Si la merluza es el pescado blanco favorito para cocinar en España, y el salmón el pescado graso predilecto, la sufrida lata de atún es una fiel aliada de todos aquellos sin tiempo ni maña para realizar platos más elaborados. Se trata de la conserva más consumida en nuestro país, presente en un 66% de los hogares. Pero aunque suponga un gran aporte de proteínas -25 gramos por cada 100 de producto- y de 'grasas buenas' de tipo omega, abusar de su consumo resultará negativo, debido a los ingredientes añadidos para la conservación.  

Efectivamente, si el atún está conservado en aceite, aunque sea de oliva virgen, su aporte calórico aumentará considerablemente debido a las grasas extra. Y si optamos por la opción más saludable, la conservada al natural, también tendremos que tener cuidado con la sal. Los productos procesados pueden hacernos superar fácilmente los 2 gramos de sodio, equivalentes a 5 gramos de sal de mesa, que recomienda como límite diario la Organización Mundial de la Salud (OMS). Finalmente, el atún contiene inevitablemente cierta cantidad de mercurio, por lo que acostumbrarnos a tomarlo de lata puede facilitar que suframos una intoxicación.

Consumir el atún fresco es por tanto preferible, pero puede echar atrás a muchos consumidores que pasan a toda prisa por el supermercado y temen enfrentarse a recetas complicadas. Para facilitar la tarea, la cadena Mercadona ha lanzado dentro de su gama de pescado fresco envasado un nuevo producto, el 'Atún de Aleta Amarilla'. La rodaja, de unos 230 gramos, está elaborada por la empresa Frime S.A.U. con sede en el Mercado Central de Pescado en Barcelona, una firma especializada en este tipo de atún, también llamado rabil (Thunnus albacares). Es una especie propia de aguas tropicales y subtropicales, y obtenido, según aclaran, mediante pesca al cerco.

El atún fresco es preferible al enlatado al no requerir más ingredientes que actúen como conservantes, pero esta tercera opción, el envasado, sí ha sufrido un mínimo procesamiento alimentario. En concreto, ha sido marinado. Como ocurre con cualquier producto procesado, es importante acudir al etiquetado y comprobar la proporción de materia prima. En este caso, el 95% es atún, por lo que puede ser considerado saludable. Entre los aditivos a vigilar, no obstante, aparece un gramo de sal por cada 100 de producto, por lo que tendremos que planificar el menú para no exceder los límites que comentábamos previamente.

A cambio, obtendremos cerca de 20 gramos de proteínas por la misma cantidad, ya que el pescado fresco o mínimamente procesado es menos denso nutricionalmente que el conservado. Por ese mismo motivo, sin embargo, 100 gramos de esta rodaja de atún nos aportarán algo más de 80 kcal, cuando el atún de lata supera las 120 kcal si es al natural y las 245 si es con aceite. Es una mejor opción para aprovechar las grasas insaturadas saludables, protectoras de nuestra salud cardiovascular, por las que se recomiendan tomar al menos 2 raciones de pescado azul semanales de las 4 que marcan las recomendaciones nutricionales.

"Los ácidos grasos omega-3 juegan un rol muy beneficioso en el organismo, ya que son los encargados de estabilizar el metabolismo de las grasas gracias a que disminuyen el nivel de colesterol LDL, el conocido popularmente como colesterol malo, al tiempo que incrementan los niveles de colesterol HDL, conocido como colesterol bueno", explicaba la doctora María Elisa Calle, en este artículo de la Fundación Española del Corazón.

El atún es rico en vitaminas B y vitamina D, que son esenciales para la salud de la piel y los huesos, por lo que en definitiva es una excelente opción proteica, baja en grasas y con un nulo aporte de carbohidratos. Sin embargo, el problema de la contaminación por mercurio no desaparece. Este pescado no está recomendado para niños pequeños y mujeres gestantes, ya que la contaminación por metales pesados afecta especialmente a la formación del sistema nervioso. Y para el resto de consumidores, no deberían superarse de dos a tres raciones a la semana

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