Llamar sustancia al veneno que emana del aguijón del escorpión amarillo o Tityus serrulatus es quedarse muy corto. Si alguien tiene la mala suerte de sufrir una picadura de este arácnido, relativamente frecuente en Brasil, recibirá también una mezcla de mucosidad, sales inorgánicas, lípidos, aminas, nucleótidos, enzimas, inhibidores de la  calicreína, péptidos natriuréticos, proteínas de elevado peso molecular, péptidos, aminoácidos libres y neurotoxinas.

Se trata de un cóctel letal, como lo definieron investigadores de la Universidad de São Paulo en un estudio publicado en la revista Toxicon en diciembre de 2015. Ahora, científicos del mismo centro describen, sólo en ratones, lo que podría ser una solución muy asequible para este veneno. 

Según el trabajo publicado en la última edición de Nature Communications, algo tan ampliamente utilizado como los antiinflamatorios no esteoroideos (AINEs, la familia de fármacos a la que pertenece, entre otros, el ibuprofeno) podría revertir la acción del veneno del escorpión amarillo o, al menos, funcionar como una terapia adyuvante. 

Hasta ahora, el único tratamiento disponible para esta picadura es un antisuero que sólo protege parcialmente y que, además, puede causar anafilaxia, una grave reacción alérgica, pero lo que los investigadores liderados por Lúcia Helena Faccioli, han descubierto podría cambiar las cosas.  

Su hallazgo ha sido posible gracias a varios grupos de entre cuatro y seis ratones de laboratorio, a los que inyectaron diversas dosis del veneno. Lo que vieron es que éste inducía una potente respuesta inflamatoria en los pulmones, lo que llevaba al encogimiento de los mismos y a la muerte por pérdida de capacidad respiratoria.

Los investigadores contaban con una pista previa. "Algunos informes describen que el envenenamiento por picadura de escorpión en humanos puede provocar edema pulmonar, aunque no se describen los mediadores implicados en este caso", comenta Faccioli a EL ESPAÑOL.

Indometacina al rescate

Una observación llamó la atención de los investigadores; por supuesto, no todos los ratones morían y los que sobrevivían tenían una característica común: carecían de unos componentes genéticos específicos en el inflamasoma, el complejo multiproteico que inicia la inflamación o de unas enzimas específicas que producen prostaglandina E2, lo que incrementaba la inflamación. 

Además, los animales a los que no les faltaban estos componentes pudieron ser rescatados del efecto letal del veneno con la administración de indometacina, un antiinflamatorio muy utilizado (en España se comercializa en 13 productos) que bloquea la síntesis de la prostaglandina, un grupo de moléculas que implica un aumento de la inflamación. "Nadie había sugerido indometacina o drogas antiinflamatorias similares para tratar el edema pulmonar en pacientes envenenados", afirma la investigadora.

Lo que sugieren estos resultados es que los fármacos a cuya familia pertenece éste último, los AINEs, podrían ser una alternativa terapéutica a las picaduras de escorpión. Además, el trabajo ha servido para identificar la acción perjudicial del veneno sobre los pulmones, lo que también podría ayudar a diseñar nuevos tratamientos. 

"Hace unos cinco años empezamos a estudiar cómo el veneno del escorpión induce la inflamación", afirma Faccioli. "Una vez comprobamos que en el veneno del escorpión produce edema pulmonar, decidimos investigar precisamente los mecanismos de dicha afección".

De momento, la siguiente etapa de esta investigación deberá pasar por nuevas pruebas en células sanguíneas y plasma humano, y si el resultado es prometedor se propondrá un tratamiento. Por tanto, Faccioli es aú prudente: "El uso de fármacos antiinflamatorios sólo es una terapia adyuvante y el uso del antisuero es obligatorio", subraya, aunque está convencida de que los medicamentos antiinflamatorios como la indometacina disminuirán la morbilidad de envenenamiento".