Desde que Michael Schumacher (48) sufriera el accidente en los Alpes franceses en diciembre de 2013, las secuelas del aquel drama no solo son visibles en el propio expiloto sino también en su familia. Corinna, su mujer, se ha convertido en el principal apoyo inquebrantable del deportista que ni camina ni habla tras el traumatismo craneal que sufrió. Pero a pesar de la difícil situación que atraviesan, la esposa del heptacampeón se niega a perder la esperanza.

Los Schumacher residen en Ginebra (Suiza), donde cada día Corinna ejerce de ángel de la guarda de su marido. Le da todo cuanto tiene, su tiempo, su atención y su amor incondicional mientras el ídolo de la Fórmula 1 le contesta con una mirada y un gesto cómplice, pues su estado le impide hacerlo con más. Precisamente en esos pequeños detalles de Michael son en los que se ha fijado su esposa para caer en la conclusión de que pronto se avecinan mejoras.

Foto de la boda de Corinna y Michael Schumacher.

"Nos está enviando señales desde su planeta distante", ha afirmado un amigo íntimo de la familia que habla por boca de Corinna y ha recogido The Sun. En esa línea, la fuente asegura que la familia "está a la espera de un milagro médico'" que confían en que llegue pronto en vista de los pequeños avances que estos últimos días están notando en el estado del patriarca del clan.

El cuerpo del Kaiser está recobrando algo de musculatura, una parte esencial que perdió en sus meses en coma y que le dejó con un peso de apenas 45 kilos para su 1'74 metros de altura. Los 15 médicos que le acompañan a diario en su casa analizan cada uno de sus rastros de evolución y de un día para otro todo puede cambiar. Así lo contaban algunos de los directivos de F1 que siguen en contacto con la familia y aseguran que el alemán "tiene días buenos y días malos".

Mientras su mujer y los especialistas conviven con él, sus dos hijos han conseguido caminar hacia su futuro y además, con bastante éxito. Mick (18) ha seguido los pasos de su padre y es actualmente es piloto de la Fórmula 3 Europea. Ha logrado sus primeros podios y su mono rojo junto a sus rasgos germanos atraen los recuerdos de los nostálgicos de la etapa de Schumacher en la F1.

Gina (20), por su parte, es amazona y está centrada en sus torneos y el cuidado de sus caballos. Aprendió de su padre que para conseguir grandes logros hay que involucrarse al máximo en lo que uno hace y ella sigue a rajatabla sus pautas. De hecho, su frase favorita es: "El primer paso para conseguir lo te propongas es desearlo".

Mick y Gina Shumacher.

Ambos han utilizado sus victorias o lideratos para hacer homenajes a su padre y enviarle fuerza. El deporte es lo que más une a esta familia y el patriarca se ha convertido en la figura que les sirve de ejemplo de superación y por el que se muestran orgullosos de llevar el apellido Schumacher.

Noticias relacionadas