Una cirugía más segura y precisa, más cómoda para el paciente y con mayores beneficios en el posoperatorio. Son algunas de las ventajas que ofrecen las intervenciones con una herramienta que anticipa el futuro de la medicina: el robot quirúrgico Da Vinci. Este ingenio es 'uno más' en el equipo de Cirugía Robótica de HM Hospitales y abre una nueva vía para el tratamiento de dolencias del aparato digestivo y en oncología.

Aunque el robot Da Vinci es lo más vanguardista en cuanto a cirugía mínimamente invasiva, la cirugía robótica es un concepto que, lejos de situarnos en un futuro de ciencia-ficción, remite ya en el presente a unas técnicas con plenas garantías y notable implementación en diversas especialidades. No obstante, hay que desterrar la idea de que el paciente quede en manos de una máquina autónoma y con poco o nulo control humano. Un tratamiento efectivo pasa por ponerse en las mejores manos y eso no cambia en este caso, aunque haya un robot de por medio.

El doctor Emilio Vicente, director del servicio de Cirugía General y Digestiva del Hospital Universitario HM Sanchinarro, es uno de los cirujanos más experimentados de España en el uso de esta técnica y, por tanto, una voz más que autorizada a la hora de dejar claro que, ante todo, "Da Vinci es una herramienta más para tratar pacientes con procesos médicos complejos y procedimientos difíciles con más seguridad y precisión”. “El procedimiento es el mismo, la técnica es la misma, pero en vez de hacerlo a través de una incisión de 20 cm, lo haces a través de hasta cinco pequeños orificios que van de entre 5 a 12 mm.”, explica.

Esta mínima invasión en el cuerpo del paciente explica la mayor parte de las ventajas derivadas de su uso, siempre en línea con su gran objetivo, que no es otro que el bienestar y la salud del paciente. El robot Da Vinci "permite que la repercusión en el paciente sea mínima", cuenta la doctora Yolanda Quijano, co-directora del Servicio de Cirugía General y Digestiva en el Hospital Universitario HM Sanchinarro. “Su mayor precisión se traduce en una menor repercusión en cuanto a pérdidas sanguíneas, mejor cicatrización" y, en general, añade, en una recuperación menos molesta para el enfermo, con todo lo que lleva aparejado: menos dolor, menor tiempo de ingreso y un riesgo más reducido de infecciones y otras complicaciones.

Pero ¿cómo funciona, cómo es el robot Da Vinci? y, sobre todo, ¿cómo es su manejo? A primera vista, el ingenio impresiona. El sistema comprende varias partes que, generalmente, se montan por completo en un quirófano, si bien el sistema "entra dentro del concepto de telecirugía, lo que es también una diferencia respecto a la laparoscopia; de hecho", señala la doctora Quijano, "la primera intervención que se hizo fue transoceánica". 

Las partes más obvias son la consola y el carro, que es el que sostiene los brazos del robot. Son estos los que, convenientemente adaptados al tipo de operación con el instrumental necesario, entrarán en contacto con el paciente. La consola es el puesto desde el que el cirujano controla todo, tanto con sus manos como con sus pies. Y aunque el sistema pueda parecer complejo, el doctor Vicente ensalza lo intuitivo y dinámico del procedimiento, y destaca como una de sus ventajas la gran capacidad de maniobra, similar a la de la muñeca humana, "más eficaz en el campo quirúrgico".

El cirujano controla los brazos mecánicos a través de la consola. iStock

En esa línea se expresa su compañera en HM Sanchinarro, quien recurre a una imagen muy gráfica para explicar lo que significa intervenir con el robot Da Vinci: “Operar de manera laparoscópica sería algo parecido a hacerlo con la muñeca inmovilizada, mientras que si recurrimos al robot, tenemos los siete grados de libertad que nos da la muñeca en el campo quirúrgico”.

Además, mientras que con la laparoscopia el cirujano debe adaptar su posición de acuerdo a lo que se ve, Da Vinci proporciona una visión tridimensional que se equipara y se alinea con el ojo humano, logrando unos procedimientos más naturales y dinámicos y en los que se elimina cualquier temblor de la mano. Todo ello, unido a la capacidad de articulación de los brazos mecánicos, señala el doctor Vicente, constituye un salto adelante en las técnicas profesionales.

Todas estas ventajas, no obstante, no suponen que el robot le quite el trabajo al cirujano en el futuro. Como sucede en la laparoscopia, este tipo de cirugía robótica y mínimamente invasiva se maneja de acuerdo a la destreza de la persona que está detrás, lo que exige a su vez un entrenamiento en la materia. Así, la persona seguirá teniendo el mando de las operaciones… en sentido literal.

Los doctores Emilio Vicente y Yolanda Quijano. Silvia Pérez

Y es que el robot Da Vinci replica en la mesa de operaciones los movimientos del cirujano en la consola, de tal modo que es el humano el que lidera la intervención. Pero, como sucede con cualquier otra técnica, el procedimiento requiere una formación específica que, en palabras del doctor Vicente, puede suponer "una nueva residencia". A su parecer, a día de hoy eso es uno de sus inconvenientes: "Las personas somos muy reacias al cambio y más cuando tenemos mucha consistencia en un procedimiento que ya dominamos. Esto son cuatro o cinco años de nueva formación y eso no es fácil", aduce.

Sin embargo, añade, “la curva de aprendizaje con el robot es mucho más sencilla para procedimientos complejos que con la laparoscopia, aunque parezca mentira, porque el movimiento que tú reflejas con tu mente lo transmites a la mano".

Sobre el aprendizaje, ambos doctores coinciden en hacer una analogía con lo que sucede en una autoescuela. "La formación que adquirimos para conducir un coche es la misma, pero la rentabilidad que le saques va a depender de su uso", cuenta la Dra. Quijano. Y en este punto es donde entra en juego otra de las variables que convierten en una referencia en la materia al equipo del Hospital Universitario HM Sanchinarro que opera el robot Da Vinci: la experiencia. "Ves la rentabilidad que le sacan algunos cirujanos al robot y dices 'es una maravilla', y luego ves a otros y piensas que el mérito no es de la máquina; la máquina no hace bueno al cirujano".

"Ves la rentabilidad que le sacan algunos cirujanos al robot y dices 'es una maravilla', pero el mérito no es de la máquina; la máquina no hace bueno al cirujano"

Más bien al revés. Como señala el doctor Vicente, siguiendo el símil automovilístico, todo va unido, la formación y la experiencia. "Aquí el uso es bastante frecuente, si bien la dinámica la marcan los pacientes". En este centro, a diferencia de lo que sucede en otros, el robot sirve como herramienta para varias patologías, lo que permite "una mayor capacidad de adquirir experiencia y en menos tiempo". "Es una máquina para usar y si se hace diariamente es posible adquirir un nivel de experiencia más importante", concluye.

De todo lo dicho puede concluirse que el sistema Da Vinci constituye un aliado imprescindible y casi invencible en la lucha contra ciertas dolencias. Sin embargo, y aunque su éxito es considerable, insiste: "es una herramienta" que puede no ser la más indicada para según qué casos. De ahí que, a la altura de su labor, se sitúe la importancia de un buen diagnóstico por parte del equipo médico y de un abanico de opciones que permitan atacar la enfermedad con las armas más adecuadas: "No a todos los enfermos podemos ofrecerles esta solución, solo a los pacientes a los que consideramos que les puede beneficiar este tipo de tecnología", cuenta el doctor Vicente.

"No a todos los enfermos podemos ofrecerles esta solución, solo a los pacientes a los que consideramos que les puede beneficiar este tipo de tecnología"

Desde el punto de vista del paciente, las ventajas del uso del robot son mayores que las de otros procedimientos. De modo que, si el diagnóstico les orienta hasta esta opción, incluso prefieren ser intervenidos con esta tecnología. No hay sorpresa ni miedo ante el que, dicho mal y pronto, te opere una máquina. Los mismos pacientes que acuden a la consulta detectarían tal incorrección: "El interlocutor que tenemos ahora no es el mismo que había antes de Internet, ya viene bastante informado". De hecho, señala Yolanda Quijano, incluso a veces se pide directamente el uso de esta herramienta sin saber si será la más indicada para su caso y sin conocer que, como en toda práctica quirúrgica, "y aun en manos de los mejores cirujanos, esta técnica no está exenta de riesgos ni de complicaciones. Podemos reducirlas y minimizarlas pero ni estas se llevan a cero ni el éxito al cien".

“El paciente no va a un sitio para operarse”, argumenta el doctor Vicente, “sino que va a tratarse a un centro que tenga buena metodología diagnóstica y todo tipo de opciones quirúrgicas”. Y añade: “El concepto de hospital debe ser sólido, con una infraestructura desde el punto de vista de las personas y de servicios muy potente y donde al enfermo se le ofrezcan las distintas opciones que hay, con sus pros y sus contras, y después ya se decide qué es lo mejor; esto me parece vital”.

El robot Da Vinci se usa, sobre todo, en pacientes tumorales. Silvia Pérez

Y si este robot es el futuro, ¿qué vendrá en las próximas décadas? “El concepto de cirugía robótica tiene más de 25 años”, cuenta Vicente. El desarrollo de este tipo de instrumentos es constante. HM Hospitales introdujo su primer modelo en 2010 y entonces “parecía ciencia ficción, pero la realidad es que se ha ido imponiendo porque la tecnología nos invade en nuestra vida normal”.

Puede que, como él mismo señala, dentro de diez años este sistema parezca “antediluviano”. La tecnología sigue desarrollando modelos más eficientes, con más prestaciones y apoyados en la inteligencia artificial, e incluso quirófanos más adaptados a estas técnicas. Depare lo que depare el futuro, lo que está claro es que, ya en el presente, la “máquina y el hombre no son antagónicos y deben estar unidas para resolver muchos problemas técnicos”. La máquina como aliada de las mejores manos, para beneficio del paciente.