En la actualidad, diversas dietas alimenticias poco comunes –que pueden ser tradicionales o vanguardistas– van ganando adeptos. Una de ellas es la dieta a base de insectos y artrópodos, algo tradicional en algunos países africanos, latinoamericanos y asiáticos, pero ocasional en Europa.
Un insecto en mi comida
El aumento de la ingesta de insectos se debe, principalmente, a sus propiedades alimenticias. Se trata de alimentos ricos en proteínas, vitaminas (especialmente del grupo B) y minerales como sodio, potasio, fósforo y calcio.
Además, contienen aminoácidos esenciales que son necesarios para el organismo y presentan alta digestibilidad, revelándose como una alternativa nutricional valiosa, especialmente en regiones con limitaciones alimenticias.
Los insectos se pueden consumir en diversas formas: huevos, larvas, ninfas, pupas y adultos. Se preparan fritos, en almíbar, con chocolate o al mojo de ajo, entre otras maneras, según las preferencias culinarias de cada región. Por ello, los insectos presentan sabores deliciosos y diversos. Cuando se comen vivos son cremosos, y crujientes si se preparan cocinados.
Alimentarlos cuesta menos
Más allá de sus beneficios para la alimentación, los insectos también ofrecen ventajas económicas para sus productores y vendedores. La principal de todas es que los insectos son una fuente de proteínas más eficiente en términos de recursos y espacio en comparación con fuentes nutricionales procedentes de otros animales. Esto implica que se requieren menos recursos para producir la misma cantidad de proteínas a partir de insectos que a partir del ganado. Alimentar a los insectos es menos costoso que hacerlo para obtener otros alimentos, lo que puede llevar a precios más competitivos para los consumidores.
Al mismo tiempo, los insectos se pueden criar utilizando materiales orgánicos y subproductos de la industria agroalimentaria, lo que reduce los costes de gestión de residuos, promoviendo la economía circular. Esto significa que los insectos pueden aprovechar eficientemente los desechos, lo que contribuye a una mayor sostenibilidad económica y ambiental. Esto ha llevado a la industria alimentaria a producir nuevos productos a base de insectos como barras energéticas, harinas o aperitivos.
Por último, con el crecimiento del mercado global de insectos comestibles, existen oportunidades para la exportación y el comercio internacional de estos productos. Los países con tradiciones de consumo de insectos pueden beneficiarse económicamente al exportar sus productos a regiones donde el consumo está en aumento.
¿Por qué no comemos más?
El principal escollo para el consumo masivo de insectos no es otro que las barreras culturales y legislativas que encuentran estos productos.
Por un lado, las normativas y regulaciones relacionadas con el consumo de insectos son inconsistentes y varían entre países. Algunos países han establecido normativas específicas para el consumo de insectos, pero muchos carecen de una legislación clara al respecto. Esta falta de una regulación coherente y homogénea puede dificultar la comercialización transfronteriza de productos de insectos y crear obstáculos para la expansión del mercado global.
Por otro lado, existen prejuicios culturales hacia el consumo de insectos. Las actitudes negativas pueden ser una barrera significativa para la aceptación de los insectos como alimento y limitar su adopción en ciertas comunidades.
Por si fuera poco, la logística puede afectar la calidad y disponibilidad de los productos de insectos en el mercado. Establecer una cadena de suministro eficiente para la cría, recolección, procesamiento y distribución de insectos requiere mejoras en la infraestructura y las prácticas de manejo.
Finalmente, la seguridad alimentaria y los riesgos para la salud son otro factor crítico a considerar. Aunque muchos insectos son seguros para el consumo humano, es importante garantizar la seguridad y calidad de los productos. Se deben abordar los riesgos potenciales relacionados con la contaminación y la transmisión de enfermedades para mantener la confianza de los consumidores en el producto.
¿El futuro de la alimentación?
Sin duda, los insectos están haciendo su gran entrada en el mundo de la gastronomía y la economía a nivel global, y parece que llegan para quedarse.
Han logrado introducirse en la dieta de muchas regiones. Y no solo como un bocado exótico, para los más aventureros, sino como una fuente de proteínas y nutrientes altamente eficiente y sostenible.
Así que, ¡prepárense para darles la bienvenida a estos nutritivos aliados en su próximo plato!
* Jorge Fleta Asín es profesor iitular de Organización de Empresas, Universidad de Zaragoza.
* Jesús Fleta Zaragozano es catedrático de Medicina. Pediatra, Universidad de Zaragoza.
* María Pilar Rivera Torres es catedrática de Comercialización e Investigación de Mercados, Universidad de Zaragoza.
** Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.