El OAKA estuvo de 10, vaya que sí. ¿Y el Real Madrid? Desde luego que no. La eliminatoria contra el Panathinaikos se presumía difícil, pero su primer capítulo resultó toda una tragedia de Sófocles. El resultado ya contribuyó a afear bastante las sensaciones, pero lo que resultó letal para las aspiraciones de victoria de Laso y los suyos en el primer partido fue la imagen ofrecida. Un equipo con aspiraciones de Final Four no puede comparecer en Atenas con la nula intensidad defensiva que mostraron los visitantes este martes. Un 20-0 en contra durante los primeros minutos cavó la tumba de Laso y sus hombres de antemano [Narración y estadísticas: 95-67].

El Madrid apenas encontró respuestas al excelso planteamiento de Xavi Pascual. Y, sobre todo, a la hiperactividad de los dos nombres clave de su Panathinaikos: Mike James y Nick Calathes. El primero fue la estrella ofensiva que se presuponía, ya que los puntos se le cayeron de las manos en todo momento, sin que ningún rival pudiese frenarle. El segundo dirigió a sus compañeros a las mil maravillas, con pases teledirigidos de auténtica fantasía que dejaron la moral de los jugadores blancos por los suelos. ¡Y aún le sobró tiempo para anotar también en dobles dígitos!

Desde el punto de vista español, el encuentro resultó dramático casi en su totalidad. Las pérdidas de balón estuvieron a la orden del día, sobre todo en la primera mitad. Como los jugadores libres de marcaje por parte del Panathinaikos. Parecía que nadie estaba por la labor de salir a defender los triples o las líneas de pase (esas canastas interiores de GistAntetokounmpo que sentaron como una auténtica puñalada, por ejemplo). Y, al mismo tiempo, que la garra ofensiva y de cualquier tipo era inexistente. El ánimo de remontada fue prácticamente nulo.

Sólo Gustavo Ayón, durante algunos minutos, dejó entrever algún atisbo de orgullo. En cuanto al resto, desidia y suspenso generalizado. Ni siquiera Luka Doncic estuvo a la altura. Por no hablar de cómo se borraron del mapa Randolph y Tavares. Ante la defensa más que extenuante del Panathinaikos, las muñecas de los jugadores del Madrid temblaron sobremanera. Mención especial para el paupérrimo acierto desde el triple, aún más sangrante por lo bien que le fue al Panathinaikos en la larga distancia.

Sólo la segunda mitad del primer cuarto y algunos minutos del segundo se salvaron de la quema en lo que resultó una catástrofe de las que no se ven todos los días. Que, además, quedó todavía más magnificada (el dolor, a veces, no conoce límites) tras el descanso. Al inicio del último cuarto, el Madrid sólo había anotado 44 puntos: venía de haber sufrido horrores en el rebote y de ver cómo el Panathinaikos no bajaba las revoluciones ni un ápice.

Para muestra, los hasta 35 puntos de máxima diferencia que llegaron a atesorar los locales. Inaceptable en un duelo de playoffs, del que se espera una intensidad excelsa… por parte de los dos contendientes. Desde luego, el Panathinaikos actuó como el equipo de élite europea que es. No así el Madrid, víctima de una de las noches más oscuras de la sección de baloncesto en los últimos tiempos. Al que, además, le apremia el tiempo: o vence el jueves, en el segundo partido, o la serie se le habrá puesto muy cuesta arriba.

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