Una joven de melena castaña y gafitas de bibliotecaria mira seductora a cámara mientras acaricia el satén de sus medias y descubre sus piernas hasta el muslo. "Su nombre es Sarah White y su método, Naked Therapy, consiste en desnudarse frente a sus pacientes, combinando elementos de la Psicología Positiva y la terapia centrada en el/la paciente". Esta es la publicación con la que se le atragantaba el desayuno el pasado lunes 10 de septiembre los seguidores de la cuenta oficial en Twitter del Colegio Profesional de Psicología de Aragón, COPPA.

La corporación profesional agrupa a más de 1.500 psicólogos de la Comunidad y su audiencia en la red social no es grande, pero sí especializada. Fueron ellos quienes dejaron patente su indignación en un primer momento. De "basura machista" a "promoción de la pseudociencia", los lectores exigían la eliminación de un contenido que se había colado entre publicaciones de relevancia para los profesionales, como informaciones sobre reformas legislativas para la atención psicosocial o reseñas de investigaciones científicas.

"¿Piensa [el Colegio] organizar cursos para explicar a las psicólogas cómo hacer terapia desnudas o simplemente es una propuesta?" -ironizaba en su cuenta Eparquio Delgado, psicólogo sanitario y autor. "No sólo es una estupidez que rezuma machismo por todas partes, sino encima no es ni original. Esto lleva circulando desde 2013". Y es que la joven detrás del pseudónimo 'Sarah White' se llevó un buen pedazo de la atención de los medios hasta hace un lustro hablando de su método, pero únicamente una revista de psicólogos le dedicó un artículo en el que el autor afirmaba, con alguna coletilla rijosa de propina, haberse interesado por ella como "curiosidad"

Porque White no tiene título, ni de psicología ni de ninguna otra especialidad. Lo admitía sin rubores en las entrevistas que ofrecía: sus conocimientos de la disciplina provenían de haber recibido terapia ella misma. Alternaba un trabajo de camarera con el de camgirl erótica, relata en su propia biografía, cuando se dio cuenta de que sus clientes estaban más dispuestos a hablar de sus frustraciones, preocupaciones y pensamientos reprimidos estando excitados sexualmente. Con esos mimbres y poco más montó la Naked Therapy.

El COPPA retiró el contenido a las 24h de publicarla y remitió a EL ESPAÑOL a las explicaciones dadas en la misma red social, argumentando que el contenido "se difundió como una muestra de los usos y/o abusos que se hacen de la Psicología" pero que tras "contrastar con otras fuentes", constataban que Sarah White no era psicóloga. Lo cual plantea otra incógnita: si la intención del tuit era denunciar una mala praxis, ¿por qué no se planteó así desde el primer momento?

El tuit sobre la pseudoterapia que publicó el colegio profesional en sus redes.

Más grave todavía, el enlace que acompañaba al tuit conducía a una referencia sin rigor: 'Material de Psicología' es un blog radicado en latinoamérica cuyo único contenido es dicho artículo sobre Sarah White y en el que se venden diplomas, libros y métodos de psicológicos dudosos. También invita a visitar las fotos sexuales más explícitas de la presunta terapeuta, alojadas bajo pago en una web porno.

Los fundamentos de la 'Naked Therapy'

La primera en admitir que su método fue improvisado sobre la marcha es la propia White. El negocio de retransmitir sesiones eróticas online es lucrativo pero enormemente competitivo, y muchas artistas buscan trabajar un fetiche específico. Ella empezó a presentarse como "terapeuta desnuda" en verano de 2010, logró ponerse de moda y aparecer en los medios -un colaborador de VICE relató una sesión en primera persona- incrementando su demanda. Pasó a cobrar 250 dólares por sesión en Skype. "Sí, era algo loco y salvaje, pero necesitaba excitación en mi vida"- admite.

Excitación (Arousal) es la palabra, porque el potencial terapéutico que esconde ese concepto es prácticamente ilimitado según White. Su función directa es la de actuar como un "suero de la verdad" que facilita a los hombres expresarse, afirma, pero su intuición le dictaba que estaba ante un descubrimiento parangonable al "del inconsciente de Freud". Pero carecía de base científica, y la joven ha ido componiéndola a base de lo que se conoce como 'cherry picking' o falacia de prueba incompleta: 'picoteando' citas de frases de artículos científicos convenientes, como "[la excitación] es una fuente de energía para cualquier comportamiento".

"No soy una stripper, no hago lo que el cliente me pide sino que llevo yo la batuta"- se justificaba entonces. Sus "pacientes" podían pedirle que ella se acariciase masturbarse ellos durante la sesión, pero nada más. White confesaba que no tenía ninguna intención de sacarse el título porque el código deontológico profesional le impediría seguir ejerciendo, y que su "terapia" debía considerarse únicamente a nivel "informativo". Mientras, entraba de lleno en el terreno de las pseudoterapias comercializando 'El Plan de Excitación' (The Arousal Plan), un método que prometía canalizar este maná y ayudar a los hombres a "empoderarse" y "lograr el éxito".

"Deja en muy mal lugar a la profesión"

Eparquio Delgado comparte su estupefacción con este diario por la publicación del Colegio aragonés. "¿Qué intención podía tener? ¿Era una curiosidad, una gracieta o un intento de plantear una opción? ¿Una competición para soltar la chorrada más grande y atraer pacientes?" Según el psicólogo tinerfeño y autor de Los libros de autoayuda 'vaya timo!, la clave hay que entenderla desde la mercadotecnia: la liberalización de los servicios sanitarios lleva a los profesionales a competir por atraer pacientes, lo que se traduce en una laxitud del rigor científico a la hora de incorporar terapias.

"Hay que empezar por el principio, y es que el desempleo entre titulados en Psicología es brutal" - explica. "Si eres un recién graduado y te das cuenta del problema, buscarás un planteamiento que te haga diferente". La deontología de la profesión establece que las actuaciones deben ser "rigurosas y basadas en la ciencia", pero según Delgado, una frase en el código introduce la trampa: habla de "la legítima diversidad de teorías, escuelas y métodos" y la posibilidad de introducir "técnicas o instrumentos nuevos, todavía no contrastados" siempre y cuando informe al cliente.

"Es una forma de buscar una Pax Romana y evitar guerras de psicólogos"- explica el profesional. "Pero en la práctica, lo que hace es dificultar las críticas. El afán por distinguirse da lugar a cosas que son, como mínimo, irregulares. Hay psicólogos echando las cartas del Tarot -pocos, pero los hay. Mientras, las terapias con base científica son las que son. A la psicología científica se le pueden hacer mil críticas, siendo como es una disciplina muy reciente. Pero eso no significa que valga todo".

Delgado denuncia que esta tendencia se da en otros ámbitos sanitarios, con médicos cediendo a la tentación de prescribir pseudoterapias por presión popular. Pero la Psicología, señala, es más vulnerable, porque "confiamos en ella para resolver problemas que no le corresponden". Los pacientes serán más proclives a abandonar un tratamiento por otro que le prometa beneficios difícilmente contrastables. "Que el órgano rector para la Salud sea el mercado es algo terrible"- lamenta. "¿Y cómo vamos a denunciar el intrusismo cuando los colegios aceptan y publican de todo? Esto deja en muy mal lugar a la profesión".