Aunque el suceso tuvo lugar el pasado diciembre, ha sido ahora cuando los medios australianos han recogido la historia de David Dowel, que la semana pasada hubiera cumplido 35 años si no hubiera fallecido antes de Navidad por una salmonelosis.  En un principio, nadie supo qué le había provocado la infección, pero pronto se descubrió el posible origen: una salamanquesa, una especie de salamandra, que David pudo haber ingerido tras una apuesta en una comida prenavideña. 

El asunto se recordó en el que hubiera sido su 35 cumpleaños, fecha que su familia escogió para celebrar una vigilia, que consistió en lanzar a un río donde David solía ir a pescar barcos de papel escritos con los mensajes que les hubiera gustado transmitirle en vida. 

Todo comenzó el 1 de diciembre, cuando David -padre de tres hijos- acudió a una fiesta para celebrar el inicio de las navidades. Al día siguiente, el hombre se despertó con un malestar que atribuyó a la resaca, pero la situación se volvió preocupante al día siguiente, cuando no sólo seguía sin sentirse bien, sino que empezó a vomitar un líquido de color verde, momento en que su familia decidió llamar a una ambulancia. 

Según su hermana, los sanitarios que acudieron a la llamada ni siquiera quisieron llevarlo al hospital, aduciendo que sufría una simple gastroenteritis. Pero la insistencia de su mujer hizo que finalmente fuera trasladado al Mater Hospital, donde fue diagnosticado con una infección por Salmonella

Aunque este patógeno suele multiplicarse en las células del intestino, en algunas ocasiones pasa a la sangre, lo que agrava considerablemente el pronóstico. Una vez establecido el diagnóstico, llegó el momento de averiguar el origen del patógeno, que en un principio se atribuyó al pollo que David había comido en la fiesta. 

Pero pronto su mujer recordó que David se había comido una salamandra esa noche y que lo había hecho en el transcurso de una puesta. En realidad, nadie lo vio, pero sí escucharon la propuesta. "Quizás la empezó a comer y luego la tiró", comenta su hermana al periódico australiano que ha recordado la noticia. 

El problema no es sólo que David falleciera, sino cómo lo hizo. Su hermana recuerda que su tripa estaba hinchada "como el de una embarazada de seis meses". Su orina era de color negro, sus vómitos verdes y, a los pocos días, tenía encharcados los pulmones. "Cuando fuimos a verle, estaba en agonía absoluta", señala. 

El hombre sufrió entonces una obstrucción intestinal, pero los médicos dijeron que no se podía operar. La madre subraya que en ese momento salían fluidos de su estómago y también de sus testículos, que se habían encogido hasta quedar "del tamaño de una uva". Al día siguiente, finalmente se le pudo operar, pero David falleció en quirófano. 

La familia ha querido recordar el peligro de la salmonelosis, una enfermedad habitual en verano que suele cursar sin consecuencias más allá de la pérdida de unos kilos y también quejarse del trato del hospital, aunque la Justicia ha dado la razón al centro. 

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