Hace unos días se cumplía precisamente el 182 aniversario del nacimiento de Gustavo Adolfo Bécquer. "Cuando  me lo contaron sentí el frío de una hoja de acero en las entrañas", escribió el poeta. Pasó lo que nunca pude imaginar: Sonia Moldes, la ex de Alessandro Lequio (57), también tuvo una historia con Gustavo González (52). Es lo malo de ser empática y absorber las emociones y vicisitudes ajenas. Llevo toda una semana pensando si os lo cuento o no. Pero si no lo hago yo, probablemente lo hará otro u otra cuando se enteren.

Lo único que no se puede reemplazar, como decía Erich María Remarke, de Cartas desde el frente, es la ignorancia. ¿Cuánto daría la mujer de Gustavo González, Toñi, por recuperarla? Admiro la fortaleza psicológica de esta mujer sin apellido que se mantiene de pie. Resiste la tentación de aceptar la fortuna que le han ofrecido por saltar al ruedo de los platós y las revistas para hablar de su todavía marido. Y después de esta noticia cotizará más aún al alza. 

Sonia y Alessandro Lequio en octubre de 1997.

Que la ex más importante en la vida de Alessandro Lequio, con permiso de Ana Obregón (62), haya estado con Gustavo, le da una pátina de solera a su marido. Y en este país donde la fama infusa multiplica el valor de la raíz primigenia, hasta los blasones se pegan como la tiña.

Así, Pasculina -como la denomina Gustavo- es una republicana independentista, se ha pasado por la piedra, nunca tan bien dicho, al ex de Sonia Moldes. La previa relación de Moldes con Lequio, nieto de la infanta Beatriz, una de las mujeres más elegantes de la realeza y la tercera hija en la línea de sucesión si no se hubiese aplicado la ley  semisálica de las siete partidas. Gustavo, de ser cierto el soplo de mi fuente, habría 'emparentado' con la mismísima Casa Real gracias, entre otras cosas, a sus habilidades con su prodigioso zoom.

Tamaña exclusiva histórica había de ser contrastada. Y llamé a Sonia Moldes, esperando encontrar su dulce voz, con ese acento de reminiscencias galaicas o galesas tan snob que gastaba en los tiempos en los que salía con Lequio. Con el tono de voz del Cholo Simeone (47) por culpa de un catarro mal curado, Sonia no me desmintió ni mucho menos la información: "Sabes lo que pasa, es que yo aprecio mucho a Gustavo y no quiero entrar en nada… Yo llevo mucho tiempo apartada y la única vez que hablé de algo personal fue con Alessandro, y lo hice porque me estaba tocando mucho las narices, pero sabéis que llevo años con una vida muy apartada".

Por supuesto había que averiguar cuándo ocurrió, si fue durante los últimos ocho años y la compaginó con María Lapiedra (33) "Sinceramente, no me acuerdo, no soy 'fechadora' del tiempo", contestó.

No sé qué le va a sentar peor a Gustavo, si el hecho de que se conozca una nueva infidelidad suya o la contestación que dio cuando le pregunté a Sonia si lo suyo con el fotógrafo dejó mucha huella o fue poco importante. Un susurro muy suave salió de los bellos labios de la gallega con un no casi inaudible que achacó a su afonía y la fiebre. ¿Será verdad, como confesaba Rafa Fernández, Ezcritor, el 'negro' de María, que el instrumento amatorio de Gustavo fallaba más que un paraguas chino? No parece que el índole de la relación que mantuvieran fuera precisamente platónico. Me niego a creer que Gustavo no sea el amante con el mástil siempre izado que describe María Lapiedra.

Y ya puestos. Sería maravilloso que Sonia Moldes olvide sus reparos, y compare. Todo el mundo la recuerda a bordo de un yate con un Alessandro Lequio en cueros vivos, uno de los escasos desnudos publicados por la revista junto con el de Paco Porras, Bertín Osborne (63) y Jesús Vázquez (52). Ella, bien tapadita con el bikini, leyendo absorta un libro, él haciendo publicidad subliminal de las morcillas de Burgos. Lástima que Interviú haya dejado de existir. No supieron reciclarse a tiempo. Recuerdo que aquella fue la única ocasión en la que la revista del Grupo Z llegó a las peluquerías y fue devorada con avidez por las clientas. Los micromachismos y macromachismos quedaron superados en aquella ocasión. Cuantos fantasmas  se retrataron ellos solitos diciendo que la foto llevaba photoshop.

A saber los millones de revistas que venderían con Gustavo  completamente desnudo en otra barquito, y María Lapiedra leyendo Las aventures i desventuras del’ insòlit i admirable Joan Orpí, conquistador de la nova Catalunya de Max Besora. Semejante portada saldría hasta en la portada de La Vanguardia. ¿Qué puede haber más integrador?   ¿Está a la venta aún la cabecera de Interviú?

[Más información: Gustavo González y María Lapiedra ya no esconden su amor]

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