J. Rodríguez
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No somos pocos los españoles que tenemos en casa un arsenal de medicamentos. Sí, la mayoría son fármacos que no requieren receta pensados para solventar un dolor puntual, pero también escondemos muchos que no deberían estar ahí. Se trata de sustancias que deben estar siempre recomendadas por un médico o un farmacéutico y que, si sobran, lo mejor es que las tiremos en vez de guardarlas para próximas veces.

Esto no sólo sucede con los antibióticos, que muchos guardan desde la última vez que se los recetaron para un eventual dolor de garganta, sino con fármacos que interfieren en el sistema nervioso. Tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, España vive un ascenso imparable del consumo de benzodiacepinas desde las últimas tres décadas y este fenómeno puede tener graves consecuencias para nuestra salud pública.

Sobre este problema también se ha pronunciado el médico José Manuel Felices en su perfil de Instagram. En un vídeo reciente habla sobre las pastillas para dormir que, en muchas ocasiones, no son otra cosa que benzodiacepinas. Junto a él aparece el médico Fabián Lozano, que es especialista en Psiquiatría, y confirma que "el problema es que la gente las toma a diario y de manera crónica, cosa que no está indicada".

Las benzodiacepinas son un tipo de medicamentos depresores del sistema nervioso central y pueden generar dependencia. Se utilizan para tratar trastornos de ansiedad, ataques de pánico, fobias, casos de insomnio, de epilepsia y convulsiones, también como relajante muscular e, incluso, se puede administrar como sedante en preoperatorios. Sin embargo, en cada uno de estos casos debe estar asignada por decisión de un médico.

"Cuando las ponemos, tenemos que hacerlo con una fecha de inicio y otra de fin", explica Lozano. Advierte que, aunque estas pastillas se utilizan con frecuencia contra la ansiedad, no resuelven el problema: "La ansiedad es como una planta, si tomamos una bonzo, la cortamos a ras del suelo y, si no eliminamos esa raíz, va a volver". Es decir, este tipo de fármacos sólo pueden tener un efecto a corto plazo y plantean varios riesgos.

Tratamiento de rescate

Si nos acostumbramos a esta solución a corto plazo, pero no nos ocupamos de nuestra ansiedad, es posible que terminemos dependiendo de ella y a largo plazo puede plantear problemas graves. "Tendremos que saber el origen de la ansiedad y, en todo caso, ese tratamiento sería, o con antidepresivos, o con psicoterapia. Pero el tratamiento crónico nunca serían las benzodiacepinas", explica este médico.

Las benzodiacepinas, en cualquier caso, son medicamentos útiles y que han probado ser seguros cuando se emplean de la manera correcta. Su uso en la psiquiatría está justificado, pero siempre respetando las condiciones en las que nuestros médicos pautan para nosotros. Felices pregunta a Lozano qué debemos hacer ante un ataque de pánico, uno de esos momentos en los que "controlar la ansiedad es tan difícil", apunta.

Ni siquiera en estos momentos, las benzodiacepinas son la primera opción a la que deberíamos recurrir. Lozano indica que en estos casos debemos activar "un plan de crisis". En este sentido, "el primer paso es realizar tareas que nos den placer, como escuchar música, salir o pintar un cuadro" y el siguiente paso, el segundo, es "hablar con gente que nos tranquilice, como nuestros familiares o nuestros amigos", detalla.

Si nada de esto funciona, y sólo en caso de que realmente no funcione, es cuando entra en juego la vía farmacológica. "El tercer paso es la medicación de rescate, que sería en este caso las benzodiacepinas", apunta Lozano. Es decir, que incluso cuando tenemos una condición como un trastorno de ansiedad generalizada, la benzodiacepina es de uso puntual y no se contempla que se pueda usar de manera crónica.

"Y si tampoco funciona, el cuarto paso es venir al hospital para ser valorado por un profesional", concluye Lozano. La ansiedad es un problema cada vez más familiar en España y su principal tratamiento debe ser la psicoterapia. En algunos casos, la medicación es, incluso, innecesaria para resolver el problema. Los hábitos de vida saludable también pueden contribuir a reducir los síntomas de ansiedad.