La batalla por encontrar una pareja puede llegar a ser cruenta y complicada, algo que puede empeorar dependiendo del tipo de especie de primate al que se pertenezca, dado que los seres humanos son una especie de primate más.

Sin embargo, a pesar de no considerarnos "animales", los seres humanos compartimos muchas características con otras especies de primates. Entre ellas, pensar en la cópula durante gran parte del día (hasta 19 veces en el caso de los hombres, o 10 veces en el caso de las mujeres, según algunos estudios). Y, para lograr tal objetivo, hay que poseer algún tipo de atractivo. Pero eso tiene un precio, según un reciente estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B: los primates más atractivos tienden a poseer testículos más pequeños.

Aunque puede sonar ilógico, que la belleza masculina sea inversamente proporcional al tamaño testicular tendría ventajas reproductivas, según los investigadores responsables del estudio: permitiría invertir mayor potencial genético en el atractivo externo, aumentando la cantidad de potenciales parejas sexuales.

La barba, un adorno sexual

Según los investigadores, la elevada competencia sexual entre los primates ha derivado en el desarrollo de "adornos sexuales" en los machos, como por ejemplo las pestañas de los orangutanes, las grandes narices de los monos de probóscide o las barbas de los humanos. Todos ellos con el objetivo de atraer al género femenino.

En este caso, los autores basan sus conclusiones en un estudio de "adornos sexuales" y tamaño testicular de hasta 103 especies diferentes de primates, incluidos los humanos, descubriendo que aquellos con mayores factores de atractivo tendían a contraer el tamaño de sus testículos.

La explicación de estos científicos es que, al poseer mayor atractivo físico, tanto los primates como los humanos no necesitarían invertir carga genética en el tamaño testicular (ni en la producción de esperma). Por su parte, aquellos menos agraciados, con menos oportunidades de aparearse, necesitarían una mayor cantidad de esperma que aumentaría a su vez sus oportunidades de reproducción. Y para eso se necesitan testículos más grandes.

Sin embargo, como recuerdan los investigadores, el atractivo físico no es el único requisito para asegurar el apareamiento, y poseer fuerza también es necesario cuando se trata de competir por las hembras. Por ejemplo, los individuos con dientes caninos más grandes también tienen más posibilidades de tener relaciones, y por ello en teoría deberían poseer testículos más pequeños en contraposición. Pero no es así, dado que los investigadores estudiaron esta relación, y los especímenes con dientes caninos de mayor tamaño también tendían a poseer testículos más grandes, algo a lo que no han podido dar explicación.

Aún así, sugieren, desarrollar factores de fuerza no requerirían tanta inversión genética como mantener características atractivas a nivel sexual, por lo que los dientes grandes no requerirían la misma inversión que los testículos en su opinión.

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