El mundo del deporte extremo sigue conmocionado por la muerte de Felix Baumgartner, el aventurero austriaco que en 2012 desafió los límites humanos al saltar desde la estratosfera.
La investigación sobre su trágico fallecimiento ha concluido que el accidente mortal ocurrido en julio de 2025 en Porto Sant'Elpidio, Italia, fue consecuencia de un error humano, y no de un fallo técnico en su equipo, según confirmó el fiscal Raffaele Iannella.
Baumgartner, de 56 años, perdió la vida tras precipitarse con su parapente motorizado sobre la piscina de un hotel situado junto a la costa del Adriático.
La autopsia y los informes periciales descartan cualquier problema mecánico en el motor o en la estructura del aparato. "Entró en una espiral y no pudo salir. No realizó la maniobra que debía ejecutar para recuperar el control", explicó Iannella a la agencia Associated Press.
Con la investigación cerrada, la Fiscalía solicitará al juez el archivo del caso, al concluir que se trató de un accidente sin responsabilidades penales.
El siniestro tuvo lugar en torno a las 16:00 horas del jueves 24 de julio de 2025, mientras el deportista practicaba una de sus grandes pasiones: el vuelo en paramotor, una disciplina que combina la libertad del parapente con la potencia de un pequeño motor.
Testigos presenciales aseguraron que el vuelo transcurría con normalidad hasta que el aparato comenzó a girar bruscamente, cayendo sin control hasta impactar en el suelo.
En el accidente también resultó herida una joven, aunque las autoridades italianas confirmaron que sus lesiones no revestían gravedad. Los servicios de emergencia nada pudieron hacer por salvar la vida del austriaco, que murió en el acto.
Felix Baumgartner, 10 años después de romper la barrera del sonido
Su gesta histórica
Felix Baumgartner pasó a la historia el 14 de octubre de 2012, cuando protagonizó el salto más famoso de todos los tiempos: un descenso desde los 39.043 metros de altura, lanzándose desde una cápsula suspendida por un globo de helio en la estratosfera.
Aquel proyecto, conocido como Red Bull Stratos, fue retransmitido en directo y seguido por millones de espectadores en todo el mundo.
Durante su caída libre, rompió la barrera del sonido, alcanzando una velocidad máxima de 1.357,6 kilómetros por hora (843,6 mph), equivalente a 1,25 veces la velocidad del sonido.
El salto, que duró nueve minutos, incluyó momentos de tensión cuando Baumgartner entró en un peligroso giro plano mientras descendía aún a velocidad supersónica.
"Cuando estás allí arriba, en la cima del mundo, te vuelves humilde. Ya no piensas en récords ni en ciencia. Solo quieres volver con vida", declaró tras aterrizar con éxito en el desierto de Nuevo México.
A pesar de su fama de hombre sin miedo, el austriaco rechazaba la etiqueta de temerario. "Odio que me llamen buscador de emociones o adicto a la adrenalina, porque no lo soy. Me gusta la planificación", afirmaba en 2012.
Su carrera como paracaidista militar en el ejército austriaco le llevó a realizar miles de saltos desde aviones, puentes y rascacielos. Entre sus proezas se incluyen lanzamientos desde la torre Petronas en Malasia o el Cristo Redentor de Río de Janeiro.
Felix Baumgartner saltando al vacío
En los últimos años, Baumgartner había encontrado en el vuelo libre y el parapente motorizado una forma de seguir conectado al cielo, sin la presión de los récords ni la exposición mediática.
En sus redes sociales, compartía imágenes de sus travesías aéreas. En su última publicación de Instagram, un día antes del accidente, se le veía ajustando el equipo antes de despegar sobre el paisaje italiano de Fermo.
Un legado que trasciende
El fallecimiento de "Fearless Felix" marca el final de una vida dedicada a explorar los límites de la gravedad y del ser humano.
Su salto desde la estratosfera sigue siendo una de las mayores gestas de la historia del deporte y de la ingeniería. Inspiró a generaciones de aventureros y dejó una huella imborrable en la cultura popular.
Felix Baumgartner durante la preparación para el salto
Baumgartner demostró que el riesgo puede ser una forma de conocimiento, una búsqueda constante de los márgenes entre el miedo y la superación.
Y aunque su último vuelo terminó en tragedia, su espíritu continuará flotando allí donde solo los más audaces se atreven a mirar: en el filo que separa la tierra del cielo.
