Los coches automáticos se caracterizan por ser vehículos que eliminan de la conducción todas las tareas propias del cambio manual, lo que facilita el confort y la seguridad al volante. Otra ventaja con respecto a los vehículos manuales es el ahorro en combustible, sobre todo cuando el tráfico es intenso o se complica.

Aunque esta clase de coches, a priori, parezcan más sencillos de conducir es muy importante la práctica, ya que requiere un periodo de adaptación. 

En otro artículo ya dimos algunas nociones para conducir un coche manual. Ahora veremos cómo conducir un coche automático por primera vez. 

Cómo arrancar un coche automático

Antes de encender el coche hay que comprobar que los espejos retrovisores estén en la posición adecuada para tener un buen ángulo de visión. Además, hay que regular el asiento y mantener una postura correcta para conducir.

Arrancar un coche automático es muy sencillo. No obstante, hay que tener en cuenta que en este tipo de coches no vale solo con introducir la llave en el contacto y hacerla girar. Aquí debemos realizar otras pequeñas maniobras para hacer que el coche funcione.

Una vez hayamos introducido la llave, hay que mantener pisado el freno y mover la palanca de la posición 'P' hasta la posición 'N'. De esta forma, lo que se consigue es desactivar el estado de parking, que es la situación en la que se encuentra un vehículo automático antes de ser arrancado.

La palanca de cambios

El símbolo 'P' de la palanca significa parking o estacionamiento y sirve para inmovilizar el vehículo y aparcar. El resto de símbolos que aparecen en esta palanca son los siguientes:

  • 'R' marcha atrás (reverse).
  • 'N' punto muerto (neutro): perfecto para paradas breves, atascos, semáforos, pasos de cebra, etc.
  • 'D' conducir (drive): algunos modelos de coches deportivos con cambio automático incluyen la letra 'S' (sport) en la palanca, ideal para una conducción más ágil.

De todas formas no será necesario poner la palanca en la posición 'N' cada vez que vayamos a hacer una parada corta o lleguemos a un semáforo o un paso de cebra. Tan solo habría que frenar el coche hasta detenerlo e iniciar la marcha acelerando de nuevo.

En los últimos años, los diferentes fabricantes han incluido mandos para cambiar de marcha de todos los gustos. Las formas y diseños son muy variados: palancas, gatillos, botones, levas, etc. No obstante, aunque el tipo de diseño pueda variar, las letras indicativas son siempre las mismas.

Mover e inmovilizar el coche

Una vez hayamos arrancado el coche, hay que mover la palanca de cambio de la posición 'N' a la posición 'D' (en algunos modelos, en lugar de aparecer la letra 'D' aparece el número '1'). Luego solo hay que pisar ligeramente el pedal del acelerador para que el coche comience a moverse. 

A medida que se aumenta o disminuye la velocidad con los dos pedales, las marchas se van cambiando de manera automática al adaptarse de forma inteligente a la velocidad del vehículo. Es decir, tras arrancar el coche ya no tendremos que tocar la palanca de cambios. La única excepción será cuando realicemos la maniobra de marcha atrás. En este caso, solo habrá que colocar la palanca en la posición 'R' y el coche circulará en sentido inverso.

La inmovilización del coche automático una vez lo hayamos estacionado es también muy sencilla. Antes de abandonar el vehículo, debemos situar la palanca de cambios en la posición 'P' de parking. A continuación, accionaremos el botón del freno de mano y ya tendremos el coche completamente detenido.

En cuanto a los pedales del coche automático, es muy fácil distinguirlos ya que, por lo general, el pedal del freno es más largo y más alto que el pedal del acelerador. Lo más recomendable es emplear el pie derecho para el acelerador y el freno. El pie izquierdo lo podemos situar en el apoyapies lateral que hay junto a los pedales.

Las ventajas de conducir un coche automático

La principal ventaja de conducir un coche automático tiene que ver con la comodidad de no llevar pedal de embrague ni estar cambiando continuamente de marcha. Algo que resulta muy práctico en situaciones en las que el tráfico es más intenso. Además, la transmisión automática aporta una mayor seguridad en la conducción en carretera, ya que las manos siempre las tendremos puestas en el volante y no hay que andar atentos a otros factores de la conducción.

Por otro lado, los coches automáticos castigan menos el motor ya que los cambios de marcha se realizan de forma mucho más precisa y en el momento correcto. El único inconveniente es que, en la actualidad, los coches automáticos suelen ser más caros que los coches con cambio manual.