Uno de los pilares de la prevención del cáncer colorrectal es la dieta. Este hecho abre una ventana a la prevención de un tipo de cáncer que en España ocupa el primer puesto en aparición de nuevos tumores, mientras que en cuanto a la mortalidad es superado por el de pulmón, según la Sociedad Española de Oncología Médica. En EEUU, según la American Cancer Society, es la primera causa de muerte por cáncer.

La reducción de la mortalidad de esta enfermedad en nuestro país con respecto a otros se debe a las potentes campañas de detección temprana, además de la concienciación sobre las colonoscopias regulares, que permiten detectar pólipos que suelen ser uno de los primeros síntomas del cáncer de colon. Otro de los motivos que señalan distintos expertos es la dieta mediterránea, según revelan algunos estudios, como el llevado a cabo por la Universidad de California, en EEUU, que la relacionan con una menor incidencia de esta enfermedad.

Por ejemplo, algunas revisiones sugieren que las verduras, la fruta, una dieta rica en fibra, y ciertos micronutrientes podrían proteger de la aparición de este tipo de cáncer. Además, factores como no fumar, ni consumir alcohol en exceso y mantenerse activo, contribuyen igualmente a su prevención.

Lo cierto es que por sí solo, ningún alimento promueve el cáncer de colon, sino que son los malos hábitos alimenticios, junto a la combinación de ciertos alimentos en conjunto, los que pueden aumentar el riesgo. Consumir alimentos ultraprocesados, como evidencia un nuevo estudio que analiza este artículo de EL ESPAÑOL, o carnes procesadas.

Pescados ahumados

El salmón ahumado o distintos pescados azules cocinados de esta manera, han sido relacionados en muchas ocasiones con la dieta saludable. Sin embargo, esto no es cierto. "Las frituras, ahumado o el cocinar a la brasa, generan unas sustancias que favorecen el daño al ADN, provocando mutaciones celulares que pueden convertirse en la antesala de la génesis de tumores", señala José Gallardo, nutricionista especializado en obesidad y sobrepeso.

Los alimentos ahumados son aquellos que han sido expuestos a una fuente de humo, tal y como su nombre indica, por lo general suele proceder de la madera. La técnica de ahumar un alimento se utiliza para cocinarlos y/o aumentar el tiempo de conservación de los mismos. Para ello se calienta madera u distintas plantas, haciendo que el humo se eleve, durante un proceso de combustión lenta, que además aporta distintos aromas a los alimentos.

Al igual que ocurre con los alimentos a la parrilla, durante este proceso se pueden generar compuestos nitrogenados, similares a los que emite la contaminación procedente del tráfico en una gran ciudad (compuesta por dioxinas e hidrocarburos aromáticos policíclicos) o por el fuego de la hoguera. Algunos de estos compuestos son carcinógenos y/o mutágenos, además de posibles disruptores endocrinos, químicos capaces de mimetizar nuestras hormonas y, por tanto, de alterar el correcto funcionamiento corporal y afectar negativamente a nuestra salud.

Los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) se forman por pirólisis o combustión incompleta de materia orgánica que contiene carbono e hidrógeno. La composición de los productos de la pirosíntesis depende del combustible, la temperatura y el tiempo de permanencia a estas altas temperaturas. En concreto, los principales HAP que podrían provocar cáncer son los benzopirenos, sustancias derivadas del benceno, en particular el alfabenzopireno, que una vez dentro del organismo, se convierte en un tóxico capaz de alterar el ADN celular.

Según la Organización Mundial de la Salud, dentro de los principales elementos que provocan cáncer en los alimentos asados y ahumados se encuentran dos carcinógenos en concreto, "los nitritos y las N-nitrosaminas. Estas dos sustancias participan en procesos complejos que favorecen mutaciones genéticas y del ADN tras la exposición con el jugo gástrico y las altas temperaturas de cocción". 

Algunas investigaciones como la realizada por el Instituto Catalán de Oncología, relacionan las nitrosaminas con el riesgo de cáncer gástrico y colorrectal. Un hecho apoyado por otras investigaciones como la de científicos de la Universidad de Cornell en Nueva York, EEUU; o las conclusiones publicadas por el Instituto Nacional del Cáncer.

Fiambre de pavo

La pechuga de pavo suele encontrarse en el super en envases que la relacionan con hábitos de vida saludables, relacionada con palabras como ‘fitness’, ‘light’, ‘dieta’ o ‘bajo en calorías’.

Es el caso del jamón de York o la pechuga de pavo, en cuyos envases ha aparecido tradicionalmente la palabra "fitness", o "silueta", o "bajo en calorías", haciéndonos creer que son más sanos de lo que realmente son y llegando a adquirir fama de saludable. Si bien la carne de pavo se considera saludable, el fiambre ultraprocesado que podemos encontrar en lonchas en el súper no es igual.

La culpa la tienen los porcentajes que manejan estos preparados, que no solo están compuestos de pavo. Si se leen al detalle los ingredientes, algunos de los productos catalogados como lonchas de pavo tan solo cuentan con este ingrediente en un 50%, siendo el otro porcentaje ingredientes de relleno como agua, fécula de patata, jarabe de glucosa, azúcares, leche en polvo, aromas, extracto de especias, entre otros.

El fiambre de pavo, de hecho, está considerado como un alimento ultraprocesado. Según este artículo de EL ESPAÑOL, comer más de cuatro raciones al día de estos productos se relaciona con un aumento del riesgo de mortalidad en un 62%. Además, según la Organización Mundial de la Salud, la carne procesada, en la que se engloba el fiambre de pavo, está relacionada por varios estudios científicos con un riesgo mayor de padecer ciertos tipos de cáncer colorrectales. Por esta razón, el fiambre de pavo nunca debería ser un alimento para todos los días, por mucho que su publicidad esté enfocada a los hábitos de vida saludable.

Mermeladas y confituras

Una amplia revisión de estudios llevada a cabo en 2012 en Reino Unido, elaborada por diferentes universidades, evidencia la relación entre altos índices glucémicos y el aumento de riesgo de cáncer colorrectal. Teniendo en cuenta que las mermeladas y confituras contienen una gran cantidad de azúcar, el consumo diario o continuado de estos preparados no es saludable, a pesar de contener nutrientes, vitaminas y minerales procedentes de la fruta con la que se elaboran.

Por ejemplo, un artículo publicado en Science describe los resultados de una investigación llevada a cabo sobre estos pequeños mamíferos. Los científicos modificaron genéticamente unos roedores, eliminando el gen que codifica la proteína APC, encargada de proteger al organismo frente al crecimiento anormal de las células del colon y el recto. Estos fueron alimentados con una solución de agua endulzada con sirope, encontrando que estos, respecto a roedores que no consumían este alimento azucarado, ganaron rápidamente masa corporal, desarrollando obesidad. También desarrollaban tumores más grandes que sus homólogos tratados con agua.