Lejos de discutir si la creatividad u otras habilidades dependen de que usemos un hemisferio cerebral u otro, como se solía decir en el conocido mito de cerebro-izquierdo, cerebro-derecho desmentido en más de una ocasión por los científicos, sí había algo que se tenía más o menos claro a este nivel: ser diestro o zurdo depende del cerebro. Sin embargo, un nuevo estudio acaba de poner patas arriba este concepto. 

Esto no quiere decir que la condición de zurdo y diestro no estén relacionadas con el cerebro. Se sabe, por ejemplo, que tras sufrir un ictus un individuo zurdo tiene más probabilidades de recuperar el lenguaje que uno que no lo es. Esto se debe a que la zona cerebral del lenguaje reside en el hemisferio izquierdo específicamente, pero un 30% de los zurdos pueden tener dicha propiedad repartida entre ambos hemisferios, o incluso tenerla solo en el hemisferio derecho (por lo que un ictus izquierdo no les afectaría al lenguaje).

Sin embargo, la preferencia por ser zurdo o diestro parece que no reside en el cerebro, como pensábamos hasta ahora. Al menos así lo desmiente el reciente trabajo publicado en eLife a cargo de la Universidad del Ruhr en Bochum en colaboración con el Instituto Max Planck de Psicolingüística y la Universidad de Radboud de Países Bajos y el Centro de Investigación Wellenberg de la Universidad de Stellenbosch, en Sudáfrica.

El origen de la preferencia 

Según los resultados de este trabajo, el verdadero lugar de origen para la preferencia por usar una mano u otra, es decir, ser zurdo o diestro, sería la médula espinal y no el cerebro como tal. Y así lo demuestra la actividad de los genes de la médula, la cual ya es asimétrica en el útero materno.

Anteriormente ya se sabía que la preferencia por una mano u otra empezaba en el útero, apenas con ocho semanas de gestación, algo que ya se descubrió en la década de 1980. Posteriormente, a partir de la semana 13 de embarazo, los niños ya empiezan a preferir chupar un pulgar determinado (derecho o izquierdo).

En un 7-10% de los casos, esa preferencia recae en la mano izquierda, dando lugar posteriormente a individuos zurdos. Teóricamente los movimientos tanto del brazo como de la mano residen en la corteza motora cerebral, la cual envía una señal a la médula espinal, y esta la traduce en una orden de movimiento. Y aquí es donde ha residido el fallo de concepto hasta ahora.

La corteza motora cerebral no está conectada a la médula espinal desde el principio de la formación del organismo humano, sino que antes de que se desarrollen todas las conexiones, los movimientos de las manos en el útero ya son evidentes. Por ello estos investigadores han asumido que la preferencia por una mano u otra no residiría en la corteza, desconectada aún cuando se mueven las manos en el útero materno, sino precisamente en la médula espinal.

Razones de un hallazgo

Para confirmar su hipótesis, los investigadores analizaron la expresión de los genes de la médula espinal entre la octava y la duodécima semana de embarazo e intentaron detectar diferencias entre las conexiones hacia un lado u otro (derecho o izquierdo) desde la misma octava semana, cuando los segmentos de la médula que controlan los movimientos se desarrollan.

Y sí, resulta que la actividad genética también es asimétrica desde esas primeras etapas de embarazo. Pero hay algo más, y es que también han relacionado factores epigenéticos (ambientales) en la preferencia por una mano u otra. Es decir, habría factores ambientales que conducirían a una mayor o menor expresión genética de un lado u otro de la médula, aunque los autores no han podido determinar qué factores causarían la asimetría.

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