar en la lista.

Aunque pueda ser algo lógico, entendible y hasta cierto punto esperable, para Froome se trata de un mazazo terrible porque siente que su país y su selección no le han esperado lo suficiente después de todas las alegrías que les ha dado. El británico no solo ha llevado su bandera de éxito en éxito por todo el mundo, sino que también les ha brindado una medalla en un mundial de contrarreloj, una de sus muchas especialidades. Por ello, y en el momento más difícil de su carrera, cuando su nuevo equipo sí le ha apoyado, siente que su país de alguna forma le traiciona como ya lo hizo su anterior escuadra, INEOS Grenadiers, cuando decidieron darle puerta tras su bajo nivel.

Chris Froome, durante el UAE Tour Team INEOS Grenadiers

De momento, Froome tiene casi imposible llegar a los Juegos porque las plazas en el equipo británico están muy demandadas y no parece que el británico nacido en Kenia vaya a recuperar su golpe de pedal de aquí al mes de agosto. Solo le da una mínima posibilidad el hecho de que los ciclistas que sean seleccionados para la prueba en ruta serán los únicos que puedan disputar también la prueba contra el reloj. Froome, que en condiciones normales podría asaltar ambos retos, era el candidato perfecto para ocupar plaza en las dos disciplinas y a ese clavo ardiendo se sigue aferrando. 

Problema de fechas

Matt Brammeier y el propio Chris Froome tienen un evidente problema de fechas contra el que no pueden luchar. No solo el bajo nivel del líder del Israel Start-Up Nation, sino también el poco tiempo del que disponen. A pesar de que los Juegos Olímpicos de Tokio son en agosto y de que se podría confiar en que el nivel de Froome mejorase mucho para entonces, aunque fuera para hacer de gregario y disputar la crono, la lista de seleccionados debe presentarse antes, mucho antes.

Concretamente, la decisión debe estar tomada antes del 18 de mayo, día en el que se hace la entrega oficial de los elegidos para esas cuatro plazas de las cuales también saldrán los ciclistas que vayan a disputar la prueba contrarreloj. De esta forma, Matt Brammeier tendría que jugarse una plaza, elegir a Froome con su actual nivel y rezar para que el ganador de siete grandes vueltas pudiera dar un giro tan drástico como inesperado.

Sin decirlo abiertamente, Matt ha confirmado que las opciones de Froome son nulas y que sus ideas van mucho más encaminadas hacia nombres como los de los hermanos Yates, Simon y Adam, Geraint Thomasy una plaza que queda algo más libre y que estará pendiente, sobre todo, de Tom Pidcock, que deberá decidir si acude a la prueba en ruta o a la de mountain bike. La polivalencia de la joven joya británica del Team Ineos podría abrirle esa pequeña rendija a Froome. Sin embargo, nombres como los de Tao Geogeghan Hart, Hugh Carthy o Alex Dowsett suenan con bastante más fuerza del ruido que pueda hacer el palmarés de Chris. Habría que ver también si él aceptaría esa plaza como homenaje o como agradecimiento a su legado en lugar de como respuesta a su rendimiento.

Geraint Thomas brinda con Chris Froome durante la última etapa del Tour de Francia. Reuters

La deriva de Froome

El británico está llegando a un punto de no retorno en el que debe tomar una decisión sobre qué hacer con su futuro y con su carrera, sobre todo a nivel profesional. Decidir, más allá de los contratos, qué va a hacer en la carretera, porque la realidad es que el tiempo y el crédito se le están agotando. Es duro decirlo, pero es una obviedad. El tiempo y el deporte de élite no esperan a nadie, tampoco al mejor ciclista que ha habido en el pelotón desde la marcha de Alberto Contador.

El objetivo, ya lo era antes de la caída y para eso se preparaba, era ganar el quinto Tour de Francia, el que le iba a dar el pase VIP para el Olimpo de la bicicleta. Sin embargo, esa victoria no llegó y Froome la sigue esperando. Con ese reto pretendía despedirse de INEOS y con esa meta llegó a Israel. Habrá que ver si en su nuevo equipo le dan esa oportunidad y le conceden ese deseo de ir a París a ver qué pasa, aunque todos sabemos que dentro de un par de meses no estaremos viendo las hazañas de Chris en las montañas galas. Ojalá que sí, pero es un sueño imposible.

Por ello, Froome debe tomar una decisión para lo que le resta de su carrera deportiva. Seguir persiguiendo el sueño del Tour para 2022 puede ser una opción, aunque probablemente no la más acertada. Otra puede ser cambiar su rol y entregarse a ser un gregario de lujo con cierta libertad en algunas carreras. Si recupera su motor, aunque sea en días contados, puede dar todavía espectáculo. Y, por último, ser un alma libre que viva en las fugas, que imponga respeto con su nombre y que se especialice en rematar etapas. A llenar su zurrón con triunfos para engordar un palmarés cargado de generales.

Chris Froome, con el maillot del Israel Start-Up Nation Israel Start-Up Nation

No lo tiene nada fácil Chris Froome que además está viviendo una temporada muy difícil. Acumula ya más de 70 días de competición desde su caída y no ha vuelto a sentirse ciclista de élite en ninguno de ellos y quien sabe si volverá a hacerlo con un cuerpo dañado y que arrastra un lastre de casi dos kilos más de peso por la edad y por el duro proceso de rehabilitación. Por ello, no sería de extrañar que tras otro año lejos de los mejores decida dar un paso al lado cuando termine el curso y colgar la bicicleta.

De momento esa idea no está en su cabeza ya que quiere estar presente en el pelotón en 2022 y tiene la firme idea de retirarse en Israel dando guerra y disfrutando de la bicicleta. La versión oficial es que sigue teniendo hambre para seguir peleando. Sin embargo, otra temporada así, sufriendo con lo que él ha sido, pueden destrozar la moral de cualquiera. Además, su importante contrato en Israel, rubricado con una lluvia de millones importante para un ciclista de su rendimiento actual, también juega una presión a tener en cuenta. Haga lo que haga y decida lo que decida, estará bien hecho porque Froome ya se ganó el derecho en su día a hacer lo que le dé la gana.

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