Publicada
Actualizada

Las claves

¿Quién no puede estar a favor de detectar el cáncer de pulmón de la forma más precoz posible? Una pregunta en apariencia sencilla para cuya respuesta hacen falta muchos matices. Entre ellos, el coste de detectar el cáncer.

Un reciente informe publicado en la revista especializada Gaceta Sanitaria estima el dinero que supondría implantar el cribado de cáncer de pulmón a nivel nacional.

No sería barato: en el mejor de los casos, supondría 2.000 millones de euros adicionales al coste conjunto actual de diagnosticar estos tumores. En el escenario más caro, la factura se elevaría por encima de los 8.000 millones de euros a cinco años.

Sin embargo, un grupo de especialistas con experiencia en el cribado ha enviado una respuesta a la misma revista rechazando rotundamente esos números.

Sobre el cribado del cáncer de pulmón hay mucho escrito. La idea consiste en seleccionar a las personas en riesgo de desarrollar este tumor y realizarles una tomografía computarizada de baja dosis cada uno o dos años.

Ya que el tabaco es el responsable del 90% de los casos de cáncer de pulmón en hombres, y del 80% en mujeres, y que la mayoría de los tumores se desarrollan tras décadas fumando, esa población de riesgo sería fumadora o exfumadora y mayor de 50 años.

La gran mayoría de tumores que se detectan en la actualidad están en fases avanzadas, donde los tratamientos son menos eficaces y la mortalidad es más alta.

El TAC detectaría las primeras señales del cáncer y posibilitaría tratamientos más eficaces, incluso potencialmente curativos, en parte de los pacientes que, a día de hoy, tiene pocas opciones.

La referencia europea es un ensayo clínico liderado por Países Bajos que reclutó a más de 50.000 personas y cuyos resultados mostraban, transcurridos diez años, un 24% más de supervivencia en el grupo sometido a cribado frente al que fue diagnosticado de la forma habitual (tras notar los primeros síntomas).

Si en 2024 hubo 23.239 muertes por cáncer de pulmón en nuestro país, eso implicaría que unos 5.500 casos se salvarían.

Todo esto supone un coste. Un TAC es más caro que una mamografía o una colonoscopia (las técnicas utilizadas en los cribados de cáncer de mama y colorrectal), y habría que destinar otros recursos de personal y laboratorio.

Y, en la sanidad pública, el dinero que se utiliza para financiar un proyecto es dinero que no se utiliza para otro.

El trabajo publicado en Gaceta Sanitaria ofrece estimaciones económicas para distintos escenarios de cribado, combinando dos factores: la franja de edad seleccionada para cribar y la frecuencia del TAC.

En cuanto a la edad, ofrece ocho posibilidades distintas, con un límite inferior en los 50 años y uno superior en los 80 (se entiende que, a partir de esta edad, no hay un beneficio claro en detectar el tumor de forma temprana).

En cuanto a la frecuencia del TAC, esta sería anual o bienal, cada dos años.

Pues bien. En el escenario más restringido (un TAC cada dos años a personas entre 55 y 65 años), la implantación del cribado supondría 3.737,17 millones de euros en los primeros cinco años.

En el más exhaustivo (un TAC anual a personas entre 50 y 80 años), este se elevaría hasta los 10.990,54 millones de euros.

A estas cifras hay que restarle el coste actual del diagnóstico de este tumor, que los autores (investigadores de los servicios canario y gallego de salud) estiman en 1.708,19 millones a cinco años.

Por tanto, implantar este programa supondría un impacto económico neto de entre 2.028,98 y 8.301,35 millones de euros en un lustro: aproximadamente, entre 400 y 1.600 millones de euros por año.

El coste sería soportado, sobre todo, por las comunidades autónomas que tienen mayor población susceptible de cribar: Andalucía, Cataluña y Madrid gastarían entre 600 y 1.300 millones de euros cada una, dependiendo del escenario.

Por tanto, los autores de este documento apuntan que, "sin importar el escenario considerado, el programa supondría un coste sustancial para el Sistema Nacional de Salud".

"Imprecisiones y suposiciones erróneas"

Sin embargo, las cifras manejadas en dicho informe han suscitado la respuesta airada de un grupo de profesionales con experiencia en cribados.

"Nos oponemos rotundamente a las estimaciones sobre el cribado de cáncer de pulmón", señalando que el artículo contiene "imprecisiones y suposiciones erróneas".

Les acusan de usar estimaciones epidemiológicas desfasadas (el tabaquismo ha disminuido en nuestro país) y asunciones equivocadas como la necesidad de adquirir nuevos TAC.

"Yo he montado dos programas de cribado y no he tenido que ir a la dirección de mi hospital a pedir nuevos TAC", señala a EL ESPAÑOL Luis Seijo, director de Neumología de la Clínica Universidad de Navarra y uno de los autores de la respuesta al polémico informe.

Su centro participa en un proyecto europeo, SOLACE, en el que participan 33 entidades europeas, desde instituciones académicas hasta asociaciones de pacientes, pasando por universidades.

"Efectivamente, un TAC es más caro que una mamografía y eso es lo que argumentan las administraciones", apunta. "Pero los datos reales muestran otra realidad".

Seijo, que es portavoz de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), se refiere a un estudio presentado este verano en el congreso de dicha institución con datos de Reino Unido, uno de los países más avanzados en su implantación.

"Se han cribado 500.000 personas, con más de 7.000 cánceres de pulmón detectados, de los cuales el 75% estaban en estadios I y II, cuando en la práctica habitual vemos un 80% de personas en estadios avanzados".

Y esto, "con datos reales, no modelos matemáticos, muestran un coste que no supera los 10.000 euros por año ajustado a calidad de vida", un indicador para medir el beneficio de una intervención en salud.

Aunque no hay acuerdo sobre cuál es el máximo coste aceptable para un sistema de salud, la cifra más usada en los análisis es la de 30.000 euros por año ganado con calidad de vida.

El neumólogo recuerda que hace no mucho tiempo que el debate sobre el cribado del cáncer de pulmón se centraba en su impacto en la supervivencia.

La publicación de los resultados de grandes ensayos clínicos, con decenas de miles de pacientes y a largo plazo, despejaron este enigma: los ensayos pequeños o a menor plazo no ofrecían un impacto claro, algo por otro lado lógico.

"Si el debate ha virado hacia el coste es porque ya no se cuestiona la evidencia científica a favor".

De hecho, el gran proyecto piloto español sobre cribado de cáncer de pulmón en el Sistema Nacional de Salud, Cassandra, "lo que busca es mostrar su viabilidad en el sistema público, con números reales, no estimaciones".

Seijo recuerda que, tras los resultados del proyecto holandés, la Comisión Europea recomendó la implantación del cribado a nivel nacional. Alemania, Croacia, República Checa, Polonia y Francia lo han hecho o están realizando proyectos a gran escala.

Mientras tanto, en España "la Administración no ha aportado ni un euro directo para el proyecto Cassandra".

El neumólogo no entiende por qué nuestro país sigue sin apostar seriamente por el cribado, aunque sospecha que la principal razón es su coste económico.

Dos informes realizados desde la Red de Evaluación de Tecnologías Sanitarias han evaluado "negativamente o, en el mejor de los casos, de forma tibia", la posibilidad de implantarlo.

"Luego está la estrategia nacional del cáncer, que desaconseja cribados en patologías más allá de los cánceres de mama, colorrectal y de cuello uterino".

Es una situación que le entristece. "Soy el primero que no entiende por qué en España estamos dejando que mueran casi 28.000 personas por cáncer de pulmón. En una generación hemos perdido a medio millón de personas".