Pedro Pérez Segura es oncólogo en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid. A lo largo de su carrera ha atendido numerosos casos de cáncer. Ha sido testigo, por tanto, de la difícil convivencia de los pacientes con sus tratamientos, principalmente radio y quimioterapia.

Aún así, el médico no pudo más que reaccionar con sorpresa cuando a uno de sus enfermos, un hombre con un cáncer de pulmón avanzado, le empezaron, literalmente, a crecer tetas. "Estaba con quimio y empezamos a ver alteraciones hormonales, que acabaron en el aumento de sus glándulas mamarias; era algo extrañísimo, que no cuadraba con nada y le hicimos muchísimas pruebas, por si tenía alguna lesión en el cerebro", recuerda el especialista, portavoz también de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Tras varios intentos "en los que no se encontró nada", llegó el momento de tirar la toalla. Pérez Segura se reunión con el paciente y le dijo que no sabía por qué le estaba pasando eso. "¿Hay algo que no me hayas contado?", añadió. El enfermo mantuvo su silencio, pero no así su hijo, que lo acompañaba. Sí, había algo que no habían comentado con su médico y ese algo era el veneno de alacrán, un tratamiento alternativo o complementario que se desarrolló en Cuba y que promete acabar con los efectos secundarios de la quimioterapia. 

"Es un remedio natural que tuvo una época, yo creo que ahora la gente ha ido aprendiendo y se vende menos", comenta Pérez, que añade que, tras el episodio, comenzaron a revisar bibliografía científica hasta que dieron con la clave de lo que le pasaba a su paciente. "Vimos que producían una alteración en la prolactina, una hormona que interviene en el desarrollo mamario; en el momento en que suspendió el tratamiento, todo volvió a la normalidad", recuerda. 

Fármacos tóxicos

Para nadie debería ser una sorpresa que los fármacos contra el cáncer son tóxicos. Ni siquiera los más nuevos, como la inmunoterapia, pasan totalmente desapercibidos para el paciente. Siempre muestran algún tipo de efecto secundario. Hace años eran terribles, pero cada vez se manejan mejor. 

Pero si algo tiene esa toxicidad es que se conoce muy bien. Antes de lanzarse al mercado, cualquier fármaco se prueba en distintas fases; primero en animales, después en pacientes sanos y, por último, en distintas magnitudes de los pacientes a los que pretende curar. 

Así, a los médicos les llama mucho la atención cuando se registra un efecto que nunca habían visto, sobre todo si es en fármacos ampliamente utilizados. En ocasiones, se repite el patrón del veneno de alacrán, aunque las sustancias responsables son otras.

El jefe de Sección de Oncología Médica en el Hospital Universitario La Paz, Javier de Castro, ha sido testigo de varios casos. Uno de los que recuerda se dio también en un paciente de cáncer de pulmón. En este caso, lo que hizo que la analítica se volviera del revés fue "una seta de origen asiático". "Tuvimos que parar el tratamiento", destaca el médico. 

Falta de comunicación

El problema de la interacción de sustancias naturales con tratamientos farmacológicos no es nuevo, pero no parece poder ser atajado con facilidad. Un estudio publicado recientemente en la revista Cancer revela que un 60% de los pacientes oncológicos de Oriente Medio (incluyendo el muy occidentalizado Israel) utiliza medicina tradicional de forma complementaria a la basada en la evidencia. 

En una noticia sobre el trabajo recogida en The Lancet, el oncólogo de la Universidad de Illinois es claro al afirmar: "Es importante para los médicos saber qué hierbas están usando sus pacientes o al menos dejarles claro que utilizar sustancias sin que su oncólogo lo sepa puede afectar negativamente la eficacia de la quimioterapia". 

Es importante para los médicos saber qué hierbas están usando sus pacientes

En este sentido, De Castro insiste en la importancia de la comunicación entre el médico y el paciente. El experto considera que cuando los afectados no hablan a su oncólogo de lo que utilizan no es tanto por desconfianza sino porque "no son conscientes" de que esas sustancias puedan tener efectos sobre su tratamiento convencional. 

Pérez Segura discrepa en este punto. "Los pacientes no hablan abiertamente con sus médicos de estas cosas. Por un lado, porque la gente que les recomienda estos remedios les advierte directamente de que no lo hagan. 'Te va a decir que no lo tomes', les dicen. Pero también sucede que les da vergüenza o miedo que les digamos que cómo han podido tomar cualquier cosa sin preguntárnoslo", resume el médico del hospital madrileño. 

Falta de información

Para este especialista, también hay un problema "de desconocimiento por parte del profesional" porque no existe literatura científica sobre la mayoría de las sustancias. "Cuando la hay, la evidencia de su utilidad es baja o bajísima", resume. 

Existen dos sustancias naturales cuyos efectos perjudiciales están muy bien documentados. La primera es el zumo de pomelo, que perjudica la acción del irinotecán, indicado en combinación para algunos casos de cáncer de colon, pulmón o páncreas. La segunda es la Hierba de San Juan o hipérico, también contraindicado en este tipo de quimioterapia. "Lo que hace es que el fármaco no se metabolice correctamente por parte del hígado y que tenga más toxicidad", comenta Pérez Segura. 

Para este oncólogo, el problema es importante. "No se pueden dar datos muy concretos porque no existen, pero algunos pequeños estudios hablan de entre un 30% y un 60% de pacientes que utilizan terapias complementarias; teniendo en cuenta que es algo que no se comenta con el médico, el porcentaje puede ser mayor", subraya. 

De Castro cree que el paciente español es pasivo y tiende a hacer caso a su médico y a "renunciar a los consejos de amigos y vecinos, que siempre son dados con buena intención". Pero reconoce que se ven casos muy a menudo. 

No les vamos a regañar

Entonces ¿cuál sería la solución? Poco se puede hacer en cuanto a los productos, fuera de la estricta regulación requerida para los medicamentos convencionales. Así, los expertos recomiendan a los pacientes honestidad a la hora de comunicarse con su médico. "No les vamos a regañar", apunta Pérez Segura. 

Pero los oncólogos reconocen también que han de tener en cuenta esta posibilidad, al ser algo tan frecuente. Cómo mejorar esta comunicación dual podría ser un reto tan importante para la oncología como el avance en los tratamientos. "Es una pena tener un paciente al que le pudiera ir bien con la quimioterapia y que ésta tenga que ser interrumpida porque una sustancia de estas ha aumentado su toxicidad. Te estas jugando la curación o una mejoría importante", concluye. 

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