Este domingo, salvo sorpresa mayúscula, Chris Froome alzará los brazos en Roma, agrandará su leyenda y se convertirá en el primer ciclista en ganar Tour de Francia, Vuelta a España y Giro de Italia de forma consecutiva –aunque no lo haya hecho en la misma temporada–. Estará, de pronto, en una posición privilegiada. Mirará a la historia y podrá decir que es único. No, no hay nadie más que lo haya hecho. En el firmamento, él junto a los astros de este deporte. Una estrella más; el reconocimiento del público y la satisfacción de su equipo. Pero, también, la sombra del dopaje, una negrura amenazante sobre el brillo, la purpurina y la pompa. El positivo por salbutamol por resolverse y una pregunta en el ideario colectivo: ¿todo lo que ha hecho es real o es mentira? He ahí la cuestión.

La proeza ya la ha conseguido; está en posesión de ella. Quizás, cuando nadie lo esperaba, cuando se le daba por muerto sin ‘dopaje’, resurgió. El pasado viernes, a 81 kilómetros de la meta, en la ascensión a Bardonecchia, un ataque dilapidó las opciones de Yates –líder hasta ese momento– y lo alzó con la maglia rosa. Y, tras la exhibición, su dictadura. Este sábado, de nuevo, inexpugnable. El británico aguantó los ataques de Dumoulin –estaba a 40 segundos antes de que comenzase la penúltima etapa– y entró en la meta como virtual ganador del Giro de Italia, con el trabajo hecho.



Eso es lo meramente informativo. A partir de aquí, las dudas. El mundo del ciclismo sabe que puede estar ante uno de sus grandes iconos o, por el contrario, ante otro ídolo caído. Después de ganar cuatro veces el Tour, las tres últimas consecutivas (2013, 2015, 2016 y 2017), su positivo en la Vuelta del 7 de septiembre de 2017 cierne sombras sobre sus actuaciones. Aquel día, en la etapa entre Suances y el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, Froome sobrepasó el límite permitido de Ventolín –por su asma– y dio positivo por salbutamol. Eso se hizo público en diciembre. Y, según se anunció, tanto la muestra A como la B dieron idéntico resultado.

Chris Froome pasa la meta. EFE



Pero bien, ¿por qué lo han dejado participar en el Giro si podía ser sancionado? En gran medida, por razones económicas. La ronda se enfrentaba a una posible indemnización millonaria –que tendría que pagar a los patrocinadores– en el futuro si no lo dejaba correr. Por eso, le permitió competir. Lo que no imaginaban es que Froome pudiera ganar la Corsa Rosa. Eso no lo tenían previsto. Ahora, con el título en su palmarés, la UCI podría quitárselo en el caso de que dé positivo.



Es decir, si Froome da positivo, su triplete histórico se podría convertir en una gran mentira. Obviamente, la UCI (Unión Ciclista Internacional) le quitaría la Vuelta y, posiblemente, el Giro –porque tendría que estar cumpliendo sanción–. El mundo del ciclismo se vería de nuevo tambaleado por el fantasma del dopaje. Pero, en cualquiera de los casos, es necesario que la sentencia se conozca antes de que se celebre el Tour de Francia. De lo contrario, la bola podría hacerse aún más grande. O el británico podría enfrentarse al veto de la ronda gala.



Sea como fuere, Froome tiene en su palmarés las tres grandes ganadas consecutivamente y nadie más lo ha hecho. Ha conseguido algo histórico. Está por probar, sólo, que sea verdad. Eso es lo más importante. La resolución, a ser posible, antes del Tour. “Creo que sería una gran lástima para la carrera que el defensor del título y cuatro veces ganador no pueda estar en la salida”, reconocía el británico. Y así es (será). Pero, sobre todo, lo peor sería que finalmente se confirmará el positivo, que el histórico triplete se convierta en una gran mentira.

Froome celebra la maglia rosa. EFE

Noticias relacionadas