Madrid

Y al día 259, Sergio Llull no descansó, no: reapareció. El momento más esperado de la temporada tenía que estar envuelto de la mejor manera posible. Hubo mimo, desde luego: dedos de gomaespuma con el lema #VuelveLlull, una presentación especial con vídeo incluido en los prolegómenos, camisetas con el '23' a la espalda por doquier (¡hasta Willy Hernangómez llevaba una a pie de pista!)… El homenaje parecía trasladarse a los propios compañeros de 'El Increíble', como demostró Rudy Fernández con un triple sobre la bocina del primer cuarto marca de la casa (Llull). Volvió, claro que lo hizo. Aunque poco a poco, como es recomendable tras su baja de larga duración, y discreto… hasta que entró en un extásis mágico en pleno último cuarto: ocho puntos que bien valieron un primer capítulo épico para el regreso del menorquín y el 1-2 del Madrid en la serie contra el Panathinaikos [Narración y estadísticas: 81-74].

No fue el partido más bonito de la historia. Ni mucho menos una oda al baloncesto ofensivo. Su primera mitad, de hecho, presentó bastantes más fallos que aciertos. El Madrid sabía lo que tenía que hacer para sumar un nuevo triunfo en la eliminatoria: defender. Poner las cosas difíciles a los griegos por dentro era capital para que el factor Palacio hiciese de las suyas. Y, aun así, los hombres de Xavi Pascual estaban preparados de sobra para la batalla. Al PAO se le da muy bien lucir músculo. Vaya si lo sacó a pasear Gist, por encima de cualquiera de sus compañeros.

Aun así, y dentro del tedio, los locales estuvieron un poco más atinados. O empezaron a estarlo, sobre todo, justo antes del descanso. Una técnica al banquillo visitante empezó a desatar una racha de los blancos que, en pleno tercer cuarto, amagó con suponer una rotura de partido. Con un James más humano que en otros momentos de la serie (ya reaparecería a última hora), tocaba aguantar el arreón a base de triples. Mientras, el Madrid utilizaba la baza del físico para intentar desnivelar el encuentro: Ayón, Randolph en algunos momentos…

Los puntos de secundarios de lujo como Thompkins y Causeur también aportaron oxígeno para los de Laso a la vuelta del descanso. Y Doncic, a la chita callando en ataque pero con su habitual facilidad estadística, dejó claro que la NBA aún queda muy lejos en sus pensamientos. En esta ocasión, el líder veterano fue Rudy. La verdad es que al Madrid le hacía falta sangre fría como la suya, la de Carroll o la de Taylor (diferencial en los pequeños detalles, en el trabajo sucio tan crucial en este tipo de duelos). Porque el aguante del Panathinaikos resulta innegociable.

Claro que los helenos volvieron a apretar el marcador tras llegar a caer hasta por 13 puntos. Calathes no estaba dispuesto a dejar de ser el motor de los suyos. Y Singleton, con una fortaleza reboteadora excelsa, aseguraba el aguante físico junto al mejor Gist de lo que va de playoffs. Cuando otros podían haber desfallecido, en el PAO no lo hicieron. Sus jugadores pusieron todo en un puño de nuevo y obligaron al Madrid a vaciarse. Como, por otro lado, era de esperar.

A menos de seis minutos para el bocinazo, los blancos sólo ganaban de uno. Fue entonces, al llegar el momento de los héroes, cuando aconteció la primera canasta de Llull. Seguida, poco después, por un triple que levantó a una grada ya de por sí en extásis tras sus dos puntos anteriores. Y por otro 'bingo' más, cayéndose. Por si quedaba alguna duda, el MVP vigente de la Euroliga estaba de vuelta.

Tanto como para amarrar el triunfo. A pesar de que el electrónico llegó a señalar empate después (los buenos, como James, siempre vuelven) y de que Felipe Reyes y Carroll (con un tres más uno de ensueño incluido) lanzaron un guiño final a su gran desempeño del jueves pasado en Atenas. Este triunfo deja al Madrid a un paso de la Final Four de Belgrado. El viernes, cuarto partido otra vez en la capital y, quizá, resolución.

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