Manuel Cruz junto a su polémico manual.

Manuel Cruz junto a su polémico manual.

Cultura Propiedad intelectual

"Pequeña suciedad" o "el pan nuestro de cada día": así ven sus colegas el plagio de Manuel Cruz

Los expertos consideran que esta denuncia "no es escandalosa", que responde "a mera pereza" o que es una venganza "indecente". 

11 septiembre, 2019 03:39

La polémica está servida: después del caso Cifuentes, del zafarrancho de Pablo Casado -aprobando de golpe media carrera el curso que logró el escaño- y de la tesis doctoral de Sánchez, llega el presunto fraude académico del presidente del Senado, Manuel Cruz. Según señala ABC, el catedrático “plagió” a nueve autores en su manual Filosofía contemporánea (Taurus).

Se le acusa de copiar y pegar párrafos enteros de manuales y otras obras “de reconocido prestigio” sin entrecomillar ni citar. En ocasiones lo que imita de un texto original son extractos biográficos, como en el caso de Bertrand Rusell, cuando escribe que “fue destituido de su cátedra por haber tomado parte en la campaña contra el servicio militar obligatorio”. En otras ocasiones -como cuando desgrana la filosofía de Heidegger- emplea literalmente las mismas expresiones que otros autores para describir la doctrina del susodicho. Véase: “Esa voz no dice nada que pueda ser discutido o comunicado, sino que habla como silencio”.

"No se trata de ser original"

Pero, ¿cuál es la gravedad real del espinoso método explicativo de Cruz en este manual? ¿Hay vocación de engaño? ¿Debe este descubrimiento arruinar su reputación? ¿Es igual de intolerable que este tipo de copias tengan lugar en una tesis que en un manual? Carmen Eva González Marín, Doctora en Filosofía y profesora en la Universidad Carlos III de Madrid, explica a este periódico que ella “conoce” el manual de Manuel Cruz y que lo ha utilizado en clase. “Aquí hay dos problemas fundamentales: uno es el problema político. Me parece muy grave esta metodología de ataque al adversario”, resopla.

“Y otro, efectivamente, es el caso en sí: en este sentido, yo creo que cuando uno habla de cosas que son comunes, de conocimiento general -Heidegger, Wittgenstein, etc-, uno tiende a decir las mismas cosas que todos los demás. No se trata de ser original en este caso. No es un ensayo, no es una tesis, no es un trabajo propio ni de investigación”.

La experta sostiene que “todos utilizamos los mismos recursos en este sentido y todos acabaríamos siendo plagiarios si se analizase puntillosamente lo que escribimos o lo que decimos en una charla”: “Son asuntos de saber común. Otra cosa es, como te decía, el problema político: este procedimiento entra dentro del terreno de lo indecente. Tradicionalmente, se habría considerado una falacia errónea, una falacia ad hominem. Es muy feo y muy triste, porque hemos perdido la capacidad de argumentar, de tratar al otro con la dignidad que tiene independientemente de su posición política”, lanza.

"Mera pereza"

Miguel Ángel Quintana Paz, profesor de Ética y Filosofía Social en la Universidad Europea Miguel de Cervantes, achaca el comportamiento negligente de Cruz a “mera pereza”: “A mi juicio, este hombre ha ido explicando unos y otros autores hasta que por dejadez ha copiado tres o cuatro frases de otras obras que sintetizaban bien la idea; lo que llaman ahora presunto plagio. Vale que hacer un manual es un rollo, repitiendo cosas básicas de todos… yo nunca lo haría. Unos autores te gustan más, otros menos. Y sobre los que le gustaban menos está claro que le ha dado pereza formular”, relata. “Está mal, es verdad. Y eso de cambiar sólo una palabra para intentar, burdamente, disimularlo… pues sí. También es cierto que son frases. No es como coger un manual de Descartes y copiar literalmente lo que dice Descartes. Esto tampoco es una tesis”.

A Quintana no le parece tan “vergonzoso” el método de Cruz como “su explicación”: “Debería haberlo conocido, porque es obvio que es un plagio, aunque sea pequeñito. Podríamos decir que es una ‘pequeña suciedad’. Es un hombre prestigioso y con poder, sí, pero precisamente por eso molesta su respuesta. Su nota de prensa sólo incide en su prestigio y en su poder, como si fuese intocable”, opina. “Esto no debería cargarse su carrera, pero sí es algo feo. Es absurdo que ya no cuente nada de todo lo que este hombre ha escrito en su vida porque mientras hacía un manual se aburrió y copió tres líneas literales. Si todo es grave, nada es grave. Hay que encontrar un equilibrio. Lo que ha hecho él, dentro del pecado del plagio, es el menor posible”.

"Síntoma de una institución corrupta"

El también profesor de Filosofía por la Complutense de Madrid Pedro Insua cree que “esto es muy común en la Universidad, que es una gran institución corrupta; esto es el pan nuestro de cada día”: “Es un síntoma más de sus opacidades, de su nepotismo, de su favoritismo constante. Los trabajos que se realizan en la Universidad son trabajos de compromisos, trabajos que exigen, cada vez más, mucha velocidad, trabajos para acceder a un puesto… para mantener esos ritmos, claro, se pervierte ese trabajo, se hace el corta y pega”, lanza. “¿Que si esto es escandaloso? No, claro. Pero una vez que te pillan, siendo no sólo profesor universitario sino presidente del Senado… hombre, pues ya está. Ya la cosa está ahí, me parece bien que se haya sacado”.

Recuerda que algunos de los textos copiados “son biográficos” pero otros “son de doctrina”: “Parece una interpretación suya cuando es de otro y no lo cita. Entra dentro de la chapuza general de la Universidad. No es nada extraordinario”. Todas las fuentes consultadas entienden -algunas con mayor y otros con menor dureza- que al no tratarse de una tesis no hay un afán de “protagonismo” en esta copia, sino una simplificación ramplona y tramposa de los textos previos para hacérselos llegar o bien a los alumnos o bien a los interesados en corrientes filosóficas que surgen a partir de finales del siglo XIX y principios del XX.