Si eres de esos que tras una borrachera se despierta preocupado por lo que pueda haber hecho el día anterior; de los que, sin recordar muy bien cómo, sabe que se metió en más de un lío; o, sencillamente, de los que hizo cosas que jamás hubiera llevado a cabo sin haber alcohol de por medio, puede que la culpa no sea tuya. 

Un estudio publicado en la última edición de la revista Translational Psychiatry ha descubierto a la que puede ser la responsable de estos desmanes: una mutación del gen receptor 2B de la serotonina, la también llamada hormona del placer. 

Se trata de un gen que está modificado en el 2,2% de la población finlandesa, la estudiada en esta investigación y en una previa que vio la luz en 2010 en la revista Nature. En aquella ocasión, se demostró que las personas con esta mutación -de tipo codón de terminación, es decir, que no determina ningún aminoácido según el código genético- eran más impulsivas; ahora se ve que, además, esto se incrementa tras el consumo de alcohol, aunque sea poco. 

La 'pureza' finlandesa

La razón de haber escogido a la población finlandesa es su relativa pureza, que la hace apta para este tipo de estudios genéticos. Los habitantes del país nórdico se han mezclado poco históricamente. ¿Significa esto que la mutación no está presente en otras poblaciones? Lo que la ciencia ha demostrado es que no, por el momento. "Los hispanos no están afectados", explica el primer autor de la investigación, el psiquiatra de la Universidad de Helsinki Roope Tikkanen. 

Pero no se sabe nada de la presencia de este gen en otras etnias. De hecho, Tikkanen especula con que los rusos también podrían ser portadores "porque la violencia durante la intoxicación etílica es también frecuente en Rusia". 

Además, el investigador apunta a que la mutación pueda haberse extendido por la inmigración. 

Implicaciones prácticas

Este gen del mal borracho tiene más implicaciones que la baja tolerancia al alcohol: según el estudio también está asociado a una dificultad a la hora de regular las emociones, a cambios en el carácter y a la presencia de síntomas depresivos. 

Son tantas las funciones en las que se ha visto involucrado el gen que los investigadores están ahora evaluando la posibilidad de que también tenga que ver con enfermedades somáticas, como la diabetes. Es el siguiente paso de su investigación, según adelanta Tikkanen. 

Una vez identificadas todas las consecuencias de esta mutación, el hallazgo podría tener efectos prácticos, sobre todo para los portadores de la misma. Además de un consejo obvio de mantenerse lejos del alcohol, se podrían intentar desarrollar tratamientos dirigidos a modificar el cambio genético, concluye el investigador finés. 

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