Estaba a salvo de la guerra. Pero quiso volver. Se coló de forma clandestina tres veces en Siria entre los años 2012 y 2013 para contar lo que allí sucedía cuando la comunidad internacional ya casi había olvidado aquella guerra que después de que una revolución pacífica pidió en las calles el fin de Bashar al Asad. Hoy cuenta aquella experiencia en La Frontera (Ed. Stella Maris) cuyo inicio publica EL ESPAÑOL junto a esta entrevista.

Mientras cientos de miles de sirios huyen de su país en busca de asilo en los países vecinos y Europa, usted hizo el camino inverso en 2012 y 2013. Parece una locura.

La situación no era tan complicada. DAESH [siglas en árabe del autodenominado Estado Islámico] todavía no había entrado en Siria. Yo estaba decidida a volver y establecerme en nuestro país. Era el comienzo de la deriva hacia la tragedia. Ahora yo también he vuelto al exilio [en Francia].

¿Cuando usted estuvo allí ya vio que el conflicto iba a derivar hacia el Estado Islámico?

En 2012 el Ejército Libre Sirio tenía mucha presencia y fortaleza. Los yihadistas no eran tan fuertes. Lamentablemente la apertura de la frontera con Turquía e Irak permitió el acceso de numerosos terroristas islamistas. Y cada vez que pasaba la frontera hacia Siria, veía que había más combatientes extremistas en el país.

Usted ha tenido el valor de entrar de vuelta varias veces en una Siria en guerra, como pocos periodistas han hecho. ¿Qué le impulsó a hacerlo?

Yo no veo valor en ello, lo veo normal. En 2011 salí de Siria y algunas zonas del norte empezaban a caer en manos de los revolucionarios y yo pensaba que si volvía al norte de Siria, viviría bien allí, que podía formar parte del proceso de transición en mi país.

Antes de que Siria se convirtiera en un escenario de una lucha destructiva de intereses internacionales, nosotros habíamos salido a la calle con demandas pacíficas de reformas democráticas.

La lucha de intereses de las potencias mundiales y regionales en la zona han empeorado las cosas.

¿Cree entonces que al intervenir la comunidad internacional la situación empeoró?

Lo que ha empeorado las cosas es la lucha de intereses de las potencias mundiales y regionales en la zona. Por ejemplo, si Turquía no hubiera abierto sus fronteras a los combatientes yihadistas o si hubiera habido una respuesta fuerte contra el Gobierno de Asad cuando usó armas químicas en lugar de mantener el silencio. Desde hace cuatro años, los sirios son atacados y bombardeados y la comunidad internacional no hace nada.

También hay un factor negativo con la intervención de potencias regionales en la zona, apoyando a grupos terroristas islamistas, la intervención del partido libanés de Hezbolá, la de Irán, la reciente de Rusia atacando civiles y al Ejército Sirio Libre… Siria se ha convertido en un escenario bélico entre estas potencias.

Con respecto a la intervención de los países occidentales, ¿cree que han tardado demasiado en intervenir o que no debería intervenir en ningún caso?

Políticamente, la sociedad civil siria no ha tenido ningún apoyo de los países occidentales. Ahora que la tragedia siria ha tomado otra deriva por la llegada masiva de refugiados a Europa, eso ha cambiado un poco. Pero sigue siendo poco apoyo para la necesidad del pueblo sirio.

Militarmente, el Ejército Libre Sirio no ha tenido el apoyo suficiente. Se ha debilitado mucho y al mismo tiempo los grupos terroristas estaban y están recibiendo apoyo militar y logístico. Paradójicamente, cuando DAESH controló la mitad del Estado de Siria, empezó a autofinanciarse con los pozos petrolíferos sirios.

¿Cómo se siente usted viendo todo eso ahora desde el exterior?

Tengo mi corazón desgarrado, pero mi mente está muy entera. He formado la organización Mujeres Ahora por el Desarrollo y procuro construir un puente de información de lo que sucede en mi país hacia el exterior.

Siria se ha convertido en una tumba abierta.

En el libro usted habla de que se está “hundiendo” en el exilio.

Siento que algo me falta. Físicamente estoy fuera de Siria, pero espiritual y mentalmente estoy allí. En Siria ha habido una injusticia tremenda: un pueblo simplemente ha salido demandando reformas democráticas y justicia y se ha convertido en víctima de atrocidades. Lo que duele es que la gente al principio de la revolución soñaba con alcanzar la democracia y [sin embargo,] el país se ha convertido en una tumba abierta.

Viendo ahora en lo que ha derivado lo que comenzó como una revolución pacífica, ¿preferiría que la Primavera Árabe nunca hubiera llegado a Siria?

La aparente estabilidad en Siria en tiempos dictatoriales ocultaba los graves problemas del país y para un observador exterior podría parecer que era mejor. Pero en Siria hubo un levantamiento popular y es una evolución histórica, no puedes decir que si no hubiera pasado habría sido mejor.

Es cierto que ahora la situación es peor que antes y para mí, como mujer, es horrible. Yo lo veo como una evolución normal dentro de la movilización de la sociedad, pero no cabe duda de que la situación es terrorífica.

Ahora que se está considerando negociar con el Gobierno de Asad para conseguir un fin pacífico al conflicto civil y combatir el Estado Islámico, ¿usted cree que es apropiado?

Yo estoy a favor de cualquier esfuerzo que acabe con las matanzas de civiles. Pero al mismo tiempo que el régimen se manifiesta dispuesto a negociar para resolver el conflicto, está bombardeando civiles. Es una propaganda demagógica de Asad.

Pero parece que a muchas potencias mundiales y regionales les interesa la situación actual en Siria. Es muy grave, porque esto convierte a Siria en un foco de atracción para los terroristas.

Con voluntad internacional se puede obligar al régimen sirio a aceptar un diálogo verdadero.

¿Por dónde habría que empezar para encontrar una solución al conflicto?

Lamentablemente el pueblo sirio no tiene poder de decisión después de cuatro años y medio de desplazamientos, de sufrimientos y matanzas… Las partes implicadas en el conflicto deberían sentarse y encontrar una solución. Si hubiera una voluntad internacional, se puede obligar al régimen de Siria a aceptar un diálogo verdadero.

¿Qué cree que querría el pueblo sirio ahora, si pudiera decidir?

Lamentablemente, no queda nada que podamos llamar pueblo sirio. La decisión estaba tomada. El pueblo sirio salió pidiendo reformas, pero le arrebataron la revolución. Siria se ha convertido en un país dividido por regiones militares, cada una controlada por un grupo distinto. DAESH controla la mitad de Siria, Rusia tiene bases militares en la costa mediterránea, en Damasco están Irán y Hezbolá, los chechenos y afganos y todo tipo de yihadistas están en la zona rural de Alepo, al sur de Damasco hay islamistas también… Por eso no puedes hablar de una unidad de pueblo sirio. El pueblo sirio se está muriendo, ya no tiene la decisión en sus manos.

El Ejército Libre Sirio es la organización armada del Consejo Nacional Sirio que más de 80 países admitieron como interlocutor válido y representante del pueblo sirio en 2012. ¿Cree que sigue representando a la mayoría?

El ELS ha sido valiente, pero ahora es débil y no se encuentra en muchas zonas del país y se debilita cada día. No tiene suministro de armamento, no se le está ofreciendo ningún apoyo. Cuando comenzó, lo formaban los hijos de la revolución, pero muchos han muerto y otros han escapado. Ahora los islamistas controlan la situación.

Después de haber vuelto a su país en guerra varias veces y volver a salir, ¿qué es lo que más le ha quedado marcado?

Lo que más me dolía e irritaba era que la gente diariamente era bombardeada ante la pasividad del mundo. Yo me preguntaba a mí misma cómo un ser humano puede tener tanta maldad y bombardear a su gente. Me di cuenta de que podía derivar en un radicalismo.

La llegada de esos terroristas islamistas es lo que ha provocado que los países occidentales intervinieran militarmente.

Esa intervención es para acabar con la consecuencia, no la causa. La violencia del régimen de Bashar al Asad ha continuado. Desde el principio ha habido una intervención extranjera, la de Hezbolá y de Irán, y la comunidad internacional se mantuvo en silencio. Siria no necesitaba ninguna intervención extranjera, ni de un lado ni de otro. Todas las fuerzas internacionales que están interviniendo en Siria van a aumentar el terrorismo.

Usted fundó la organización Mujeres Ahora por el Desarrollo, que la mantiene en contacto con la realidad diaria de Siria.

Estoy en contacto con zonas que están en plena guerra dentro de una red de comunicación electrónica con las mujeres que están en la retaguardia. Estamos tratando de llevar a cabo un gran reto: aliviar la situación en plena zona de guerra para crear actividades civiles alejadas del conflicto, que faciliten a la mujer conocimientos y ayuda psicológica e incluso la conciencia política. Es muy, muy difícil, porque estamos entre dos monstruos: uno que secuestra mujeres (DAESH y otros grupos terroristas) y el régimen, que bombardea y ataca.

¿Y las mujeres en la retaguardia aún se sienten fuertes después de tantos años de guerra?

Moralmente, ellas dirigen y organizan. Para mí son las verdaderas combatientes.

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