Publicada

Un análisis de los casos esporádicos de legionelosis en España –aquellos que no están asociados a brotes– entre 2011 y 2023 muestra un aumento sostenido en la incidencia y la mortalidad por esta bacteria.

El número de casos ha ido creciendo un 8,96% anual y en 2022 hubo 3,46 personas afectadas de cada 100.000.

Los casos se concentran entre junio y noviembre y afectan más a hombres que a mujeres en una proporción aproximada de 3 a 1.

Las muertes, en cambio, han aumentado a un ritmo promedio del 11,19% anual. A lo largo del periodo de estudio se registraron 823 muertes.

El año con menos mortalidad fue 2016, con 0,64 defunciones por cada millón de personas, mientras que en 2023 fueron 2,83. 

Esto es, la tasa de mortalidad en 2023 es más de cuatro veces superior a la de 2016. Sin embargo, la letalidad (la proporción entre casos y muertes) no tiene una tendencia clara y el promedio es del 6,18%, sin diferencias notables entre sexos.

El trabajo, que aparece en el Boletín Epidemiológico Semanal que publica el Centro Nacional de Epidemiología –perteneciente al Instituto de Salud Carlos III–, señala que se desconoce el origen de la mayor parte de los casos.

Esto se debe, sobre todo, a la falta de información sobre las exposiciones de riesgo y por la dificultad a la hora de detectar las fuentes de la infección.

Porque las bacterias del género Legionella son ubicuas. Están distribuidas mundialmente y su reservorio es el agua y el suelo.

Se transmiten mediante aerosoles del agua. Una temperatura de la misma de entre 20 ◦C y 45 ◦C facilita su proliferación.

De ahí que las aguas en depósitos o torres de refrigeración suponen un riesgo. De hecho, no son raros los casos de brotes en establecimientos hosteleros como hoteles o restaurantes.

Brotes y casos esporádicos

Pero estos son una pequeña parte. Aproximadamente el 85% del total son casos esporádicos, trasmitidos por exposición a ducha, fuentes ornamentales y otros potenciales generadores de agua en aerosoles, y por eso es tan difícil rastrearlos.

"Quizá ahora hay menos casos en hostelería que antes porque la ley exige que se vigilen mucho las torres de refrigeración, que son a las que se asocian los brotes", comenta Diego García Martínez de Artola, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

"Pero este organismo es ubicuo, te lo puedes encontrar en sistemas ornamentales, de grifería, etc. Como no necesita al ser humano para reproducirse, puede mantenerse en casi cualquier lugar".

La tendencia al aumento de casos y muertes no es exclusiva de España. El Centro Europeo para el Control del Enfermedades da cuenta de una incidencia promedio de 2,4 casos por 100.000 habitantes, similar a la incidencia media anual española (2,17 casos).

También señala un crecimiento en el último año del 10% (y un pico de casos en julio) y una letalidad del 6,6%. España es el sexto país con más incidencia de casos declarados.

Las razones para este aumento generalizado de la incidencia no están claras. Pere Godoy, miembro del grupo de vacunas y vigilancia de la Sociedad Española de Epidemiología, explicaba el año pasado a EL ESPAÑOL que pueden concurrir varias causas.

Por ejemplo, "el cambio climático puede tener su papel: la Legionella vive en el agua superficial y el aumento de las temperaturas puede suponer que crezca más rápido".

Sin embargo, García Martínez de Artola subraya la mejor capacidad diagnóstica. "Hasta hace no mucho, la detección no se realizaba por PCR sino mediante cultivo, que requería mucho trabajo y que, además, tenía una sensibilidad muy baja".

También recalca que los casos que se notifican son aquellos graves. "Ahora se diagnostica más y en pacientes relativamente graves. Eso justifica el incremento y la mayor letalidad o las tasas de mortalidad".

El perfil de afectado por legionelosis es el de un varón mayor de 65 años o con condiciones de riesgo como estar inmunocomprometido.

Los datos europeos muestran que el número de casos entre los hombres es 2,4 veces mayor que en mujeres. La diferencia es menor que en el caso español, pero también marcada.

"Los hombres, en general, suelen estar más expuestos", explica el portavoz de SEIMC. "Históricamente, tienen mayor vida social y, como el microorganismo es ubicuo, tienen mayor probabilidad de infección".

Los hombres también tienen una mayor afectación pulmonar debido al mayor consumo de tabaco, por lo que tienen más posibilidades de progresión a enfermedad grave y, por tanto, de detectarse y notificarse la bacteria.

La enfermedad causada por la legionelosis tiene dos formas clínicas diferentes. La primera es la llamada enfermedad del legionario, que cursa como una neumonía atípica de entre dos y diez días de incubación y tiene síntomas de fiebre, disnea (sensación de falta de aire), diarrea e hiponatremia (baja concentración de sodio en sangre).

La segunda forma es la conocida como fiebre de Pontiac y se trata de un cuadro leve y autolimitado, se manifiesta una vez pasadas entre 24 y 48 horas desde la exposición y se caracteriza por fiebre, malestar, fatiga y dolor muscular.

Diferencias territoriales

El informe del Instituto de Salud Carlos III llama la atención sobre dos características de la epidemiología de la legionelosis. Primero, que no hubo un descenso de casos con la pandemia, como sí ocurrió en otras enfermedades infecciosas.

"Esto probablemente se deba a que es una enfermedad de origen ambiental, que no se transmite de persona a persona, por lo que no han influido las medidas de distanciamiento social o las restricciones de movilidad", explica el texto.

La segunda cosa llamativa es que son las provincias del norte y noreste las que mayor incidencia acumulan. Guipúzcoa, con 5,3 casos por 100.000 personas, es la que registra las mayores cifras. Le siguen Huesca (4,4 casos) y Cantabria (3,9 casos).

Los autores del informe del Carlos III apuntan que esta concentración territorial en el norte "sugiere la existencia de factores ambientales compartidos, posiblemente relacionados con la temperatura, la humedad o la pluviosidad, que han sido asociados previamente a un aumento de casos de legionelosis".

Diego García Martínez de Artola señala que la enfermedad se puede combatir con antibióticos como las quinolonas y la azitromicina, por eso ve positivo que ahora se conozca mejor.

"Antes se moría gente sin causa definida pero ahora podemos encontrar las causas, con este y otros microorganismos", indica.

Sin embargo, "se puede seguir haciendo más. Conocer mejor el organismo, cuáles son los focos, poder detectarlos rápido para poner cortapisas cuanto antes y tratarlo clínicamente de forma precoz. Todo esto es porque se diagnostica más pero también más rápido".