Reconozcámoslo: las propuestas electorales se desdibujan una vez superado el 26J. El mar de mítines, debates y entrevistas se mezclan con la resaca que nos queda de diciembre y con el rompecabezas de pactos y negociaciones. Pero el nuevo gobierno no podrá pasar por alto una cuestión que sí quedó en el tintero durante la campaña: la mujer.

En todo el mundo, también en España, varias iniciativas están cogiendo fuerza en la defensa de un tema que, a pesar de afectar al 50% de la población, todavía está muy en el fondo de las prioridades políticas: el impuesto a los productos de higiene femenina.

"El Gobierno recauda dinero a través de nuestra menstruación, más que el necesario. En el marco de la Unión Europea no se puede bajar al 0%, pero pedimos el impuesto superreducido, porque los tampones son un producto de primera necesidad", cuenta a EL ESPAÑOL Auxi Barea, community manager de La Despensa, la agencia de publicidad encargada de poner en marcha Tampons from Canada, una campaña que tiene como objetivo que el gobierno que se forme en los próximos meses en España establezca el IVA superreducido para los productos de higiene femenina; el 4% en lugar del 10% actual. Si no lo consiguen, harán un macropedido de productos para la menstruación a Canadá, donde no están gravados.

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La iniciativa española surgió precisamente a raíz de que el anterior gobierno canadiense eliminara totalmente el pasado julio las tasas a tampones, compresas y copas menstruales: "Nosotras ya estábamos preocupadas. ¡Tienen el mismo IVA que el caviar o el autobús! Así que cuando vimos la noticia nos preguntamos: si son más baratos, ¿por qué no los compramos allá?", añade Barea, "No lo hacemos por ahorrarnos cinco euros, sino por concienciar de que no es justo y de que se trata de un impuesto machista". Por el momento, 1.666 personas se han unido al macropedido.

"Cualquier tampón, producto sanitario o de higiene personal, como bienes sociales, deberían tener un impuesto superreducido, no sólo el reducido", declara a este periódico el ginecólogo Pluvio Coronado, del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Celia Blanco, periodista y colaboradora de este diario, inició la misma petición en change.org, dirigida a los principales líderes políticos. "Quiero que llegue al hemiciclo y que lo tengan que votar", cuenta Blanco a EL ESPAÑOL, "y quiero estar ese día en el Congreso y ver la cara de Soraya, ver si hay disciplina de voto. Quiero ver cómo pringan todos los partidos de una cosa -la menstruación- de la que yo no puedo escapar".

Por el momento, 130.421 personas la han firmado, pero la Ley Orgánica de la Iniciativa Legislativa Popular establece que son necesarias 500.000 firmas para que la Mesa del Congreso de los Diputados la examine.

"Se calcula que las mujeres gastamos 7.000 euros a lo largo de la vida en tampones y compresas", explica la periodista, "y si por lo menos nos enseñaran alternativas como la copa, que compramos una y nos dura diez años... pero claro, yo creo que al Estado no le conviene que sólo paguemos ese IVA una vez".

Entre los partidos políticos, Unidos Podemos incluyó en su programa electoral la medida de bajar esta tasa, aunque Pablo Iglesias no ha contestado a la carta que Blanco le mandó a través de la petición. Por su parte, Alberto Garzón fue el primero en responder.

Garzón explicó en su respuesta que el programa de Izquierda Unida ha recogido esta disposición desde las elecciones general de 2011, así como en los comicios del pasado 20 de diciembre.

Pedro Sánchez, cuyo partido no incluyó la medida en el programa, contestó a la petición en la plataforma una hora antes de que acabara la jornada de reflexión, apoyando la medida pero recalcando que Europa tendría que decir algo al respecto.

La respuesta de Pedro Sánchez en la plataforma.

Marta Martín, diputada por Alicante y portavoz de la Comisión de Igualdad de Ciudadanos tras el 20D, defiende la posición que mantiene su partido: "En concreto en el tema de los materiales de higiene femenina lo que nos parece absurdo es que la mitad de la población tenga la regla y eso se considere un lujo. Yo no entiendo cómo todos no nos ponemos de acuerdo", cuenta a este diario. "No lo llevamos en el programa electoral porque eran 300 medidas muy concretas y no lo recogimos, pero tenemos la Proposición No de Ley hecha que, en su momento, llevamos al Congreso y volveremos a llevar".

Martín señala otra cuestión que pone en duda la igualdad entre hombres y mujeres como consumidores: la "tasa rosa", o el hecho de que los productos similares (como champús, cremas, cuchillas o desodorantes) sean más caros en la versión femenina que en la masculina. "Proponíamos que se realizaran estudios en España sobre esto, como se ha hecho en otros países como Francia, y que si realmente era así se impusieran medidas para corregirlo. El ejemplo más típico son las maquinillas de afeitar. ¿Por qué una maquinilla para hombre vale menos que una para mujer? ¿No tienen el mismo fin?".

Una lucha global

Al otro lado del Atlántico, no sólo Canadá facilita la compra de estos productos: el ayuntamiento de Nueva York ha aprobado por unanimidad entregar productos de higiene menstrual en escuelas, cárceles y albergues. Aún debe ser ratificado por el alcalde, Bill de Blasio, quien ya ha manifestado que "los tampones y compresas no son un lujo, son necesidades".

Los defensores de lo que se conoce como "igualdad menstrual" reivindican que el coste de tampones y compresas supone un coste adicional para las mujeres que en muchos casos, si se trata de personas con bajos ingresos, no se pueden permitir, y no sólo en Nueva York sino en todo Estados Unidos.

En Francia, Reino Unido, Alemania o Italia también han surgido varios colectivos que luchan contra la tasa rosa y contra el impuesto a los productos para la menstruación, el cual sí que está sufriendo algunos cambios: la Asamblea francesa, por ejemplo, aprobó en diciembre bajarlo del 20% al 5,5%, el mínimo que exige la Unión Europea.

Concentración contra los impuestos al tampón en Londres. Axe the Tampon tax

Actualmente la Unión Europea impide añadir nuevos artículos a la lista de

artículos exentos de IVA, un hecho que los euroescépticos británicos utilizaron para reforzar su argumento de la pérdida de soberanía nacional en Reino Unido. George Osborne, ministro de Hacienda y partidario del Brexit, anunció el pasado marzo que había llegado a un acuerdo con Bruselas para retirar la polémica tasa, aunque en la práctica esta medida aún no se ha hecho efectiva a pesar de la salida del Reino Unido.

La seguridad de los tampones, puesta en duda

El precio no es la única polémica que ha rodeado a los tampones, ni la política es el único campo que parece no prestar suficiente atención a los tampones: la comunidad científica no ha conseguido ponerse de acuerdo sobre el riesgo al que se expone una mujer al utilizarlos.

En 2012, a la modelo Lauren Wasser le amputaron una pierna debido al Síndrome del Shock Tóxico (TSS por sus siglas en inglés), el cual había sido provocado por el uso de tampones de la marca Kotex. Esta empresa, como todos los fabricantes de tampones, advierten al consumidor de un uso prudente de los tampones para evitar la infección, pero Wasser decidió presentar una demanda, alegando que las indicaciones eran insuficientes: "Sabes que los cigarrillos pueden matarte", declaró a VICE, "así que si los consumes es algo que eliges. Si hubiera sabido que el TSS podría matarme, nunca los hubiera usado".

A principios de 2014 la joven Jemma-Louise Roberts, de 13 años de edad, falleció en Liverpool tras ser ingresada con síntomas de diarrea y vómitos. En un principio, los médicos lo relacionaron con un virus estomacal, pero cuando el estado de la pequeña fue empeorando señalaron que Roberts padecía TSS. Su madre, Diane Roberts, se ha dedicado desde entones a reivindicar que las jóvenes (en edades tempranas el riesgo es mayor) deben ser informadas adecuadamente de los riesgos.

En junio de este año, un grupo de investigadores del Departamento de Farmacología Clínica de la Universidad Médica de Viena desarrollaron la primera vacuna contra el TSS, publicado en la revista científica The Lancet Infectious Diseases. Ésta fue testada en 46 mujeres y se comprobó que desarrollaban los anticuerpos que combaten la bacteria Staphylococcus aureus, productora de las toxinas que provocan esta patología. "Estamos en el camino correcto para conseguir la vacuna, aunque todavía faltan unos años para que se pueda proveer para un uso clínico", explicó a la revista Science Daily Martha Eibl, especialista en Biomedicina en el Instituto de Inmunología de la Universidad de Viena.

"El tampón se queda dentro con gérmenes que digieren la celulosa y producen sustancias tóxicas. La verdad es que no sé si la vacuna tendría mucho sentido", relata Coronado a este diario, "porque actualmente es muy poco frecuente y los casos que se han dado están relacionados con no cambiarlo. Si la mujer se cambia el tampón no debería haber ningún problema. Antes sí que era más habitual, pero yo creo que han cambiado la composición".

Mucha gente cree que los tampones actuales no presentan ningún tipo de problema. Piensan: 'Eso es cosa de los 80'. Pues no

No obstante, otros especialistas opinan que el riesgo aún es real. Según declaró a VICE el profesor Philip Tierno, de la Universidad de Nueva York: "Mucha gente cree que los tampones actuales no presentan ningún tipo de problema. Piensan: 'Eso es cosa de los 80'. Pues no, incluso hoy en día sigo testificando casos de muerte por este tema".

Los primeros casos se dieron a finales de los 70, probablemente debido a la introducción de materiales sintéticos súper absorbentes -como el rayón- en la composición de los tampones por parte de los principales fabricantes. La multinacional Procter&Gamble (propietaria de la marca Tampax, que comercializa el producto en España) lanzó al mercado el tampón 'Rely', que "absorbía hasta la preocupación" -según aseguraba la caja del producto-, con poliéster y carboximetilcelulosa además de algodón.

Según un artículo publicado en la revista de Yale Biology and Medicine, perteneciente al Centro Estadounidense para la Información Biotecnológica, las causas de una posible infección estarían, en primer lugar, en el medio viscoso que proporciona la carboximetilcelulosa, ideal para que crezca la bacteria. Como segunda causa se señala el cambio en el pH de la vagina que tiene lugar durante la menstruación: de un 4,2 a un 7,4, mientras el pH óptimo para el desarrollo del germen es 7 (pH neutro). Como último factor se apunta el hecho de que el tampón introduzca dióxido de carbono y oxígeno, favoreciendo la reproducción del microbio.

Sin relación directa

Sin embargo, los científicos no han conseguido demostrar una relación directa entre el uso de tampones y la infección, a pesar de los numerosos casos de infección en mujeres derivados del uso de este producto, lo que Jeffrey Davis, epidemiólogo del estado de Wisconsin consideró "algo más que una coincidencia", según recoge el artículo mencionado.

Otro de los carteles de Tampons from Canada. Cedida

Tampax publicó en 2015 la composición del producto, desconocida hasta entonces. Incluye materiales como algodón, rayón, plástico, poliéster, polipropileno y polietileno. Según recoge VICE, el uso de algunos materiales de los que se utilizaron en los 70 y 80 fueron prohibidos, y por lo tanto retirados de la composición.

Dicha marca explica en sus indicaciones la advertencia de cambiarse el tampón cada cuatro-ocho horas, aunque añade: "También se puede eliminar prácticamente el riesgo de Síndrome del Shock Tóxico menstrual no usando tampones". Además, las marcas recomiendan retirar inmediatamente el tampón y acudir al médico si aparecen los síntomas propios del SST: fiebre alta, mareos, vómitos, dolor muscular, diarrea o desmayo.

Por su parte, la marca Kotex declara en su página web: "Si estuviera demostrado de manera científica que el uso de tampones provoca shock tóxico obviamente no estarían a la venta en forma libre. Como prevención, se recomienda cambiar el tampón con la frecuencia adecuada, no dejarlo más de cuatro horas".

Alternativas a los tampones

En el mercado compiten nuevos productos que amenazan con desbancar al tampón: las esponjas marinas, la ropa interior antimanchas, las compresas reutilizables o la copa menstrual. La CUP de Manresa llevó esta última alternativa al pleno del ayuntamiento por ser "más respetuosa con el cuerpo de la mujer".

La ginecología todavía no se ha pronunciado al respecto: "De momento no hay evidencias científicas de que la copa u otras alternativas sean mejores", concluye Coronado, "pero claro, los nuevos productos llevan poco tiempo, quizás más adelante descubramos más cosas. A mí, personalmente, me parecen más guarradas que el tampón, pero creo que cada mujer debe utilizar lo que le resulte más cómodo".

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