Imagínese que, cada pocos metros, un dolor localizado en las piernas, a nivel de los gemelos, le obliga a detenerse cuando va paseando por la calle, como si se hubiera quedado mirando un escaparate. Éste es el cuadro clínico que más frecuentemente describe la estenosis de canal lumbar o como se conoce más coloquialmente, el síndrome del escaparate.

La estenosis de canal lumbar está causada por un cierre progresivo de los diámetros de las vértebras lumbares. “El canal se va deformando y, al cerrarse, comprime los nervios que van a las piernas y los esfínteres”, explica Francisco Villarejo, jefe del servicio de Neurocirugía del Hospital La Luz, perteneciente al grupo Quirónsalud. La opresión de los nervios en su salida de la médula espinal provoca en un dolor intenso y hormigueo en las piernas al caminar, de forma que el paciente necesita descansar cada pocos metros para aliviar los síntomas. A veces, según describe el doctor, también pueden aparecer problemas para orinar, pero el síntoma siempre presente es la “claudicación neurógena en las piernas” que obliga al paciente a pararse para mejorar el cuadro.

Al andar, la estenosis del canal lumbar puede manifestarse de dos formas, concreta el doctor Villarejo: con dolor o provocando que al paciente se le duerman las piernas. Además, también es frecuente que los afectados por este síndrome del escaparate caminen inclinados hacia delante, ya que con esta postura, “el canal se abre, los nervios se desinflaman y puede seguir caminando”, cuenta el neurocirujano.

Se trata de una patología degenerativa muy frecuente. Se manifiesta a partir de los 45 años y, después de los 65, se calcula que afecta al 95% de los hombres y al 80% de las mujeres. Las causas de esta enfermedad se asocian principalmente al envejecimiento, aunque de forma excepcional puede aparecer de forma congénita. El tratamiento conservador para el síndrome del escaparate consiste en analgésicos, antiinflamatorios y la recomendación de practicar deporte, pero al tratarse de un cuadro progresivo que va empeorando con el tiempo, “al final la mayoría de la gente tiene que tratarse quirúrgicamente”, subraya Villarejo.

Una cirugía mínimamente invasiva que dura 30 minutos

Hoy en día, cuando el tratamiento conservador es insuficiente, se practica una cirugía mínimamente invasiva que dura alrededor de media hora y después de la cual los pacientes pueden ser dados de alta a las 48 horas. “Luego les recomendamos una faja blanda durante 3 semanas, sobre todo para salir a la calle y, eso es todo”, apunta el neurocirujano.

En esta microcirugía “se hace una pequeña incisión en los agujeros de conjunción de los que salen los nervios y se coloca un ‘espaciador’, una prótesis muy pequeña (de titanio) entre vértebra y vértebra que abre el canal e impide que se vuelva a cerrar”, detalla Villarejo, que lleva practicando esta cirugía más de 10 años. Es una intervención rápida, poco invasiva para el paciente y que, además, es efectiva en el 90% de los casos.

La edad es un factor esencial en cualquier cirugía, ya que las personas mayores tienen más riesgos al someterse a una operación: desorientación, cuadros confusionales o más probabilidades de sufrir complicaciones durante el posoperatorio. Por esta razón, en la cirugía para corregir la estenosis de canal lumbar, en la que la mayoría de los afectados superan los 70 años, lo más importante es la correcta selección de pacientes. Cosas “como un marcapasos o tomar Sintrom no son óbice para no operarse”, sin embargo, cuenta Villarejo “lo que es límite es tener una cardiopatía severa, una enfermedad pulmonar o hematológica.”

La cirugía mínimamente invasiva puede aplicarse en estos pacientes, aquellos en los que el tratamiento conservador ha fracasado. Pero en otros casos, como en afectados más jóvenes, el tratamiento quirúrgico es más agresivo. Entonces se recurre a una laminectomía, que consiste en extirpar parte del hueso de las vértebras. La mayor desventaja de esta intervención es que “al quitar el hueso, la columna queda inestable y es necesaria la colocación de unos tornillos”. Esta cirugía, explica el facultativo, “es demasiado invasiva para la gente mayor, mucho más larga y puede haber complicaciones”.

Confusión de los síntomas con otras enfermedades

En ocasiones, el cuadro clínico del síndrome del escaparate es muy similar al que presentan los pacientes con problemas vasculares isquémicos en las piernas, es decir, mala circulación periférica por la obstrucción arterial provocada por la aterosclerosis (placas de colesterol).

Sin embargo, Villarejo realza la importancia del diagnóstico para una fácil diferenciación entre la estenosis de canal lumbar y una enfermedad vascular: “La mayoría de los pacientes con problemas vasculares son fumadores y al palpar se ve que el pulso de la pierna y el pie está disminuido porque hay un compromiso de las arterias ilíacas o femorales”, mientras que el enfermo con claudicación neurógena intermitente siente dolor u hormigueo en las piernas.

La diferencia entre ambas afecciones está en el origen. En el caso de la enfermedad vascular, hablamos de un problema circulatorio -por la reducción del aporte sanguíneo a las piernas mientras que la estenosis de canal está causada por la compresión de los nervios. Por suerte, el síndrome del escaparate o estenosis de canal lumbar, aunque afecta a la mayor parte de la población a partir de los 65 años y puede convertirse en una importante causa de incapacidad, en la mayoría de los casos, una cirugía mínimamente invasiva puede acabar definitivamente con la enfermedad.