Hay que ser de una pasta especial para ser Rober Bodegas o cualquier otro cómico, subirse a un escenario y soltar chistes sobre un determinado colectivo a sabiendas de que luego te va a caer la del pulpo: "Ya no se pueden hacer chistes de gitanos", decía al comienzo del show que ha generado una enorme polémica en los últimos días acerca de los límites del humor.

La ciencia ha estudiado el carácter de los humoristas y muchos otros aspectos sobre el particular arte de hacer reír y las implicaciones que tiene en nuestra vida cotidiana. A continuación, te contamos algunas curiosidades.

Creativos… pero más cerca de la enfermedad mental

Sí, los comediantes tienen rasgos peculiares, entre los que destacan el ingenio y la creatividad, según un estudio publicado en 2014 por The British Journal of Psychiatry, pero al igual que ocurre en otras profesiones con estas características y aunque suene a tópico, esto les acerca a la locura.

Investigadores de la Universidad de Oxford reclutaron a más de 500 humoristas y les pasaron un test que mide aspectos relacionados con la enfermedad mental. Sus resultados se compararon con los de actores y población general y las diferencias fueron significativas. Los cómicos tienen una personalidad más introvertida pero una gran capacidad para pensar más allá de lo convencional y asociar ideas raras.

Los investigadores concluyeron que estas características cognitivas, necesarias para generar comicidad, se parecen mucho a las de personas con psicosis, esquizofrenia y trastorno bipolar, aunque en su caso no llegan a ser patológicas.

Mejor reírse de uno mismo

De hecho, lo que deberíamos hacer Rober Bodegas y cualquiera de nosotros es reírnos más de nosotros mismos, porque se relaciona con un mayor bienestar psicológico. Una reciente investigación de la Universidad de Granada en población española lo demuestra: la tendencia a utilizar este estilo de humor está asociada a la felicidad y a la sociabilidad.

La estrategia pasa por ridiculizarse uno mismo para obtener una mayor aprobación social, pero no es algo fácil y, según los autores del trabajo, es posible que en otros contextos culturales los resultados de este estudio fueran distintos.

El humor negro denota inteligencia

Desde luego hay muchos tipos de humor, pero según un estudio de la Universidad de Viena,  otro de los más saludables es el humor negro. En un experimento que realizaron con voluntarios que debían calificar una serie de caricaturas del dibujante alemán Uli Stein encontraron que quienes más lo entendieron y más lo disfrutaron tenían mejores puntuaciones en inteligencia verbal y no verbal, un nivel educativo más alto, menos vaivenes emocionales y menor agresividad.

Es clave en una pareja

El psicólogo estadounidense John Gottman es conocido por estudiar la estabilidad de las relaciones de pareja hasta el punto de ser capaz de predecir si dos personas se van a divorciar en un determinado plazo de tiempo sólo con analizar sus conversaciones. Cuando en esos diálogos –a veces, discusiones– está presente el humor, la probabilidad de que encuentren soluciones a sus problemas y continúen juntos se incrementa notablemente.

Los chistes modelan tu estatus en el trabajo

Entonces, ¿podemos aplicarlo a cualquier otro ámbito, por ejemplo, el laboral? Sí, pero es posible que los resultados no siempre sean los que esperamos. Algunos trabajos de la International Society for Humor Studies, una organización que promueve los estudios sobre el humor, vinculan la risa a una mayor productividad, pero no todo el mundo tiene el mismo sentido del humor, así que hacer chistes con los compañeros te puede encumbrar o acabar contigo, según una investigación de la Universidad de Pensilvania.

Su conclusión es que el humor se relaciona directamente con el estatus y la jerarquía. Si una persona utiliza un tipo de humor que es percibido como inteligente en su entorno laboral, será vista como más competente y segura hasta el punto de que es más probable que sea elegida para liderar proyectos. Sin embargo, si sus gracias no son apropiadas, será defenestrado.

¿Y si el graciosillo es el jefe?

Esto nos lleva al delicado asunto de los chistes del jefe. Un estudio internacional en el que participaron científicos de China, Singapur y Estados Unidos asegura que cuando el humor procede del líder los efectos son múltiples. Por una parte, logra un mayor compromiso de sus empleados, pero por otro está invitando de algún modo a transgredir las normas de la empresa aunque sea levemente.

En cualquier caso, el efecto suele ser positivo salvo que se traspasen ciertos límites. Si el humor del jefe es demasiado agresivo, se basa en el sarcasmo y resulta humillante para los empleados, el resultado va a ser el contrario, una desconexión por parte del trabajador.