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"A sus 15 años, Christopher Boone conoce las capitales de todos los países del mundo, puede explicar la teoría de la relatividad y recitar los números primos hasta el 7507 pero le cuesta relacionarse con otros seres humanos". Así comienza la sinopsis de El curioso incidente del perro a medianoche, el libro con el que Ainhoa Castaño Martos comenzó a tener sospechas, a sus 11 años, de que era autista, como el protagonista de la novela de Mark Haddon.

Aunque tiene "una pequeña obsesión" con los números primos, en lo que más se vio reflejada en Christopher era que a ella también le costaba relacionarse con otras personas; especialmente, con sus coetáneos: "En el colegio, no entendía cómo socializar con la gente de mi edad porque sus intereses eran muy distintos a los míos. Prefería estar sola en el patio", recuerda en conversación con EL ESPAÑOL, con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo que se celebra este miércoles 2 de abril.

Con el tiempo, dice que se las apañó a la hora de socializar. El problema seguía estando en que "no entendía a los demás", para lo que Ainhoa pone dos ejemplos. El primero, el de la sonrisa: "El resto de personas que no son autistas parecen asociar el sonreír a estar feliz. Yo no lo hago. Cuando estoy feliz, me muevo mucho o doy saltos, pero no necesariamente estoy sonriendo".

Tampoco mira a los ojos si tiene que prestar atención a alguien porque le genera "distracción". Por ello cuando le sucedía al contrario, la miraban fijamente y sonreían, "paraba de hablar de golpe", se iba y eso le "hacía sentir aislada". Estas diferencias no las percibió cuando acudía de Sardañola del Vallés, el municipio en el que vive desde los tres años, a Barcelona para acudir a eventos de anime y música en los que había personas con autismo (se estima que en España hay unas 500.000).

Para entonces, a ella aún no se lo habían diagnosticado pese a que en la primera prueba el resultado había sido positivo. La psiquiatra le dijo que iba a considerarla "un falso positivo" porque "hacía contacto visual y vestía de forma femenina". El segundo especialista que la vio sí que confirmó el diagnóstico y le comentó que su autismo era el que se suele presentar en mujeres: "No tenemos problemas para socializar, pero nos quema mucho el hacerlo". Ella, aunque puede acudir a eventos, al día siguiente se lo tiene que pasar en la cama porque está "agotada. Es como si corriera un maratón".

Relacionarse de forma distinta

La llegada del diagnóstico le sirvió para cambiar las etiquetas que tenía antes ("rara, diferente o poco sociable") por la de autismo. "No entiendo que haya quien esté en contra de que se diagnostique en adultos", comenta, "ya que a mí me ha ayudado a saber que no es que sea borde, me relaciono de una forma distinta". Le ha valido para sentirse más tranquila y más relajada, además de que le ha ayudado mucho con la depresión por la que empezó a ir al psicólogo a los 15.

Aunque el peor momento llegó un par de años después, cuando coincidió el diagnóstico con el cambio de ESO a Bachillerato. El método que se sigue durante esta etapa ("sentarse a memorizar para hacer un examen") le supuso "una gran presión" a Ainhoa, quien no estaba a gusto "en la educación obligatoria" porque le hacían aprenderse muchas cosas que o bien ya sabía o simplemente no le interesaban.

En el instituto, tampoco recibió el apoyo que esperaba: "La psicopedagoga me dijo que no era autista, que era tonta y que no fuera a la universidad". Ainhoa no sólo no le hizo caso, sino que se matriculó en el Doble Grado de Ingeniería Informática e Ingeniería Electrónica en Telecomunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Su sorpresa fue que con el servicio de psicopedagogía de la facultad no tuvo ningún problema. Todo lo contrario, está "encantadísima", al igual que con los profesores, que están pendientes de que Ainhoa siga las clases. Aunque la mayor dificultad la tiene en los exámenes: "No entiendo lo que se me está preguntando porque me expreso distinto y no haría la pregunta de la misma forma". Por ello lo que hace es estudiar cómo pregunta el profesor, ya que la teoría se la suele saber solamente por estar en clase.