El congoleño Denis Mukwege, galardonado hoy con el Nobel de Paz junto a la joven iraquí Nadia Murad, es un médico que lleva años intentando la recuperación psicológica y física de las mujeres violadas en el curso de los conflictos armados.

"Cuando violan a una mujer, allá donde sea, es a mi mujer a la que violan. Cuando violan a una hija, a una madre, es a mi hija y a mi madre a las que están violando", dijo Mukwege a Efe en 2014 con motivo del Premio Sajarov que le concedió el Parlamento Europeo. Nacido en 1955 en la República Democrática del Congo (RDC), Mukwege fundó en 1999 el Hospital Panzi en Bukavu, en el este del Congo.

El ginecólogo alertaba además contra un fenómeno preocupante, el incremento de violaciones a menores de edad y la violencia sexual "de segunda generación", contra niñas nacidas de una violación. Lo hizo en el programa Salvados donde compartió con Jordi Évole su "peor caso": "Me trajeron una bebé de doce meses con el recto completamente abierto. Los intestinos se le salían por el aparato genital. Me sentí rebelado, indignado".





En Panzi, Mukwege trata a las mujeres que son violadas por los grupos armados, muchas veces en grupo, usadas como un arma de guerra más, y se ocupa de aminorar los efectos devastadores de esos daños, tanto físicos como morales, con una prioridad: "No debemos precipitarnos con una operación si no hemos recuperado psicológicamente a esa mujer".

Para ello cuenta con un equipo de asistencia social, psicológica y psiquiátrica, que ayudan antes de proceder a un tratamiento quirúrgico complicado, ya que muchas mujeres acuden con destrozos físicos en su aparato genital.

Este médico congoleño siempre ha tenido claro que las violaciones a cargo de militares son "una potente arma de guerra", que busca "destruir no solo físicamente a la mujer, sino a toda la comunidad a la que pertenece" y que se prolonga cuando se producen embarazos de niños no deseados.

Hijo de un ministro pentecostal, estudió Medicina en Burundi y después comenzó a hacer prácticas en el Hospital Cristiano de Lemera, en Kivu del Sur. Conmocionado por las ablaciones que sufrían las mujeres en el país decidió especializarse en Obstetricia y Ginecología, y después de completar su formación en Francia regresó a Kivu del Sur en 1989.

Como cirujano jefe, él y su equipo han intervenido a miles de mujeres víctimas de violaciones y de la ablación. En su trayectoria no lo ha tenido fácil: Mukwege ya tuvo que dejar el Hospital de Lemera (Kivu del Sur) tras ser destruido el 6 de octubre de 1996 en un ataque que precedió a la Primera Guerra del Congo (1996-1997) y que derrocó al dictador Mobutu Sésé Seko.

En octubre de 2012 Mukwege sufrió un atentado en el que murió uno de sus colaboradores. En una entrevista anterior con Efe, dijo no sentirse un héroe por haber ayudado a tantas congoleñas.

"Sólo hago - dijo entonces - lo que tengo que hacer. Como ser humano, no puedo entender que no se actúe en esta situación. No siento que esté haciendo nada especial". Como hombre, además, tiene la responsabilidad de trasladar a otros hombres que rompan su silencio frente a los abusos: "Debemos decir a las mujeres que vosotras sois como mi madre, como mi mujer, y que esa violencia no es aceptable".

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