Dentro de unos años, al mirar hacia atrás, veremos cómo la Covid-19 marcó un antes y un después en la investigación biomédica. Concretamente, en la de las vacunas, uno de los pilares fundamentales de la mejora de la esperanza de vida de la humanidad en el último siglo.

El último hito es la aprobación de la primera vacuna antiCovid basada en ADN, la molécula considerada el libro de instrucciones de la vida. Lo ha hecho la India y es la primera vez que una vacuna de este tipo se utilizará comercialmente en seres humanos.

A pesar que se lleva experimentando con ellas desde los años 90, las únicas vacunas disponibles con esta tecnología solo existían en el entorno veterinario, para caballos, perros, cerdos o hasta salmones.

Ahora, la vacuna desarrollada por el laboratorio Zydus Cadila –con apoyo del Departamento de Ciencia y Tecnología del Gobierno indio– podrá administrarse a todas las personas a partir de 12 años a partir de este mismo mes en una pauta de tres dosis. La empresa, especializada en medicamentos genéricos y biosimilares, ya ha anunciado que puede producir hasta 50 millones de dosis de aquí a principios del año que viene.

El principal hándicap de estas vacunas es que tienen que llegar al núcleo de las células humanas para que se active el mecanismo de fabricación de los antígenos, que posteriormente serán reconocidos por el sistema inmune. Esto ha conseguido tradicionalmente unos niveles bajos de inmunidad. Por el contrario, el ARN mensajero que utilizan las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna solo necesita penetrar en la célula para que esta se haga cargo de la producción de la proteína.

Protegidos contra la variante Delta

El Gobierno indio ha señalado que la eficacia de la vacuna para prevenir la Covid-19 sintomática es del 66,6%, relativamente baja respecto a los todopoderosos sueros de ARNm, pero con una ventaja: han incluido la variante Delta, predominante en el subcontinente indio desde la pasada primavera. El estudio, en el que han participado 28.216 personas, dio comienzo el 20 de enero.

También tiene un mecanismo de administración distinto al de las vacunas antiCovid aprobada en Europa. En lugar de una inyección intramuscular, ZyCoV-D utiliza un dispositivo que introduce el líquido a presión a través de la piel, donde hay gran cantidad de células inmunes, por lo que superaría el bajo umbral de inmunidad tradicional en estas vacunas.

Puede parecer extraño que la primera vacuna de ADN en humanos parta de India, un país de segunda fila en la vanguardia de la investigación biomédica. No obstante, su industria farmacéutica es una de las más importantes del mundo: no en vano llaman a la India 'la farmacia del mundo', porque es donde se fabrica la inmensa mayoría de medicamentos genéricos del planeta, esto es, aquellos que 'copian' a los de marca una vez vencida la patente.

El paso definitivo ha sido que, en la última década, han ido 'copiando' fármacos de una complejidad cada vez mayor, fabricando versiones de medicamentos biológicos punteros como los anticuerpos monoclonales, utilizados para tratar los cánceres más difíciles.

Próximas vacunas de ADN

Sin embargo, ZyCoV-D no es la única vacuna basada en ADN que puede llegar a los brazos de los ciudadanos en los próximos meses. Según el registro de vacunas Covid en investigación que lleva a cabo la OMS, hay 11 vacunas que están ensayándose en humanos y otras 16 que se encuentran en desarrollo preclínico (en lugares como Egipto, Bangladesh, Eslovenia o Uzbekistán, por cierto).

Entre las que ya están en ensayos clínicos, hay dos especialmente avanzadas. La primera, del laboratorio norteamericano Inovio Pharmaceuticals, tiene abierto un ensayo en el que están participando aproximadamente unas 6.000 personas y en el que, además de la eficacia frente a enfermedad sintomática, también se mide la protección frente a hospitalización y muerte como objetivo primario.

Al igual que la de Zydus Cadila, esta vacuna se administra mediante un dispositivo, llamado Cellectra 2000, que introduce el líquido por vía subdérmica. Se administra en dos dosis separadas 28 días entre sí.

La otra candidata proviene de Japón, de la empresa AnGes. El ensayo, en fase 2/3, dio comienzo el pasado noviembre e involucra a 500 participantes que reciben la vacuna (por vía intramuscular) en dos dosis separadas por un intervalo de 14 o de 28 días.

Al igual que las vacunas de ARN mensajero, parece que las basadas en ADN vienen para quedarse. El virólogo indio Shahid Jameel ha indicado en Nature que, de demostrarse su éxito, el futuro de la vacunología en humanos está aquí.

Y es que este tipo de sueros ofrece varias ventajas frente a las tecnologías usadas hasta ahora, pese a que tampoco serán esterilizantes (esto se basa más en la vía de administración que en su tecnología).

Primero, que no contiene impurezas. Las vacunas basadas en proteínas recombinantes, al necesitar cultivos celulares que posteriormente son purificados, pueden contener trazas de antibióticos u otras proteínas.

Además, las de ADN, al utilizar plásmidos (poco más que un ADN circular con el gen de la proteína y otro que activa el proceso de codificación), también evitan la posible inmunidad cruzada con el vector viral, lo que permite que se inoculen varias dosis sin riesgo a perder efectividad y su uso en personas inmunodeprimidas y embarazadas.

Por otro lado, se ha visto que estas vacunas tienen un perfil de seguridad muy interesante, con escasos efectos secundarios, generan tanto inmunidad humoral (anticuerpos neutralizantes) como celular (células T) y la infraestructura de producción es menos costosa.

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