Inés Arrimadas (36) y su marido Xavier Cima (39 años) son una dupla atípica, opacos y transparentes a partes iguales, vanguardistas pero tradicionales. Su enlace fue un reflejo de esta faceta pendular: un vestido de novia de aires modernos ella, un chaqué clásico él; una ceremonia nada ampulosa, coches de gama alta para acceder al recinto; un entorno catalanoparlante, pero el "vivan los novios" en castellano.

Xavier es la cara B, el protagonista involuntario tras la fulgurante figura de la líder de la oposición catalana y dirigente de Ciudadanos. Está a pocos días de convertirse en el primer caballero del Palau de la Generalitat, si las urnas deciden aupar a la ciudadana como nueva líder de Cataluña. Él, que dio un paso atrás para seguir la estela de su mujer. Él, al que no le gusta verse en los titulares. Él, que antes bailaba al son del compás independentista, hoy anula el ritmo y descansa. Todo, por amor.

Cima tomó distancia y se retiró. También era miembro del Parlament cuando conoció a la que hoy es su mujer, pero decidió que lo mejor para el buen devenir de su relación era dejar las desavenencias políticas atrás. Porque Xavier Cima Ruiz (23 de diciembre de 1977, Vic, Barcelona) ocupaba un escaño por la ya extinta CiU, la formación que evolucionó en el PDeCAT.

Sprint final en la carrera a la Generalitat

Su figura puede ser controvertida. Más ahora, cuando el independentismo se ha vuelto una cuestión visceral, que no entiende de razonamientos complejos ni de barras de bar. Arrimadas está en el sprint final para presidir la Generalitat y cualquier palabra con la que se le relacione es susceptible de crítica.

La ceremonia se celebró en el Jerez natal de Inés.

A Xavier nunca se le ha visto en un mitin de su mujer, pese al apoyo público que le ha profesado en los últimos tiempos. Es un antiguo convergente. "Nacionalista, pero no estaba de acuerdo con la deriva separatista", cuentan a JALEOS desde el partido de Arrimadas. "Antes era independentista acérrimo y ahora ha cambiado un poco", precisa un antiguo colega laboral.

Xavier cuenta con una esencia política -de cara a la galería- líquida y proteica. Con una capacidad de metamorfosearse, de adaptar su figura a las circunstancias, de "dejar su vocación política atrás". La razón de esta basculación no es otra que Inés Arrimadas. "Él, de alguna manera, se siente muy bien con su pareja y ha valorado que eso le beneficia más que seguir en política". Ya venía de la empresa privada de antes, así que la vuelta es "natural: así vuelve a trabajar y no obstaculiza la carrera de su mujer".

Su nuevo ámbito es la empresa privada, como lo fuera anteriormente el de Inés. No fue una decisión extraña para el matrimonio. Xavier es, de formación, ingeniero de Obra Civil por la Universidad Politécnica de Cataluña. También es licenciado en Administración de Empresa. Los que han trabajado con él dicen que es "despierto, buen trabajador". Aplicado, su tesón bien le valió para dar el salto y emprender.

Su primera aventura empresarial fue en el año 2006. Se lanzó a un mercado por entonces inexistente: la externalización de servicios en las empresas. En su caso, a la gestión de la nómina de sus empleados.

La consultoría y la política, las pasiones de ambos

De ahí se dirigió a la consultoría, como hacía la que hoy es su esposa. Lo compatibilizaba con su cargo de concejal en el Ayuntamiento de Ripoll, en Girona. Es la zona que considera su tierra. Donde ha crecido, donde se refugia, donde desconecta. Allí es conocido y querido a partes iguales. También es donde pasa sus periodos de descanso, junto a su familia e Inés. También con su perrita, Suiti, una pinscher de 9 años. Suelen hacer deporte los tres juntos. Después, se acurrucan en el sofá. El espacio central lo ocupa la perra. Y, si se besan, ladra.

La pareja es aficionada al deporte, sobre todo a las carreras de montaña, tanto a pie como en bicicleta. Pero una de las pasiones compartidas es el Barça. Ambos son hinchas. Suelen ver todos los partidos que pueden, e incluso organizar reuniones de amigos dedicadas al equipo de Ernesto Valverde.

[Más información: Así era Inés Arrimadas de adolescente: nada de muñecas y fan del Barça]

"En casa quien manda soy yo, pero quien toma las decisiones es ella", contaba Cima en Mi casa es la tuya, donde recordaba ese sentimiento culé que les unió hace ya cuatro años, al conocerse. Pocos detalles se saben más del momento en el que el matrimonio fraguaba los primeros pasos de su relación. Fugaces visitas al Camp Nou, corrillos del Parlament o algún encuentro al salir de trabajar. 

Xavier tiene "buenas maneras, se veía que estaba bien educado, que se habían preocupado en su casa porque fuera cultivado", según cuenta un antiguo compañero de trabajo. También que es "muy trabajador y buen compañero, pero una persona normal en todos los sentidos". Todas las fuentes consultadas por JALEOS rehúsan aparecer con su nombre. Tratan de blindarse: saben que la relevancia que puede adquirir el exparlamentario es difícil de gestionar dadas las circunstancias políticas.

El recién estrenado matrimonio, en el centro, junto a José María Espejo (Ex vicepresidente segundo del Parlament), David Mejía Ayra (candidato de Cs por Barcelona), Xavier Salvatella (Dircom del Espanyol), Roger Montañola (exdiputado de Unió y socio de Cima), Fernando de Páramo (secretario de Comunicación de Cs), y Carlos Carrizosa (portavoz de Cs en el Parlamento catalán). Redes sociales

Este matrimonio "sería casi imposible" en la Cataluña del procès, en la Cataluña que vivimos. "Antes las cosas estaban mucho menos tensas. Ahora cuesta pensar que unos y otros se vayan a tomar una copa después de un día de trabajo". La pareja, que habla en catalán en sus ratos íntimos, se casó hace un año y medio en una bodega de Jerez de la Frontera, ciudad natal de la novia.

[Más información: El día del 'sí, quiero' de la constitucionalista y el ex independentista]

Crisis familiar

Esas diferencias políticas, completamente salvadas en su caso, volvieron a salir a la palestra cuando el hermano de Xavier, Jordi, respondió en la red social Twitter a una noticia en la que el jefe de su cuñada, Albert Rivera, se quejaba de que tildaran a los miembros y simpatizantes de Ciudadanos de "fachas". Jordi Cima respondió: "Ahora no, jajaja!!! Ya hace tiempo!!!". Poco después se arrepintió. Borró el tuit y cerró su cuenta. Pero un diario independentista hizo una captura de pantalla y lo publicó. La reportera ha intentado ponerse en contacto con Jordi Cima para aclarar este extremo. Sin embargo, ha declinado la invitación.

Quizás se enmarque dentro de la estrategia esgrimida por su hermano Xavier, quien "prefiere dar un paso atrás ahora viendo cómo está el tema", según el mencionado compañero de trabajo. Esta fluctuación, la evolución de independentista a futuro votante de ciudadanos, no ha mermado ni un ápice la buena relación fraternal. "Jordi y Xavier se llevan a las mil maravillas", comentan desde uno de sus círculos cercanos. Prueba de ello son los perfiles de Jordi en redes sociales, lleno de fotos con su hermano. También con imágenes que reclaman la independencia de Cataluña, incluida una votando en el referéndum ilegal del 1-O.

Xavier Cima, a la derecha, junto a su hermano Jordi cuando eran niños. Redes sociales

Cima no es una persona analítica, "ni por exceso ni por defecto", según los que le conocen. Inés Arrimadas siempre cuenta que fue él el que dio el primer paso para crear la sólida relación que mantienen. "Es un tío cercano, de trato amable. No es nada estirado. Siempre se puede mantener una conversación con él, aunque no lo conozcas", indican antiguos compañeros.

Ahora centra sus esfuerzos en su nueva empresa de consultoría, que fundó junto a su compañero exparlamentario Roger Montañola. En ambos casos entraron al arco parlamentario en sustitución de otros miembros de CiU. Cima accedió en 2013 tras la renuncia de la alcaldesa de Riudellots de la Selva (Girona), Montserrat Roura, que, a su vez, venía a sustituir al exconseller Santi Vila, quien este octubre renunció a su cargo veinticuatro horas antes de que el Parlament declarara la independencia. Montañola lo hizo por Germà Gordó, hombre fuerte de Convergència y mano derecha de Artur Mas, que se ha visto implicado en varias polémicas. Entre ellas la investigación CatLeaks de EL ESPAÑOL, donde se vinculaba a Gordó con la colocación a dedo de militantes del partido en la empresa pública que controla las licitaciones en Cataluña.

Xavier Cima es, sobre todo, es un "currante que le echa mucho tiempo a su nueva empresa". Su consultora está despegando, al ritmo de la carrera de su mujer. Según las últimas encuestas, todo apunta a que ella será la ganadora del 21-D. No resulta extraño: si conquistó a Cima, el siguiente peldaño era el Palau de la Generalitat. Una metáfora del devenir que desea la ciudadana para la comunidad: la unión de las dos Cataluñas en busca de un objetivo común.

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