Berlín

"No sabemos si es el inicio de una segunda ola, pero podría serlo". Nadie podrá decir que Lothar Wieler no ha avisado a Alemania. Él es presidente del Instituto Robert Koch (RKI, por sus siglas alemanes), la agencia federal de prevención y control de enfermedades. El país de la canciller Angela Merkel presentaba el pasado jueves 839 casos nuevos de coronavirus. Ese número puede parecer pequeño respecto a los 206.926 registrados en el país desde que comenzara la pandemia. Ese número está aún por debajo de los 280.610 casos de los que se daban cuenta a mediados de esta semana en España. Pero lo que preocupa a Wieler en el RKI es el ritmo con el que vienen creciendo los contagios en Alemania. 



El lunes de esta semana se registraban 340 nuevas infecciones. El martes eran 633 y el miércoles 684. Entre los pasados viernes y sábado se sumaron casi 1.700 casos nuevos. A este ritmo, la media en los últimos siete días ha subido a 590. Seguramente sean demasiados para un virus del que el ministro de Sanidad de Merkel, el conservador Jen Spahn, decía en abril tener "bajo control"



"Estamos en mitad de una evolución rapidísima", decía Wieler a cuenta del aumento de infecciones en el país. A nadie se le pasó que Wieler hablaba con una seriedad propia de momentos anteriores y más graves en esta pandemia. En su intervención pública del martes, Wieler se esforzaba en recordar lo importante que es mantener la distancia social, respetar las indicaciones de higiene de manos, el uso de mascarillas, airear los espacios cerrados y reducir la vida social cuanto sea posible. 



Tal vez se hubiera mostrado aún más serio si, como en España, el jueves se hubieran registrado 1.229 casos, el martes 905 y el lunes otros 855. Aún así, para empezar a contener el número de casos, está previsto que el país de la canciller Angela Merkel haga obligatorio hacerse tests de coronavirus para los viajeros que regresen de vacaciones de zonas de riesgo. También en el debate público comienza a aparecer la palabra "cuarentena" para los turistas que estos días regresen de vacaciones.



"La pandemia no ha sido superada todavía, y no lo será por largo tiempo. La obligación de hacerse el test y la cuarentena para los turistas son recordatorios para todos", ha editorializado esta semana sobre la evolución de la COVID-19 a nivel internacional el influyente diario Frankfurter Allgemeine Zeitung. Frente a la preocupación que esa evolución general, ese mismo periódico presentaba hace unos días un análisis en el que se describía en confiados términos la situación del sistema sanitario germano. 



Con más tests y más millones de euros



"El sistema sanitario se siente bien equipado", se leía en el influyente diario de Fráncfort a cuenta de cómo se ha estado preparando este sector clave en la pandemia. Esa afirmación se sostiene en hechos como la probada capacidad germana para hacer tests masivos. Según las estimaciones del RKI, Alemania pueden hacerse 1,2 millones de pruebas semanales. En el último mes se han realizado dos millones de tests. O sea, del orden de medio millón a la semana. 



En la penúltima semana de julio se realizaron 563.553 pruebas, la mayor cifra registrada desde que comenzó la pandemia. Comparativamente hablando, en España se hicieron entre los pasados 17 y 13 de julio, 273.358 pruebas. Desde que comenzó la pandemia, las autoridades españolas han realizado 4,3 millones de tests. En Alemania, la cifra es prácticamente el doble (8 millones).



"Nos hemos preparado bien en este tiempo frente a la pandemia, se ha aumentado la capacidad para hacer tests, la de los hospitales, se han hecho muchas cosas y muy bien, y no siendo yo ningún fan de Angela Merkel, hay que decir que lo ha hecho muy bien", dice a EL ESPAÑOL Frank T. Hufert, director del Instituto para la Microbiología y la Virología de la Escuela Superior de Medicina de Brandeburgo.



De este modo, se contaban en 7.800 millones los euros que se habían puesto en abril en manos del ministro de Sanidad alemán para reforzar el sistema sanitario germano. Se entiende que de ahí ha salido el dinero que ha servido para posibilitar el aumento en la capacidad de los hospitales y de realización de tests además de las ingentes compras de mascarillas y guantes de un solo uso. 



La dimensión de esos 7.800 millones de euros se percibe mejor cuando recuerdan a este periódico desde el Ministerio de Sanidad que dirige Salvador Illa que para el sistema sanitario español se ha contado con un crédito extraordinario de 1.000 millones de euros en esta pandemia.



Más mascarillas y más guantes



Sea como fuere, desde marzo, Alemania se ha comprado 2.700 millones de mascarillas y 539 millones de guantes, según las cuentas que presentaba el Frankfurter Allgemeine Zeitung. El diario de Fráncfort apuntaba también la adquisición de casi 5.900 millones de mascarillas para el país de Angela Merkel de cara al año próximo. La eventual llegada de una primera vacuna contra el coronavirus en 2021 parece que no será incompatible con el uso de estas barreras frente al nuevo agente infeccioso. 



En España, la distribución del Gobierno de mascarillas y guantes se queda corta respecto a las cifras alemanas. Así, según las cuentas del Ministerio de Sanidad español, desde el pasado 10 de marzo se han repartido 142.458.064 mascarillas quirúrgicas y 67.347.376 de guantes a las comunidades autónomas y otros organismos.



En el momento pandémico actual, tal vez resulta más importante que esa logística el sistema de lucha contra los brotes. En Alemania, a diferencia de lo que ocurre en España, no parece haberse registrado un crecimiento de los brotes tan importante, aunque también los hay. Todavía da que hablar, por ejemplo, el que dejó más de 2.000 positivos en un matadero de Rheda-Wiedenbrück (oeste germano) y que obligó al confinamiento de más de 600.000 vecinos de esa zona del oeste alemán.



En ese brote, como en los que ahora monopolizan las preocupaciones de las autoridades en Baviera – en Mamming se han registrado unos 170 positivos en una explotación agrícola y mientras que en el distrito de Hof se han registrado otros 50 casos –, ha resultado clave el sistema de rastreadores alemán que lucha para romper las cadenas de contagio.



Rastreadores eficaces, de momento



Está compuesto por los equipos de 400 Oficinas Locales para la Salud que hay diseminadas por todo el país. En ellas trabajan los encargados de identificar las cadenas de contagio. Cuando un brote sobrecarga la actividad de estas oficinas, pueden recurrir a una figura creada por iniciativa del RKI, a saber, los llamados aquí "scouts de contención". "Sirven de apoyo suplementario para las Oficinas Locales de Salud", explican a EL ESPAÑOL desde el RKI.



En términos de capital humano, Alemania no ha de tener problema para cubrir esos puestos. En la primera hornada de estos "scouts de contención" había disponibles el pasado mes de mayo 500 puestos en activo. Las autoridades recibieron 11.000 solicitudes de interesados cuando sacaron en marzo ese medio millar de puestos de trabajo. Éstos están en manos, "por regla general, de estudiantes de medicina o de otras ciencias del ámbito sanitario", explican en el RKI.



Dada la organización federal germana, ni el RKI ni el Ministerio de Sanidad pueden cifrar el número de personas que actualmente trabajan como "scouts de contención" ni como rastreadores en Oficinas Locales para la Salud. De lo que no hay duda es de que, hasta el momento, el sistema ha contenido grandes brotes, como el del matadero de Rheda-Wiedenbrück (oeste germano). 



En España, las 3.500 personas distribuidas en las comunidades autónomas para hacer el rastreo, seguimiento y control de la propagación del virus se enfrentan ahora a los peores días de trabajo desde que llegó la "nueva normalidad". En Cataluña y Aragón no se ha podido evitar que haya transmisión comunitaria.



En Alemania, según Hufert, el director del Instituto para la Microbiología y la Virología de la Escuela Superior de Medicina de Brandeburgo, se han hecho "muchas cosas bien". "Pero se tuvo la suerte de que se actuara antes de que la propagación del virus fuera muy grande, y ahora tenemos relajación de las medidas de distanciamiento social y hay una cierta relajación general, porque el peligro no se ve", dice este experto. 



"Y existe un peligro muy grande de que el virus pueda volver a extenderse, y esto puede ocurrir de manera muy rápida, como ya se ha visto en Estados Unidos, en Brasil o en países europeos como Suecia", concluye.

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