Paolo Fava
Publicada

Se estima que más de 800.000 personas sufren demencia actualmente en España, una cifra que se duplicará en las próximas décadas hasta alcanzar 1,7 millones de afectados para 2050 según las estimaciones del Ministerio de Sanidad. No es ni mucho menos un problema exclusivo de nuestro país: especialistas de todo el mundo advierten de una pandemia silenciosa que se acerca debido al envejecimiento poblacional, y de la que el alzhéimer es responsable en un 75% de los casos.

Ahora, una gran colaboración científica internacional ha puesto en evidencia la tardanza en diagnosticar este mal. Entre los primeros síntomas de deterioro cognitivo y el reconocimiento de la demencia pasan 3,5 años de media, o incluso 4,1 cuando se trata de demencias tempranas. Esta es la conclusión de un metaanálisis coordinado por el University College de Londres y publicado en el International Journal of Geriatric Psychiatry.

Los investigadores revisaron datos de trece estudios realizados con participantes de países europeos -España incluida-, Estados Unidos, Australia y China. En total se recopilaron datos de 30.257 individuos, y se estimó el intervalo medio entre la aparición de los primeros síntomas -un dato determinado tanto por los pacientes como por sus familiares y cuidadores- hasta el diagnóstico definitivo de demencia.

El profesor Rafael Del Pino Casado de la Universidad de Jaén ha sido uno de los participantes en la investigación. "Los retrasos se pueden ir creando en el seno de los sistemas sanitarios debido a la inconsistencia de las rutas de derivación, el acceso limitado a los especialistas y la falta de recursos de los centros especializados para la memoria", manifiesta. "Las diferencias de idioma o la falta de herramientas de valoración culturalmente apropiadas pueden ser un obstáculo".

"El diagnóstico puntual de la demencia sigue siendo un reto global mayúsculo", valora el doctor Vasiliki Orgeta, de la División de Psiquiatría de la UCL y autor principal del trabajo. "Esto se debe a un conjunto de factores complejos, y se necesitan estrategias específicas de salud para mejorarlos. Hay otros estudios que estiman que únicamente entre el 50% y el 65% de los casos se diagnostican en los países desarrollados, y aún menos en los demás".

Esta puntualidad en el diagnóstico es clave, insiste Orgeta, porque permite acceder a tratamientos tempranos que pueden retrasar la aparición de los síntomas más graves. El metaanálisis indicó que dos casuísticas específicas, la demencia temprana en edades más jóvenes y la demencia frontotemporal, implicaron los mayores retrasos hasta la identificación de la patología.

"Los síntomas de la demencia se tienden a confundir con señales habituales del envejecimiento, mientras que el miedo, la estigmatización y la escasa concienciación pública pueden llevar a que los pacientes sean reacios a buscar ayuda", explica el doctor Phuong Leung, de la División de Psiquiatría del UCL. En ese sentido, un estudio estimó que las personas negras tendían a esperar más hasta ser diagnosticadas.

"Nuestro trabajo subraya la necesidad de dotarnos de una estructura conceptual clara para diagnosticar la demencia a tiempo, que debemos desarrollar en colaboración con los pacientes, sus cuidadores y su entorno", concluye Orgeta. "Necesitamos actuar en varios frentes. Las campañas de concienciación pueden ayudar a reconocer los síntomas tempranos y reducir el estigma. La formación clínica para la valoración y la derivación es crucial, así como la atención e intervención personalizada para cada caso, paciente y familia".