Madrid

El Palacio de los Deportes madrileño acogió una visita inesperada este domingo en el Clásico del baloncesto: Sebas Saiz. Horas después de poner su granito de arena en la primera victoria ACB del Burgos, el interior decidió ver al Real Madrid, equipo que tiene sus derechos (está cedido), como espectador. ¡Ojalá hubiese podido contribuir en la pista! Sus centímetros habrían venido de perlas a los blancos en la pintura. Otro desempeño notable desde el minuto uno hasta el 40, otra derrota. ¿Verdugo? Thomas Heurtel, quizá el hombre que más deja a las claras que este Barça, si quiere, tiene mucha sangre y poca horchata en las venas de sus estrellas. Una canasta del francés a nueve segundos de la conclusión lo dejó todo finiquitado [Narración y estadísticas: 80-84].

El partido exprimió al máximo la emoción que se espera de un duelo de estas características. Las alternancias y la igualdad dominaron la escena en todo momento. Si el Madrid lograba escaparse, el Barça no tardaba en alcanzarle. Y viceversa. Ninguno de los dos equipos era capaz de romper el partido. El empate se imponía en el marcador y en cuanto a las sensaciones en muchos momentos. Difícil no dejar la resolución para el último cuarto.

Doncic dominó la situación de principio a fin en el Madrid. Ya no sorprende que sea el jugador más resolutivo de los suyos: lo es y punto. Si el balón quema, hay que pasárselo. Aun así, quizá el equipo de Laso dependió en exceso de él durante muchos minutos. Sólo Reyes aportó una ayuda considerable en buena parte del encuentro, con un Randolph nefasto en el tiro. Los minutos tribuneros de Campazzo se apagaron demasiado pronto esta vez. También la lucidez inicial de Causeur. Además, Tavares mostró que, aun voluntarioso como el resto, todavía, y lógico, le queda un trecho para acoplarse.

Entre los jugadores del Barça no hubo ninguno que atesorase un liderazgo tan marcado como el de Doncic en el bando contrario. La cosa estuvo más repartida y Moerman, muy sólido en el lanzamiento, estuvo rodeado a la perfección: Seraphin y Tomic hicieron estragos en la zona durante unos cuantos minutos, Ribas y Hanga tuvieron sus momentos de chispa, Navarro y Sanders se subieron al carro en la recta final… La actitud de este domingo no tuvo nada que ver con la mostrada ante el Efes en la Euroliga.

Tanto es así que el equipo azulgrana dio la sensación de poder llevarse el duelo cuando el reloj ya empezaba a agonizar. Sin embargo, a este Madrid le ponen mucho los retos. Cuando más crecido parecía el Barça, cuando quizá se podía ver de cerca la derrota de forma realista por primera vez en el marcador, apareció la fe que mueve montañas de los blancos. Carroll y Thompkins acompañaron a Rudy como héroes inesperados y permitieron soñar a los hombres de Laso.

Con tanta fuerza que, al final, hubo mucho más que Doncicdependencia sobre el parqué. Si no, no se explica que el chicle de la igualdad se estirase hasta las últimas consecuencias. Los pequeños detalles hicieron acto de presencia: un tiro libre fallado por Reyes, un lanzamiento anotado por Seraphin y errado por Campazzo, una buena defensa interior del Madrid, una canasta que no fue de Doncic… y la que sí entró de Heurtel. Ni siquiera ese mazazo desestabilizó a los locales, que anotaron de la mano de Carroll antes de que la bocina confirmase su segunda derrota consecutiva y tercera en los últimos cuatro partidos. Ya no hay invictos en la Liga Endesa. Ya no hay duda: este Barça, si quiere, puede.

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