Georges Guillain y Jean-Alexandre Barre rondaban los 35 años de edad cuando estalló la I Guerra Mundial. Además de una edad similar, ambos eran médicos y fueron al frente a atender a los heridos. Guillain dirigía la unidad neurológica del Sexto Ejército francés y Barré pasó a formar parte de la misma.

Además de numerosos dramas que no pasaron a la historia, los galenos observaron sendos casos que llamaron su atención: los de dos soldados que sufrían una parálisis parcial de la que se recuperaron espontáneamente, según cuenta la leyenda gracias a unos exhaustivos cuidados basados en costillas de cerdo y clarete. Uno de ellos se cayó mientras se ponía la mochila y no fue capaz de levantarse hasta varios días después. 

La descripción de estos episodios y otros similares, junto con las características fisiológicas de los pacientes -se apreciaba una reducción en los reflejos y un aumento del nivel de proteínas en el fluido cerebroespinal, pero sin la subida de glóbulos blancos que solía acompañar a este fenómeno - llevó a la publicación de un estudio con tres firmantes: ellos dos y otros médico militar, André Strohl. 

La observación pasó a ser considerada enfermedad en 1927 y se bautizó con el nombre de sus descubridores. Sin embargo, Strohl quedó fuera de la denominación y no hay datos del porqué. Es uno de los primeros misterios que acompañan al síndrome de Guillain-Barré (SGB), pero sólo el primero de muchos. 

Una causa difusa

Cerca de cumplir los 90 años, el SGB vuelve a estar de moda, aunque los neurólogos no han dejado de ver casos durante este tiempo. "Solemos ver alguno casi todos los meses", comenta a EL ESPAÑOL el coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades neuromusculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Jesús Esteban. 

Entre los misterios que rodean a esta enfermedad destaca el principal, que no es otro que su causa. No hay una única razón identificada y, como resalta este experto, son muchas las circunstancias a la presencia de este síndrome, que pertenece a la categoría de las llamadas enfermedades autoinmunes. 

Detrás de esta clasificación se encuentran todas las patologías que son provocadas por las propias defensas del organismo que, en este caso, atacan al nervio periférico, a las prolongaciones del sistema nervioso. "Es un daño mediado de forma inmunológica", aclara el experto. 

Hace años ya que se sabe que las infecciones pueden desencadenar SGB aunque no hay un nexo causal claro. "Se ha visto que un porcentaje amplio de los afectados había tenido previamente infecciones respiratorias o gastrointestinales, aunque hubieran sido benignas". También por bacterias como la Campylobacter jejuni, que tiene unas proteínas en su superficie similares a las que rodean al nervio, lo que hace a las defensas equivocarse y atacar al propio organismo. 

Pero Esteban señala que las infecciones no son la única causa detrás del SGB. "Hay más factores que hacen que se produzca", reflexiona. De hecho, este síndrome era previamente conocido como uno de los escasísimos y muy poco frecuentes eventos adversos de la vacunación, pero también se ha ligado a algunas cirugías. 

Síntomas variados

Al dañar los nervios, el SGB provoca distintos síntomas que, al igual que las causas, no son uniformes. Oscilan, comenta el portavoz de la SEN, entre simples trastornos sensitivos o acorchamiento de las extremidades hasta problemas motores causados por la debilidad muscular o respiratoria. 

Y he ahí el principal problema. Aunque se trata de una patología que se suele resolver de forma espontánea, es decir, "con una evolución autolimitada", presenta un 5% de mortalidad y, en ocasiones, deja importantes secuelas, como la necesidad de un respirador o la tetraplejia.

No existen demasiadas opciones terapéuticas y las que hay son delicadas, ya que consisten en desactivar el sistema inmune para que cese en su ataque. Es el caso de la plasmaféresis, que implica eliminar o bloquear las proteínas, llamadas anticuerpos, que atacan las células nerviosas. Otro tratamiento similar es la inmunoglobulina intravenosa. 

El resto de aproximaciones están encaminadas a reducir los síntomas y, como todo en esta enfermedad, varía según la severidad de los síntomas y puede llegar a implicar la colocación de un respirador y otras medidas de soporte vital.

¿La relación con el Zika?

El Zika ha vuelto a poner la mesa este síndrome aunque, como ocurre con la microcefalia, aún no se ha demostrado la relación causal entre esta infección y el trastorno neurológico. 

Pero el hecho es que varios países han notificado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) un aumento de casos con respecto a los registrados antes de la epidemia del Zika. Así, Colombia, Venezuela, la Martinica, El Salvador y Brasil han dado de momento la voz de alarma. 

El organismo sanitario no ha establecido un papel causal al agente, aunque Esteban comenta que "no sería raro que el virus pudiera afecta al sistema inmunológico". Como con la microcefalia, hace falta esperar hasta que haya evidencia científica al respecto pero, mientras tanto, poco se puede hacer más allá de prevenir la picadura del mosquito transmisor del Zika. 

Eso sí, la vigilancia epidemiológica se ha convertido en una prioridad. Y la enfermedad que se descubrió en el frente francés de la I Guerra Mundial vuelve a las trincheras en Latinoamérica. 

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