No importa lo mucho que los científicos y los divulgadores de la ciencia se esfuercen en dar a conocer  los peligros del uso de homeopatía. Mientras muchos de estos tratamientos sigan siendo legales, buena parte seguirá poniéndose en las peligrosas manos de naturópatas como la canadiense Anke Zimmermann, quien el pasado mes de febrero publicaba orgullosa en su blog cómo había tratado los problemas de conducta de un niño de cuatro años  administrándole la saliva de un perro rabioso.

Ya de por sí sus declaraciones, exentas de remordimiento, parecen una atrocidad, pero lo es aún más el hecho de que sea un tratamiento frecuente, que resulta legal en Canadá.

Su nombre comercial es Lyssinum y basta con una breve búsqueda en Google para encontrarlo a la venta por algo menos de 7 euros.

Lógicamente, la comunidad médica y científica canadiense y de otras partes del mundo ha reaccionado muy negativamente a este tratamiento, que no sólo no tendría ningún beneficio frente a los problemas conductuales de un niño; sino que, además, podría ponerlo seriamente en peligro.

Los peligros de la rabia

Posiblemente, la idea de usar la saliva de perros rabiosos como tratamiento provenga de la historia de la primera vacuna contra la rabia.

Dicha vacuna fue desarrollada por Louis Pasteur y probada por primera vez con éxito en 1885, cuando una madre acudió a su laboratorio acompañada de su hijo, que había sido contagiado después de que un perro rabioso le mordiera.

Pasteur llevaba mucho tiempo investigando una vacuna contra esta enfermedad. Para ello, extraía el virus del tejido nervioso de conejos muertos por su causa y lo debilitaba, para después inocularlo a pacientes enfermos. De este modo, aunque el virus debilitado no podía causar síntomas, sí que favorecía la producción de anticuerpos específicos para luchar contra él. Hasta aquel día no había probado la vacuna con ningún ser humano, pero la desesperación de aquella madre lo animó a intentarlo.

El resultado fue un éxito y llevó a la vacuna que a día de hoy se suele administrar a los perros para prevenir el virus, pero no tiene absolutamente nada que ver con este tratamiento homeopático. Por el contrario, este método podría contagiar a los paciente con un virus tan mortal como la rabia.

Según Zimmermann, el pequeño había sido previamente mordido por un perro y mostraba síntomas característicos de los enfermos rabiosos, como problemas para dormir, mal comportamiento en clase, gruñidos y aversión al agua. También podría compararse con las rabietas lógicas de un niño de su edad, pero ella pensó que la mejor forma de tratarlo sería el uso de Lyssinum.

Pasteur también comenzó administrando a un conejo la saliva de un niño enfermo de rabia, pero el animal pronto se convirtió en uno de los fallecidos a los que extraía su tejido nervioso; por lo que, lógicamente, no resultó muy efectivo.

El caso ha sido publicado por The Washington Post y The Huffington Post, aunque dichos medios no han podido contactar con la naturópata para conocer los pormenores de la historia. La que sí ha podido ser entrevistada por The Huffington Post ha sido la vicedirectora del Colegio de Médicos Naturópatas de la Columbia Británica, Phillipa Stanaway.

Según ella, Anke Zimmermann es licenciada en naturopatía y el Lyssinum es un tratamiento legal en su área de trabajo. Todo esto es cierto, pero ese es el problema precisamente, que sea tan fácil acceder a un tratamiento tan peligroso.

Afortunadamente, en España cada vez son más las personas y organismos que se dedican a frenar este tipo de técnicas, pero aún falta mucho para que podamos vivir en un país libre de pseudociencias y terapias alternativas. Hasta entonces, es muy importante estimular el pensamiento crítico de la población. Así podrán salvarse muchas vidas.

Noticias relacionadas