Los ahogamientos se intensifican con la llegada del verano. En este tiempo, la preocupación hacia los más pequeños crece y no es para menos: en España, representan la segunda causa de fallecimiento accidental en menores de 14 años.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), desde 2013 han fallecido 469 menores de 14 años por ahogamiento, sumersión y sofocación accidentales. Aquel año se registró precisamente el número más alto, con 59.
En 2023, murieron 45 menores por esta causa. Fue la cuarta peor cifra de una década en la que no hay un año con menos de 30 fallecidos.
Por ello los expertos insisten en que "cada minuto cuenta" ya que saber actuar ante estos accidentes es fundamental porque "muchos de ellos son evitables".
Los errores más frecuentes
El miembro del Comité de Soporte Vital de la Asociación Española de Pediatría (AEP) Valero Sebastián considera que esta realidad es consecuencia de que los niveles de cuidado son menores, mientras que las alternativas de ocio cada vez abundan más.
Le preocupa que en los recintos particulares la piscina no esté cercada y que los padres no estén al tanto de los niños: "Esto se ve todos los años", asegura en declaraciones a EL ESPAÑOL.
Y es que el ahogamiento se puede producir en un pequeño instante en el cual no se tenga supervisado al menor. Esta vigilancia también debe realizarse incluso con la presencia de socorristas, pues su labor no es vigilar a los bañistas, sino actuar en caso de accidente.
Porque, como insiste Sebastián, "el principal problema es la responsabilidad de los padres al no estar pendientes de los niños". Confían en elementos de seguridad que no lo son como los flotadores y no son conscientes de que "los niños son muy sensibles a ahogarse hasta que no aprenden a nadar".
Por este motivo, y "por la falta de supervisión de los padres", el pico de incidencia se da entre los niños de uno a cuatro años. De los que han fallecido en la última década en España, más de la mitad han sido en esta franja. En 2023, el porcentaje fue del 62%, con cerca de 30 fallecidos.
A nivel mundial, la tasa más alta también se registra en este grupo, en el que el ahogamiento es la cuarta causa de muerte más frecuente.
La tasa de supervivencia del ahogamiento pediátrico es alta en los países desarrollados. Un estudio realizado en Estados Unidos registró una supervivencia del 86,9%.
Un porcentaje similar al que se obtuvo en otro trabajo realizado en Suiza que analizó 80 ahogamientos durante un periodo de 15 años. En España, recientemente se llevó a cabo un pequeño estudio. La supervivencia de los niños que requirieron ingreso fue del 74%.
Este último trabajo también advirtió de que los menores de cuatros años se ahogan principalmente en piscinas. De ahí la importancia de un cercado completo que proteja toda la superficie porque "no hay cantidad de agua segura". Hay lactantes que se pueden ahogar con una profundidad de 2 centímetros.
Sebastián recomienda a los padres que en cuanto puedan, enseñen a nadar a sus hijos. Lamenta que, a diferencia de lo que ocurre en otros países, en España no esté dentro del currículum escolar.
En los mayores de cuatros años, los ahogamientos se dan más por "accidentes dentro del agua". Estos suelen estar protagonizados por varones.
Hay años en los que su índice de mortalidad duplica al de ellas. Esta diferencia puede responder a que, por lo general, "el niño tiende a asumir más riesgos".
De qué manera actuar
Cuando se producen, la mayoría desconoce qué debe hacer. Desde la AEP estiman que más del 80% de los casos de ahogamiento ocurren en presencia de adultos que no saben cómo reaccionar.
Este desconocimiento les puede llevar incluso a actuar de manera equívoca. Por ejemplo, vaciar el agua de sus pulmones provoca "una pérdida de tiempo crucial" para revertir la hipoxia.
Lo adecuado si una persona no respira es aplicar de inmediato el protocolo de reanimación cardiopulmonar, combinando ventilaciones y compresiones torácicas.
Es muy importante por ello "que la población se conciencie de que debe aprender este tipo de maniobras porque las probabilidades de supervivencia son mayores", como apunta Sebastián.
Las consecuencias son irreversibles
Pese a que en 2024, según los datos provisionales del INE, se registraron 471 muertes por esta causa, la cifra de afectados es mayor. Se considera que por cada fallecimiento puede haber hasta cuatro ahogamientos no mortales que requieren hospitalización.
Estos accidentes pueden dejar secuelas con distintos grados de daño neurológico. Dependerá del tiempo transcurrido: a partir de los tres minutos, la falta de oxígeno provoca consecuencias que son prácticamente irreversibles.
Por ello es fundamental la vigilancia en todo momento. Y es que uno de los mitos más extendidos es que la persona que se ahoga pide ayuda.
No sólo no es así, sino que suele hacerlo en silencio, centrando todos sus esfuerzos en tratar de mantener la cabeza fuera del agua para poder respirar.
Este proceso puede durar desde apenas unos segundos hasta pocos minutos. Se estima que la víctima puede hundirse y desaparecer de la superficie en aproximadamente 90 segundos.
