En España, cerca de 70.000 personas sufren un infarto cada año. Más del 80% son dados de alta con un tratamiento con betabloqueantes.
Ahora, un ensayo clínico liderado por investigadores españoles ha puesto en cuestión el uso de estos fármacos que se habían venido utilizando desde hace más de 40 años.
La investigación, que se ha publicado simultáneamente en dos trabajos (en la revista The New England Journal of Medicine y en The Lancet), demuestra que los betabloqueantes no aportan ningún beneficio a los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio no complicado.
Para el investigador principal del estudio, Borja Ibáñez, los resultados no sólo "representan uno de los avances más significativos en las últimas décadas", sino que también "va a cambiar el tratamiento" en los casos de todo el mundo.
Dudas con algunos pacientes
Los interrogantes sobre la utilidad de los betabloqueantes al haber sufrido un infarto se deben a lo que se conoce como fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI).
Cuando se trata de un pequeño infarto, el corazón prácticamente no lo nota y se sigue contrayendo igual, por lo que la FEVI es superior al 50 %.
Si el infarto es de mayor gravedad, la función contráctil del corazón se puede reducir moderadamente (entre el 40 % y el 50 %) o deteriorarse de forma significativa (inferior al 40 %).
En el estudio BETAMI-DANBLOCK, en el que participa un grupo de pacientes "muy similar" al de REBOOT, no se observó ningún efecto perjudicial en las mujeres.
Los que pertenecen a este último grupo deben seguir siendo tratados con betabloqueantes, como aclara a EL ESPAÑOL Luis Rodríguez Padial, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Las dudas existían en los otros dos casos, ya que hasta la fecha no había evidencias claras sobre los beneficios de los betabloqueantes en este tipo de pacientes.
Los resultados del ensayo REBOOT no mostraron beneficios significativos del tratamiento en aquellos con la fracción de eyección por encima del 50%.
En los pacientes con función contráctil moderadamente reducida sí se observó un posible efecto positivo, pero el tamaño de la muestra era reducido.
Por ello los investigadores realizaron un metaanálisis con el que confirmaron que sí que se reducía significativamente el riesgo de muerte, infarto recurrente o insuficiencia cardíaca con los betabloqueantes.
En este grupo, explica Rodríguez Padial, sí que había división de opiniones. La mayoría, de hecho, seguía en tratamiento con betabloqueantes, pues era lo que se recomendaba en las guías clínicas.
Cree que —si no hay nuevos datos— se producirán nuevos cambios en estos documentos. En los pacientes con fracción de eyección por encima del 50% se indicará que no será necesario que tomen estos medicamentos.
En los que se encuentra entre el 40 % y el 50 % es posible que permanezca la recomendación; sobre todo porque otro estudio (presentado también en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología) respalda esta indicación.
Resultados contradictorios entre estudios
Este segundo trabajo, que combina dos grandes ensayos realizados en Dinamarca y Noruega, contradice otra de las conclusiones a las que se ha llegado con REBOOT.
El ensayo coordinado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en colaboración con el Instituto Mario Negri de Milán (Italia) sugiere que los betabloqueantes pueden ser perjudiciales para las mujeres.
Las pacientes que fueron tratadas con betabloqueantes tuvieron un aumento significativo del riesgo de muerte, reinfarto u hospitalización por insuficiencia cardíaca en comparación con las que no recibieron el fármaco.
De los 8.505 pacientes que participaron en el estudio, 1.627 eran mujeres. Aunque la proporción no es elevada, el número total de mujeres es el mayor jamás incluido en un ensayo que evalúa los betabloqueantes tras un infarto.
En el estudio BETAMI-DANBLOCK, en el que participó un grupo de pacientes "muy similar" al de REBOOT, no se observó ningún efecto perjudicial en las mujeres.
Para Rodríguez Padial, estos resultados contradictorios deben considerarse como "una llamada de atención" para continuar investigando sobre lo que realmente sucede con las mujeres tratadas con betabloqueantes.
"Muchas veces cuando se hace un estudio, y en función de cómo se haya diseñado, se puede obtener un resultado por azar. Pero hay que confirmarlo", advierte.
La información de estos estudios no se ha transmitido de esta manera en medios. Por ello entiende que "si una mujer está tomando betabloqueantes porque sufrió un infarto se alarme pensando que un fármaco le puede estar matando".
"Hay que tranquilizar a los pacientes", insiste.
A ello se le suma que ha habido titulares en los que se afirma que estos fármacos no son necesarios para la mayoría de las personas que han sufrido un infarto.
Este desconcierto ha provocado que al propio presidente de la SEC le hayan escrito pacientes por WhatsApp preguntándole si ellos deberían continuar con el tratamiento.
Su recomendación es clara. Aquellos que tengan una fracción de eyección inferior al 40 % ni se molesten en acudir a consulta.
Si es superior al 50%, sí que recomienda que lo comenten con su médico por si creen conveniente que sigan tomando el fármaco.
"No quiere decir que mañana todo el mundo vaya corriendo a consulta, que ya bastante sobrecarga tenemos", matiza. El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, coincide con él.
En una publicación en X asegura que "el maximalismo suele tener una consecuencia: mandar pacientes al médico diciendo 'usted me ha puesto un medicamento que no sirve para nada'".
Y, en realidad, el ensayo REBOOT "lo que hace es añadir información para que se sigan elaborando los posicionamientos".
"No son fármacos que estén matando a nadie", añade Rodríguez Padial. "Llevamos años mandándolos y no hemos tenido ese problema. Todo lo contrario".
Se aconseja que la interrupción sea progresiva, ya que de ser abrupta, podría tener consecuencias como hipertensión, eventos isquémicos o precipitar una taquicardia.
