Hacía muchos años que el Real Madrid no disfrutaba de una fase regular tan cómoda en la ACB. Los blancos han logrado convertir en un mero trámite la mayor parte de sus compromisos domésticos. Tal es la contundencia con la que dominan la liga hasta la fecha. El modo avión no decae ni siquiera en semanas tan complicadas como la actual, con dos partidos durísimos ante el Panathinaikos para asegurar la Final Four de la Euroliga. Por eso, mandar con puño de hierro en la clasificación de la Liga Endesa tiene más valor del que parece. Al igual que ganar sin despeinarse a un Estudiantes que dio menos guerra de la habitual en el derbi [Narración y estadísticas: 75-92].

La igualdad apenas hizo acto de presencia en el encuentro de este domingo. Un poco en el primer cuarto, otro rato en el segundo y para de contar: unos 17 minutos en total. Landesberg, el máximo anotador liguero, estuvo demasiado solo ante el peligro. Sólo Cvetkovic, Brizuela, Suton, Brown y Hakanson dejaron alguna pincelada interesante más allá de la estrella estudiantil. En cuanto el Madrid quiso, no hubo color. Thompkins, en un segundo cuarto excelso, empezó a aclarar cuál sería el desenlace del partido. Con puntos y defensa por su parte (puede que fuese su mejor día taponador como madridista), los visitantes empezaron a alejarse en el marcador.

Más tarde, añadió unas cuantas asistencias a su cuenta particular (otro día memorable para él en este sentido). Su actuación fue la enésima muestra de por qué muchos aficionados quieren la continuidad del estadounidense un verano más. Con trabajo constante cuando está en cancha, Thompkins se ha ganado el beneplácito general. Sin obviar el todavía más importante buen feeling con sus compañeros: está más que integrado. De todas formas, ¿cómo no iba a estar a pleno rendimiento en abril, su mes fetiche desde que juega en la capital española?

Justo antes del descanso, Luka Doncic también pisó el acelerador lo suyo. Después de marcar territorio ante el Panathinaikos en el escenario europeo, el niño esloveno hizo lo propio a efectos ACB. Una pizca de determinación ofensiva suya dejó casi hundido al Estu. Al que terminó de hacer naufragar Tavares, muy cómodo él en el papel de killer interior que tan bien ha desarrollado desde que regresó a nuestro baloncesto.

El caboverdiano necesitaba un partido así tras no encontrar nunca las sensaciones en los playoffs europeos. Con un gran doble-doble en puntos y rebotes, sus homólogos del Ramiro de Maeztu vivieron un auténtico calvario cada vez que intentaron frenarle. No hubo manera de encontrar la kryptonita para Tavares, determinante para que el Madrid rompiese por completo el duelo ya en el tercer cuarto.

Sin duda, Tavares tenía hambre. Y la merienda que le sirvió en bandeja el Estudiantes no pudo saciar más su apetito, bastante necesitado en los últimos días. Causeur tampoco tuvo piedad con el vecino, con nueve puntos nada más volver del descanso que no pudieron resultar más oportunos para el Madrid. Y Llull, en su tercer partido desde que volvió, siguió empeñado en dejar la sensación de que nunca se fue. Ni siquiera las caídas (sí, continúa sin existir inmunidad en cuanto a los sustos para este equipo) pueden con él.

La comodidad del triunfo vino bien para poder reservar efectivos en el tramo final. De momento, toca pensar más de lo normal en la liga hasta que llegue Belgrado. Aunque, visto lo visto, quizá esta dinámica sea la que mejor les venga a los blancos: centrarse en el plano nacional y adquirir buenas sensaciones de cara al momento más importante de la temporada. El paseo a nivel nacional continúa.

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