El coronavirus Sars CoV-2 no hace distingos. Fernando Simón, el médico al frente del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad (CCAES), se ha visto obligado a ausentarse de la rueda de prensa diaria del Comité de Seguimiento tras dar positivo por coronavirus y deberá permanecer aislado durante dos semanas. Es la terrible paradoja de nuestros días: ni siquiera las personas que en teoría mejor conocen el virus y sus características consiguen escapar al contagio. 

Simón, el reputado epidemiólogo de 57 años al que también le tocó lidiar con la gripe A o la crisis del ébola, se ha convertido en la cara visible de la mayor catástrofe de salud pública a la que se ha enfrentado España en décadas, pero también en la diana sobre la que arrecian críticas desde distintos sectores. Su rostro templado lleva apareciendo en los periódicos y en los informativos desde el pasado 31 de enero de enero, cuando comenzaron las ruedas de prensa diarias, y el coronavirus era calificado por muchos como "una simple gripe". España sólo tenía que preocuparse entonces por evacuar a 21 españoles atrapados en Wuhan, por entonces epicentro mundial del brote. 

Un día después, el 1 de febrero, el Centro Nacional de Microbiología confirmaba que un turista procedente de Alemania era el primer positivo en nuestro país por coronavirus. Tras casi dos meses, España supera en número de contagios a China (más de 85.000 en nuestras fronteras), es ya el tercer país con mayor número de fallecidos (supera los 7.300, según las últimas cifras oficiales) y mantiene confinadas a millones de personas para tratar de frenar la transmisión de un virus que plantea aún muchas incógnitas a la comunidad científica. Fernando Simón ha pasado de ser un "supermédico" de "plenas garantías" a un especialista más que cuestionado por la gestión de la crisis ante un virus desconocido y en un escenario cambiante

"No más de algún caso diagnosticado"

En un artículo crítico con la gestión de la crisis del coronavirus en España, el diario The Guardian rescataba hace unos días una declaración de Fernando Simón, supuestamente pronunciada el 9 de febrero, en la que decía que España sólo iba a tener “un puñado de casos diagnosticados”. En realidad, estas palabras tuvieron lugar una semana antes, el pasado 31 de enero, en una de sus primeras ruedas de prensa. 

Las palabras exactas fueron: "Nosotros creemos que España no va a tener como mucho más allá de algún caso diagnosticado. Esperemos que no haya transmisión local. Si la hay, será una transmisión muy limitada y muy controlada". Ese mismo día, la OMS decretaba la emergencia internacional, una medida para intensificar las medidas de prevención y coordinación, pero que no afectaba a España al no ser (entonces) un país directamente afectado por el coronavirus. Por aquel entonces sólo en Wuhan se estaba dando la transmisión comunitaria del virus y la cifra de fallecidos ascendía a 170 personas en el país asiático. Simón también advertía de que España tenía que estar "preparada" para trabajar en "todos los escenarios posibles".

La manifestación del 8-M

Una de los principales reproches que se lanzan contra el gabinete de crisis creado por Pedro Sánchez, con Salvador Illa y el propio Fernando Simón al frente, es que no se suspendiera la manifestación del 8-M, que congregó a unas 120.000 personas en las calles de Madrid en un momento en el que teníamos más de 400 casos confirmados sobre la mesa. Ese mismo día también se permitió la celebración de distintos eventos deportivos en todo el país y hasta un mitin de Vox en el que se reunieron unas 9.000 personas en Vistalegre. Por aquel entonces, el Gobierno ya sabía que el virus era capaz de transmitirse entre humanos a dos metros, tal y como publicó EL ESPAÑOL

El Ministerio de Sanidad, en contra del criterio del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, que advertía del peligro de celebrar "actos multitudinarios innecesarios" en países en los que existía la transmisión local, apeló a la responsabilidad individual y recomendó no acudir a este tipo de eventos si se estaban experimentando síntomas que se podían relacionar con la Covid-19. "Si mi hijo me pregunta si puede ir a la manifestación, le diré que haga lo que quiera", decía Simón en tono desenfadado durante la rueda de prensa previa al 8-M. 

"Se transmite más rápido de lo que pensamos"

Desde que estallase el brote de coronavirus en la ciudad china de Wuhan, epidemiólogos, virólogos y científicos de las más diversas ramas de la ciencia se han afanado por arrojar algo de luz a las distintas incógnitas que plantea este virus desconocido hasta hace unos meses. En una de sus primeras comparecencias ante los medios, Simón aseguró que estábamos ante un enemigo cuyo principal problema era su alta capacidad de transmisión entre humanos, tal y como ya había advertido la Organización Mundial de la Salud

"Lo que sabemos es que por ahora no es excesivamente letal. El problema es que se transmite más fácilmente de lo que pensábamos en un principio, lo que implica que, aunque la letalidad no es mucha, sí tenemos un número bruto elevado de casos", decía el especialista en enero, en uno de sus primeros diagnósticos. Pese a lo escandaloso de las cifras que manejamos en este momento, las palabras de Simón se han cumplido. La tasa de letalidad del coronavirus Sars CoV-2 se situán entre el 3% y el 4% de las personas que se contagian en todo el mundo, según datos de la OMS.

Los datos que manejamos actualmente en España nos sitúan en una tasa de mortalidad de alrededor del 8% en todo el país, si bien es cierto que podría ser mucho menor si supiéramos realmente la cifra exacta de contagiados que hay. Algunos modelos matemáticos señalan que en España podría haber más de 500.000 infectados, lo que explicaría el porqué de la alta tasa de letalidad observada en nuestro país. 

"Sorprende el exceso de preocupación"

Otra de las frases que durante toda la crisis ha perseguido a Fernando Simón la pronunciaba el pasado 16 de febrero durante una entrevista en El Objetivo. En su aparición en el programa de Ana Pastor, el epidemiólogo mostraba su sorpresa por el miedo y la alarma que se había desatado ya por entonces en buena parte del país ante la llegada del coronavirus. "La gripe es un problema conocido, llevamos muchos siglos con ella, pero la gente no se agobia con la gripe porque es algo a lo que nos hemos acostumbrado y no podemos quitarnos de encima. Me sorprende este exceso de preocupación", decía el especialista.

Tiempo después hemos podido saber que pese a que la gripe y el coronavirus presentan síntomas similares (tos, fatiga, o dolor de cabeza), se trata de dos virus completamente diferentes. De hecho, el coronavirus se extiende mucho más que la gripe (su número reproductivo se sitúa entre 2 y 3 mientras que el de la gripe común es de 1,3), y además, también es más letal (alrededor de un 3%, frente a un 0,13% respectivamente en todo el mundo).

El 'carajal' de los test

Las últimas declaraciones que han soliviantado al personal sanitario que lucha en la primera línea de fuego contra el coronavirus tenían lugar hace dos días, con motivo de una pregunta sobre las pruebas diagnósticas realizadas a sanitarios. "Cuando hay un profesional sanitario afectado, todos los profesionales a su alrededor son testados y se identifica a todos aquellos que den positivo", decía Fernando Simón.

Lo cierto es que el propio protocolo del Ministerio de Sanidad no estipula que todos los sanitarios que están en contacto con un caso positivo de coronavirus deban hacerse la prueba. Tan sólo lo recomienda tras 7 días, en el caso de que los sanitarios que hayan estado tratando con pacientes de Covid-19 sin equipos de protección individual. Tal y como explicaba Maldita.es, el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España emitió un comunicado desmintiendo las declaraciones de Simón y exigiendo la realización de los test "independientemente de los síntomas o la exposición a casos sospechoso o confirmados". El epidemiólogo, un día después, matizaba sus declaraciones.

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