En 2008, los estudios de ciencias sociales que abordaban el concepto de felicidad se dieron cuenta de un fenómeno: la percepción de este sentimiento no progresaba de forma lineal a lo largo de la vida. Para las personas encuestadas, el malestar se mantenía estable en niveles moderados entre los 18 y los 40 años, para escalar y tocar techo alrededor de los 50 años.
A partir de ahí, sin embargo, la sensación de malestar se iba atenuando a medida que los encuestados envejecían para recuperar el nivel de la juventud e incluso superarlo de largo a partir de los 65 años. A esta 'joroba' en la progresión se la bautizó como 'curva de la infelicidad', y marcaría el 'bache' en el que las circunstancias vitales presentarían mayores dificultades.
Las interpretaciones sociodemográficas son múltiples: la juventud es época de plenitud física y social, pero preñada de incertidumbres; la mediana edad trae declive biológico y mental, además de mayores cargas sociales y estrés; finalmente, la tercera edad traería, salvo casos de grandes discapacidades, el paso a una forma de vida más tranquila y el bienestar asociado a la sensación de realización.
Esta concepción ha saltado por los aires tras la publicación en Plos One de un estudio realizado con datos de participantes de todo el mundo. La trayectoria de la infelicidad en la vida de las personas ya no dibuja una curva en la mediana edad, sino que parte de máximos desde muy jóvenes, entre los 19 y 25 años de edad. A partir de ahí, toma una tendencia descendente hasta atenuarse de nuevo en la sesentena.
El equipo de David Blanchflower del Dartmouth College detectó este fenómeno por primera vez en Estados Unidos y Reino Unido, al trabajar con encuestas longitudinales realizadas respectivamente en 2023 y 2024. A continuación, cotejaron los resultados con la encuesta Global Minds realizada entre 2020 y 2025 en 44 países, incluida España.
La 'curva de la felicidad' tal y cómo era hace una década, frente a la caída continuada actual.
"El estudio rompe con una evidencia empírica, y una de las regularidades más citadas en ciencias sociales: la curva en U del bienestar y la joroba del malestar con la edad", explica Maite Garaigordobil Landazabal, especialista en Psicología Clínica y catedrática de Evaluación y Diagnóstico Psicológico de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en declaraciones a Science Media Centre.
"Esa forma ha desaparecido, siendo sustituida por un descenso del malestar con la edad", detalla Garaigordobil. La causa hay que buscarla en el auge de los trastornos mentales en los jóvenes. "El hallazgo de que la salud mental juvenil se ha deteriorado más que la de adultos mayores es relevante y preocupante, y conecta con debates actuales sobre redes sociales, desigualdad generacional, efectos de la Covid-19, precarización laboral...".
Cómo ajustar la curva
Estos hallazgos son preocupantes para los investigadores porque, si bien la fluctuación del malestar es inevitable a lo largo de la vida, los resultados dibujan un sufrimiento incrementado precisamente entre los más jóvenes. "Invertir en el bienestar y la salud mental del alumnado no solo mejora el clima escolar y el rendimiento académico, sino que garantiza un desarrollo humano más equilibrado y resiliente de las nuevas generaciones", apunta Garaigordobil.
