"Salí de clase y tenía el móvil encendido, lo que es raro, y me llamaron y me dieron la noticia", cuenta por teléfono el profesor de la Universidad de Alicante Francis Mojica a EL ESPAÑOL, emocionado después de saber que es uno de los tres galardonados con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, por su contribución a la técnica de edición genética considerada avance del año 2015 por la revista Science y recibida con entusiasmo por toda la comunidad científica, el CRISPR/Cas 9. 

Mojica ni siquiera sabe la dotación económica del premio. "Pero, ¿400.000 euros? como sea eso, no me vais a ver el pelo en una temporada", bromea este microbiólogo, que a principios de los años 90 hizo el descubrimiento que llevó a la herramienta que puede revolucionar la biomedicina y permitir acabar con enfermedades genéticas.

El investigador no podrá desaparecer una temporada, como le gustaría, porque los 400.000 euros del Fronteras del Conocimiento los tendrá que repartir con Jennifer Doudla y Emmanuelle Charpentier, las científicas que, a partir de la investigación básica del ilicitano, consiguieron reproducir en el laboratorio el mecanismo descrito por Mojica en bacterias de las salinas de Santa Pola.

"La contribución de Mojica es importantísima y en ciencia no nos gusta hablar de quién ha hecho más o menos, pero se podría decir que las que tuvieron el momento ¡eureka! fueron ellas", reconoce el director del Centro de Neurobiología del Desarrollo del Medical Research Council en el King's College de Londres, Oscar Marín, que ha ejercido de secretario del jurado del premio.

Quizás esto sea lo que explica por qué otro premio español se saltó en 2015 a Mojica al reconocer la importancia de CRISPR/Cas 9. Fue el Princesa de Asturias -en su categoría de Investigación Científica y Técnica-, que premió sólo a las científica estadounidense y su colega científica. "La situación es muy distinta ahora, yo en 2015 sólo había salido una vez en un periódico, y fue por algo que patentamos, nada que ver con el CRISPR", recuerda Mojica.

El investigador ha comentado que no fue consciente del potencial de su hallazgo hasta que leyó el artículo publicado por Doudna y Charpentier. Ya conocía a las dos, porque aunque CRISPR/Cas 9 ocupa ahora titulares en todos los medios científicos, la parte básica del hallazgo, la que nombró él, llevaba más años llamando la atención a la comunidad.

Lo que Mojica descubrió "por casualidad, como suele suceder", es un comportamiento extraño en el microorganismo Haloferax mediterranei, una bacteria que se defendía de los virus mediante unas secuencias genéticas que se repetían a intervalos regulares. Lo que añadieron las científicas que ganaron el Princesa de Asturias fue reproducir artificialmente ese sistema. En la naturaleza, el mecanismo CRISPR/Cas 9 destruye a los invasores a base de cortar su ADN. Eso, reproducido en el laboratorio, se podría usar como "una potente herramienta de edición genómica que puede ser programada para reconocer cualquier fragmento de ADN", explica Charpentier.

Para los miembros del jurado, toda la historia en torno a este descubrimiento es el ejemplo perfecto de cómo un descubrimiento de la más pura ciencia básica puede acabar trasladándose a la clínica. Es una de las razones por lo que lo han premiado y también el motivo por el que año tras año suena como candidato al Nobel. ¿Será Mojica el próximo Nobel de Medicina español tras el ya lejano en el tiempo del asturiano Severo Ochoa? "No me gusta ni hablar del Nobel, no se debe, si pasa, será cuando menos me lo espere", explica Mojica intentando conjurar la mala suerte.

Eso sí, el científico reconoce que si la Academia Sueca decidiera premiar el CRISPR/Cas9, a él le gustaría estar ahí junto con la francesa y la estadounidense. "En este caso [el Premio Fundación BBVA] sí había oído algo de que me habían propuesto, en el Nobel esto no pasa", comenta.

El primer congreso en 2008 sobre CRISPR/Cas9 fue precisamente en la casa de Doudna, en la localidad californiana de Berkeley

Si se diera el caso de que Mojica tuviera que viajar a Estocolmo, no sería la primera vez que coincidiera físicamente con las científicas. De hecho, recuerda divertido como el primer congreso en 2008 sobre CRISPR/Cas9 -en el que conoció a Doudna- fue precisamente en la casa de la investigadora, en la localidad californiana de Berkeley. "Éramos como diez personas; ahora hay que limitar el número de participantes", comenta divertido. Un par de años después, conoció a Charpentier.

Los tres han declarado estar "emocionados" por las aplicaciones potenciales de esta herramienta de edición genética. Doudna cree que las primeras aplicaciones serán en enfermedades como la anemia falciforme o en algunas patologías de los ojos. 

Pero si hay una dolencia en la que el CRISPR/Cas9 puede marcar la diferencia es el cáncer. De hecho, China ya ha empezado un ensayo clínico para investigar su utilidad en el cáncer de pulmón y EEUU ha autorizado pruebas con el mismo fin. "No sería para curarlo directamente, sino que se dirigiría a las mutaciones, es lo más emocionante", reconoce la científica estadoundiense, que se muestra cauta al afirmar si será exitodo o no. "Hay que esperar". 

Mientras se demuestra que el CRISPR/Cas9 dará todo lo que parece, la ciencia espera también que el próximo mes de octubre tres nombres se pronuncien en  la Real Academia de las Ciencias de Suecia: Charpentier, Doudna y Mojica. El próximo mes de junio, en la sede de la Fundación BBVA, podrán ensayar sus discursos de agradecimiento. 

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