La situación es "de profunda preocupación", admitía el ministro de Sanidad, Salvador Illa: hay 628 nuevos contagios de coronavirus detectados en las últimas 24 horas, la cifra más alta desde el fin del estado de alarma y similar a las registradas a comienzos de mayo, y que ha elevado 5.965 los casos diagnosticados en los últimos siete días. Además, hay zonas en las que se ha comprobado la transmisión comunitaria como es El Segriá en Lleida y L'Hospitalet, y dos grandes ciudades, Zaragoza y Barcelona, están en los prolegómenos de un nuevo confinamiento.

Por otro lado, la situación es muy distinta a la de marzo: el 70% de los casos detectados ahora de COVID-19 son leves o asintomáticos, fruto de la mayor capacidad para hacer tests con la que se ha dotado España, y en personas más jóvenes que las detectadas en los primeros mese de la pandemia. Esto a su vez se traduce por el momento en menos hospitalizaciones y menos ingresos en UCIs.

Entonces, ¿cómo le está saliendo la entrada en la 'nueva normalidad' a España? ¿Estamos conteniendo correctamente los rebrotes o nos encaminamos al desastre? Dado que la situación es inédita, podemos mirar a nuestro alrededor para ver cómo lo están haciendo otros países. La situación de 'riesgo 0', veremos, es inexistente incluso entre los primeros de la clase; la probabilidad de que la crisis sanitaria regrese con fuerza, por otra parte, es ya una realidad para otros.

Corea y Japón: el arte de rastrear

Tanto Corea del Sur como Japón han llevado la iniciativa en las tres fórmulas que en estos meses de pandemia se han demostrado más efectivas: tests masivos, confinamientos quirúrgicos y monitorización de la población, incluyendo las 'apps' de rastreo para la ciudadanía que en nuestro país solo han tenido un recorrido experimental.

En mayo se dio uno de los casos más famosos de rebrote en los locales de ocio nocturno del barrio de Itaewon, una tipología de contagio que se está dando en España como el foco de una macrofiesta en Córdoba. Sin embargo, el rastreo fue rápido porque todos los clientes tenían que identificarse al entrar. ¿El problema? Que era un club de ambiente LGTB, y debido al estigma homófobo en el país, muchos no habían dado su verdadero nombre. 

A comienzos de julio el país se puso en alerta por un foco de 63 nuevos casos, cifras que España ya supera de largo, con un amplio despliegue de rastreadores y aislamientos. Japón, por su parte, comunica un epicentro en Tokio con 280 nuevos casos en 24 horas, aunque también ha hecho un esfuerzo de detección con 4.000 tests en ese mismo periodo. El estado de emergencia se levantó en mayo, y los colegios empezaron a reabrir en esas mismas fechas. También se han reanudado los espectáculos: un teatro del distrito de Shinjuku ha sido el último foco de contagios. 

Israel y Sudáfrica: desastrosa vuelta al cole

En la cola de la evolución de la pandemia a nivel mundial encontramos dos estados que retomaron la actividad inmediatamente después de contener la primera ola o incluso antes de haber comenzado el descenso. Se trata de Israel, donde el confinamiento es inminente al crecer los contagios al ritmo de 2.000 diarios, y Sudáfrica, de donde recientemente se conoció el terrible dato de que el Gobierno está preparando más de 1,5 millones de tumbas para las víctimas del COVID-19.

El caso de Sudáfrica es especialmente desolador teniendo en cuenta que impuso uno de los confinamientos más tempranos y estrictos del mundo, de marzo a abril.  Sin embargo, con una importante proporción de la población habitando grandes poblados de infraviviendas y sobreviviendo con economía de subsistencia, la economía y los colegios reabrieron el 1 de junio pasado.

Rápidamente, los casos subieron de forma virulenta en la provincia central de Gauteng, donde se levantan la capital política (Pretoria) y el corazón económico de Sudáfrica (Johannesburgo). En mes y medio acumula el 45% de los casos detectados en África -hay que subrayar, no obstante, que la capacidad de detección del resto de sistemas sanitarios del continente es muy variable- y se ha convertido en el sexto país más afectado del mundo. No obstante, el Gobierno no contempla un regreso al confinamiento total por el daño que ya arrastra su economía.

Israel, por su parte, doblegó a finales de mayo una primera fase del virus más suave que en otros países y se lanzó a un desconfinamiento despreocupado. Entonces registraba un total de 17.000 casos y 285 muertos, pero su desescalada acelerada ha derivado en otra oleada más dura y hoy acumula más de 46.500 contagios y 387 muertos, con una tendencia que sigue al alza y con 213 personas hospitalizadas en estado grave. 

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