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En la película Yo, robot se presenta una sociedad en la que humanos y máquinas conviven y ellas desarrollan una gran variedad de trabajos antes destinados a las personas. Cocinan, pilotan aviones o hacen de niñeras.

Más de dos décadas después del estreno de esta distopía, la Inteligencia Artificial está presente en la mayoría de trabajos y sectores. Incluso la cirugía ya cuenta con herramientas de este tipo desde hace años.

Prueba de ello son los robots Da Vinci, utilizados por cirujanos para intervenciones mínimamente invasivas a través de laparoscopia (una técnica realizada mediante una o varias incisiones de pequeño tamaño).

Un grupo de investigadores de las universidades Johns Hopkins, Stanford y Columbia han ido un paso más allá y han mostrado que en un futuro puede que veamos, y normalicemos, la cirugía totalmente automatizada.

El equipo ha conseguido que un robot entrenado con IA haya podido extraer de manera exitosa ocho vesículas biliares de cerdo sin intervención humana, usando herramientas para cortar, sujetar y agarrar tejido blando. Los resultados se publicaron el pasado 9 de junio en Science Robotics.

Los investigadores entrenaron la IA con vídeos de cirujanos extrayendo este órgano en cerdos muertos. A diferencia de la preparación, los animales estaban vivos en el momento de la operación.

Según la investigación, el robot ejecutó el proceso algo más despacio que un profesional humano, pero de manera menos brusca y las trayectorias entre tareas eran más cortas. Con avances como este, cabe preguntarse si en una década algo así puede convertirse en la normalidad.

José Francisco Noguera, presidente del Comité Científico de la Asociación Española de Cirugía (AEC), cree que se puede llegar a ese momento, aunque ahora parece ciencia ficción. "Quizá en un futuro no muy lejano", apunta.

Reconoce que, al final, los robots podrán realizar, solos, intervenciones de poca gravedad, pero expone que habría que plantearse si tiene sentido emplear tecnología muy costosa en "procedimientos que podríamos considerar sencillos", como es el caso de la extracción de la vesícula biliar.

Para él, la función de la robótica es ayudar a los cirujanos a "hacer más sencillos procedimientos complejos", no al revés. "Si no, tendríamos una sanidad insostenible", defiende. "La idea es que el robot ayude en situaciones cada vez más difíciles con pacientes más complicados".

Aparte de la capacidad o no de la robótica, también habría que preguntarse si los pacientes estarían dispuestos a ponerse en las manos de una máquina para que realice su operación. "Habría de todo, unos confiarían en el robot y otros preferirían que lo dirigiera una persona", establece Noguera.

El experto cree que no es tan descabellado. Cada vez se le concede más autonomía a las máquinas en cosas cotidianas como los coches o la cocina, con tecnología que prepara la comida mientras estamos en el trabajo o que ajusta la velocidad de conducción. "Esto hace unos años no lo pensábamos".

Capaz de resolver inconvenientes

Los autores del trabajo publicado en Science Robotics señalan en el texto que el robot fue capaz de reconocer las estructuras anatómicas clave, como conductos y arterias, incluso cuando se alteró el entorno para ponerle a prueba.

El equipo cambió la posición de la máquina y agregó tintes similares a la sangre para cambiar la apariencia de los tejidos, entre otros. En cada operación, el robot corrigió el curso del procedimiento sin ayuda humana una media de seis veces para conseguir un resultado exitoso.

En España, y en ningún país, no existe ninguna tecnología que permita realizar algo así. Todos son robots conocidos como "maestro-esclavo", indica Noguera. Es decir, reproducen los movimientos que el cirujano les va indicando a través de una consola.

Es cierto que, en algunas ocasiones, pueden hacer esos procedimientos con más precisión, sin temblor fisiológico, pero solo pueden realizar los movimientos que el profesional sanitario les indica, dice Noguera. "Pueden ahorrar un ayudante, pero no sustituyen al cirujano", deja claro.

Una tecnología necesaria

Se podría plantear que, si estas máquinas se instauran en los hospitales, los cirujanos podrían hacer de vigilantes o supervisores, algo con lo que no está de acuerdo Noguera porque no se trata de una cadena de montaje.

No hay dos pacientes iguales. Cada uno tiene sus peculiaridades anatómicas y fisiológicas. El proceso de enfermedad también es muy variable: "Cómo afecta un mismo proceso a cada persona, y cómo altera sus tejidos, es muy distinto".

El experto está seguro de que si este tipo de tecnología se convirtiera en la norma, su profesión no desaparecería. "Se reinventaría". Probablemente, teoriza, su labor consistiría en simular las cirugías previamente y establecer modelos virtuales para enseñar a los robots, entre otras cosas.

No obstante, cabe plantearse si eso tendría mucho sentido, apunta. "Al final piensas que tanto habría que hacer para que el robot operara, que lo mejor es que lo hagamos nosotros y él nos ayude", formula.

Noguera cuenta que él mismo ha tenido la oportunidad de trabajar con la robótica Da Vinci y han sido experiencias muy satisfactorias. "Cuando tienes la posibilidad de trabajar con un robot, ya estás pensando en adquirir el segundo".

Lo que el cirujano tiene claro es que esta tecnología ha llegado a los quirófanos para quedarse, pero hay que emplearla de la mejor manera posible. "Nos permitirá hacer cirugías que antes no se realizan ahora".