Hablar de neumonía en general es un ejercicio de vacuidad. Esta infección pulmonar puede ser tan grave como para provocar la muerte -8.845 casos en España en 2014-, pero también sanar con un simple tratamiento antibiótico. Así, es imposible -sin acceder a su historial médico- conocer qué repercusión tendrá en la candidata demócrata a presidenta de EEUU la patología que le detectaron este viernes.

Pero sí hay rasgos generales que se pueden resaltar. En primer lugar, que se trata de una enfermedad potencialmente grave y mortal y que esa condición es común a países pobres y ricos. Las cifras en España lo demuestran: además de las muertes, cuatro veces superiores a las de fallecidos por accidentes de tráfico, es causa de numerosas hospitalizaciones, que ascendieron en 2014 a 115.723.

En segundo lugar, hay que destacar que son muchas las causas detrás de ella. Tanto bacterias como virus u hongos pueden provocar una infección que, a su vez, inflama los alvéolos pulmonares, lo que hace que este órgano se llene de moco y se haga difícil respirar.

Que pueda tener hasta 30 causas, según la Asociación Americana del Pulmón, no quita para que algunas sean más frecuentes que otras. La reina de todas ellas: la bacteria Staphylococcus Aureus, más conocida como neumococo. Así lo confirma a EL ESPAÑOL Ángel Gil, catedrático de Medicina Preventiva de Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos.

Las neumonías víricas y bacterianas difieren en evolución. Aunque ambas cursan con fiebre alta, las primeras acaban produciendo un empeoramiento de la tos y suelen ir acompañadas de menos moco; la falta de respiración que se incrementa con el tiempo puede provocar que se amoraten los labios. "Las víricas tardan más en recuperarse pero suelen ser menos graves", comenta. 

Además de un examen físico, el diagnóstico de neumonía suele requerir de una radiografía de tórax que, en ocasiones, se ha de acompañar de pruebas adicionales. 

Evolución variable

La evolución de la neumonía también varía según la causa y el paciente al que afecte. En este sentido, es importante destacar la edad como elemento agravante. En concreto, se considera que es una patología de riesgo a partir de los 65 años, edad que supera la política estadounidense. "En este grupo de población, la mortalidad es del 17%", resalta Gil que, sin embargo, se atreve a vaticinar que no será el caso de Clinton.

"Lo normal es que le hayan cogido a tiempo, le hayan puesto dosis altas de antibióticos [en el caso de ser la más común, de las bacterianas] y en una semana o diez días esté exactamente igual que antes del diagnóstico", explica el experto, que confirma que a la candidata "no le quedará ninguna secuela" de esta común infección.

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