Los métodos de crianza de los hijos pueden variar sobremanera entre unos padres u otros, y más si cabe si comparamos culturas. Evidentemente todos los padres intentan que sus hijos tengan éxito en la vida, y muchos de ellos tienden a ser duros e incluso agresivos en su crianza creyendo que así prepararán a sus hijos para el mundo adulto. Pero no, esto no es una buena idea.

Al menos así se sugiere en la reciente publicación Child Development a cargo de Rochelle F. Hentges y sus colegas de la Universidad de Pittsburgh, en la cual se afirma que ser excesivamente agresivo o duro en la crianza puede no solo ser contraproducente a nivel psicológico, sino que incluso puede llevar a los hijos a abandonar los estudios.

Es bien sabido que los abusos infantiles tienen un gran calado a nivel psicológico al llegar a la edad adulta, siendo causantes incluso de trastornos de la personalidad u otras enfermedades mentales crónicas.

Según la investigación llevada a cabo en Maryland con 1.500 adolescentes, resultó que aquellos cuyos padres les gritaban de forma regular, o les amenazaban con castigos agresivos, se volvían más propensos a abandonar el instituto o la universidad en comparación con sus otros compañeros. Del mismo modo, el grado de gritos o agresividad recibida durante la infancia resultaba independiente de estos resultados.

Pero la cosa no quedaba aquí, y es que los adolescentes además resultaban ser más propensos a llevar a cabo comportamientos de riesgo, como por ejemplo relaciones sexuales demasiado precoces, peleas o incluso llegar a cometer delitos como robos.

En busca de la razón del abandono escolar

Ya en antiguas investigaciones se había llegado a la conclusión de que los ambientes hostiles hacen un flaco favor al éxito en los estudios, pero en este estudio el objetivo más bien era buscar el por qué de estas tasas de abandono.

El problema no sería el colegio o los estudios en sí, sino que hay algo más de fondo: Los padres, concretamente los padres agresivos con sus hijos, un trasfondo que no se había investigado tan específicamente hasta ahora según comentan los científicos.

Evidentemente recibir gritos durante la infancia no es la causa directa del abandono escolar, las cosas son bastante más complejas que esto, y correlación no implica causalidad. Lo que sí podemos saber a partir de este estudio es que ser agresivos con los hijos, ya sea en forma de gritos, amenazas o incluso duros castigos no solo puede originar daños psicológicos sino también académicos, o al menos tienen cierta relación.

Durante el estudio los investigadores trataron de controlar posibles sesgos u errores a partir de tener en cuenta factores como los antecedentes socioeconómicos, los resultados de los exámenes o las notas medias de los adolescentes analizados.

Para ello, se analizaron datos de 1.482 adolescentes de Maryland, cerca de Washington DC, desde los 12 años hasta los 21 años. Periódicamente se les preguntaba sobre la agresividad física o verbal de sus padres hacia ellos, sobre sus relaciones con sus compañeros, sobre su participación en peleas, e incluso sobre sus comportamientos sexuales. Al final del estudio tenían que hablar sobre su éxito en los estudios durante esos años.

Según los resultados, el trato duro por parte de los padres durante la infancia y la adolescencia (gritos, golpes, amenazas físicas o verbales) se asociaba a adolescentes más propensos a considerar a sus amigos más importantes que sus padres, y a ser más proclives al fracaso escolar. Las niñas eran más propensas a llevar a cabo conductas sexuales de riesgo, y los niños eran más propensos a la delincuencia, según este estudio.

La inteligencia no es importante

Todo esto, a su vez, se asociaba con un menor rendimiento escolar y a unas mayores tasas de abandono tanto en el instituto como en la universidad, independientemente de la inteligencia de los adolescentes o de sus padres.

Según Hentges y sus colegas, los resultados reflejarían claramente una teoría evolutiva: La supervivencia es dudosa en los ambientes hostiles (como los padres agresivos), por lo que los niños que crecen en ellos se centrarían en las "recompensas inmediatas" en lugar de buscar objetivos a largo plazo (como el éxito en los estudios).

A partir de aquí, los investigadores esperan poder desarrollar mejores programas de intervención a nivel educativo, así como ayudar a los profesores a hacer la educación más atractiva tanto a corto como a largo plazo.