Hay veces en las que los medicamentos que buscan con ahínco los investigadores en sus laboratorios se encuentran de venta en las farmacias hace tiempo, aunque prescritos para patologías muy diferentes. Fármacos como la viagra, que originalmente se usaba para tratar la angina de pecho, son un claro ejemplo de cómo la serendipia puede ser un fenómeno de lo más habitual en el área de la investigación farmacológica.

Un nuevo ejemplo de ello es el del Zyflo, un medicamento que se ha comercializado durante más de 20 años para el tratamiento del asma, pero que ahora podría tener una aplicación muy diferente, según los hallazgos que un equipo de investigadores de la Universidad de Temple acaban de publicar en Molecular Neurobiology. En este caso no se ha tratado de un descubrimiento fruto del azar, pero no deja de ser curioso que un mismo fármaco pueda tener aplicaciones tan diferentes.

Aunque hasta el momento no existe cura para el alzhéimer, sí que existen algunos tratamientos que pueden ayudar a retrasar los síntomas en diagnósticos tempranos. Sin embargo, se trata de una enfermedad que comienza de forma silenciosa, por lo que la mayoría de pacientes se diagnostican cuando ya está demasiado avanzada.

Por eso, la búsqueda de opciones que puedan actuar sobre el cerebro una vez que ya han empezado los primeros síntomas de demencia es esencial para garantizar la calidad de vida de los enfermos durante más tiempo. Y ese precisamente es el objetivo de estos investigadores, dirigidos por Domenico Praticó.

Aunque no se conocen a fondo todos los pormenores sobre el origen del alzhéimer en el cerebro, se sabe que está asociado a la aparición de depósitos anormales de proteínas que bloquean las conexiones entre neuronas. Entre estas proteínas destacan las tau, que en condiciones normales tienen una función estructural sobre las células nerviosas, pero se acumulan en forma de ovillos cuando se origina la enfermedad.

Además de estos enredos proteicos, la demencia característica de las enfermedades neurodegenerativas se ha asociado también a la formación de unas moléculas inflamatorias llamadas leucotrienos, que se acumulan a medida que avanza la enfermedad, causando daños importantes en las neuronas.

Y ahí fue donde entró en juego el zileuton, más conocido como Zyflo, ya que su papel en el tratamiento del asma es precisamente bloquear la formación de estas moléculas. Sabiendo esto, decidieron probarlo en ratones que habían sido diseñados para mostrar síntomas de demencia similares a los de una persona de 60 años con alzhéimer.

Dieciséis semanas después, los animales que habían sido tratados con zileuton realizaron las pruebas de laberinto mucho mejor que los que no lo habían tomado. Además, tenían en su cerebro un 90% menos de leucotrienos y un 50% menos de ovillos de proteínas tau.

Como resultado, las conexiones neuronales de los ratones tratados estaban casi intactas, prácticamente iguales que las de los roedores sanos. Debe quedar claro que aún será necesaria más investigación, puesto que el estudio tiene ciertas limitaciones. Para empezar, los ratones modificados tenían un exceso de proteínas tau, pero no se les había provocado la acumulación de proteínas precursoras de amiloide, a las que también se les ha encontrado cierta vinculación con la enfermedad.

Además, aunque los ratones suelen usarse como organismos modelo por sus similitudes biológicas con el ser humano, los resultados no siempre se reproducen al pasar  de una especie a otra. De cualquier modo, los resultados que han obtenido son un magnífico hilo del que tirar hasta que por fin la ciencia consiga ganarle la batalla a esta terrible enfermedad.