El carácter Baskonia vuelve a estar de moda. El más difícil todavía, superar los vestigios de una temporada de tan buen sabor de boca como la pasada, está al alcance de la mano en Vitoria. Con medio equipo distinto al que logró colarse en la última Final Four, Sito Alonso y sus hombres están ganándose el mayor de los créditos tanto en la ACB como en la Euroliga. El Real Madrid fue la última víctima del gran momento de forma de los vascos. Y con contundencia, pues el Buesa Arena asistió a un 15-0 de parcial local en el tercer cuarto, capital para asegurar la victoria. El líder ya arrastra dos derrotas consecutivas en la competición doméstica por mediación de una de sus bestias negras recurrentes últimamente. Quizá la peor de todas (Narración y estadísticas: 77-62).

La mejor virtud de este Baskonia son sus múltiples peligros. La pesadilla es inevitable para el rival. ¿A quién defender? Hace tiempo que Shane Larkin hizo olvidar a Darius Adams y Mike James desde el puesto de base. A Voigtmann ya se le relaciona con la NBA gracias a su explosión en lo que va de curso: centímetros para fajarse por dentro y mucha pericia exterior. La garra de Hanga, el liderazgo que toma cuando peor vienen dadas, le convierte en un capitán inmejorable. Kim Tillie es el sexto hombre ideal con sus minutos de refresco y de chispa. Como a Shengelia y a Diop se les encienda la bombilla, también son peligrosos.

Con estos hombres hechos nombre, estrellas desde el trabajo continuo, se puede tumbar a un equipo de presupuesto inaccesible. El corazón no se puede comprar con dinero, y a los que juegan en Vitoria se les suele salir del pecho. De allí precisamente emanó el 'do' más lúcido del Baskonia a la vuelta del descanso. Cuando el Madrid quería adueñarse de un partido loco y defensivo (pareció mentira que los dos mejores ataques de España estuviesen frente a frente), la bestia despertó. El rugido fue tal que los blancos ya durmieron con los peces durante el resto del partido.

A ratos, se jugó a capturar más rebotes que el otro en vez de a lograr más puntos. Fue en ese aspecto donde empezó a verse mucha mayor fiereza local. En cuanto también se aclimató el ataque, adiós dudas del Baskonia. El Madrid se quedó electrocutado por los chispazos que le movieron en todo momento mientras los dueños del Buesa abandonaban para siempre la parálisis. Fue un partido de apariciones y desapariciones visitantes. La luz que traían Rudy, Doncic, Reyes o Llull se iba y volvía sin parar. Así era imposible mantener una regularidad.

Ni que decir tiene que una noche nefasta desde el triple (de ambos equipos) no ayudó para nada a encontrar el norte. En cuanto el Baskonia logró hilvanar algún 'bingo' exterior con contragolpes exitosos, la historia del encuentro concluyó. Fue romperse el marcador y desaparecer toda concentración de los de Laso. Mala imagen la suya, por mucho que la del Baskonia fuese muy buena. Se pasó tan pronto de la igualdad al desacato y la reacción brilló tanto por su ausencia que no queda otra que suspender al Madrid este martes. Por supuesto, hay que otorgarle un sobresaliente a su bestia negra. Bienvenido siga siendo su carácter, que a buen seguro continuará provocando marejadas a otros 'cocos'.

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