Durante siglos, los alimentos calientes como la típica sopa o caldo de pollo de la abuela han seguido formando parte de la lista de remedios caseros más usados y recomendados en España. De hecho, la sopa es un remedio casero usado contra enfermedades respiratorias desde el pasado siglo XII, además de otras bebidas calientes como el té, usado tanto en culturas antiguas como en modernas.

Si bien es cierto que no se puede hablar de la sopa de pollo como "tratamiento", diversos estudios sostienen que sí tiene efectos curativos, o que al menos sí colaboran en reducir la sintomatología del resfriado y otras enfermedades respiratorias, como repasaremos en este artículo.

Los líquidos tibios sí tendrían efectos sobre síntomas como la congestión, e incluso algunos trabajos sugieren que podrían estimular en cierta forma al sistema inmune para combatir determinadas enfermedades infecciosas. Insistimos, no es un tratamiento médico al uso, pero tampoco es inútil como se suele creer.

La ciencia tras la sopa

Aunque el mecanismo de acción real es desconocido, un grupo de estudios sí indican beneficios para mejorar los síntomas de estas enfermedades leves.

Por un lado, un estudio publicado en 2008 en la revista Rhinology analizó la toma de una bebida caliente afrutada (como sería el caso de las infusiones como el té) en un grupo de 30 participantes que sufrían resfriado común. Se midieron sus niveles de flujo de aire nasal antes y después de beber la bebida: no hubo cambios en la obstrucción nasal, pero los síntomas subjetivos sí disminuyeron tras beber la bebida.

Algunos de ellos, como la secreción nasal, tos y estornudos se aliviaron con la bebida caliente, pero no se objetivó dicho efecto con la bebida a temperatura ambiente; los investigadores no pudieron concluir cuál era el mecanismo de estos beneficios, pero sugieren que en parte podría deberse al efecto placebo.

Otro estudio, en este caso publicado en la revista Chest en 1978, sugirió que el efecto de las bebidas calientes sobre la mucosidad sería mucho más que efecto placebo. En este caso, los investigadores compararon la velocidad de la mucosidad nasal de 15 participantes antes y después de beber agua caliente, sopa de pollo caliente o agua fría. Los que consumieron líquidos tibios tuvieron más facilidad para expectorar mucosidad mucho más rápido que los que consumieron líquidos fríos. Además, la sopa de pollo parecía ser el líquido más efectivo en este caso.

Una receta saludable

Pero aún hay más. Existen estudios científicos que han analizado la mejor forma de preparar sopa de pollo contra el resfriado: hace casi 20 años, otro estudio publicado en la revista Chest redactó una pequeña guía sobre cómo hacer "sopa de la abuela" como parte de un experimento para determinar si las sopas caseras y enlatadas podrían tener un impacto curativo en los humanos a nivel celular.

Así pues, los investigadores de la Universidad de Nebraska dieron sopa a los leucocitos o glóbulos blancos en unas muestras de laboratorio con el objetivo de analizar si se inhibia la migración de los neutróficos, es decir, si se "calmaban" estas células de defensa. Y así fue: la sopa sí redujo la velocidad de migración de las células, lo que se traduciría en que podrían reducirse los síntomas inflamatorios en los seres humanos cuando se sufre dolor de garganta, resfriado o gripe, entre otros. De nuevo, la sopa sería un tratamiento sintomático.

El efecto se comparó con varias marcas diferentes de sopa enlatada, y en casi todos los casos (exceptuando el ramen con sabor a pollo) hubo éxito, consiguiendo ralentizar el movimiento de estas células. Según los investigadores, esto significaría que la combinación de ingredientes de la sopa y su temperatura sí tendría cierto potencial antiinflamatorio.

Así mismo, los mismos investigadores llegaron a sugerir que los efectos de la sopa irían mucho más allá de ralentizar el movimiento de los glóbulos blancos, y también puntualizan que el estudio se realizó en ambiente de laboratorio y no sobre seres humanos de forma directa. Algunos efectos potenciales no estudiados serían la capacidad de rehidratación de la sopa, o los efectos de comodidad de este caldo cuando uno se encuentra postrado en cama.

Otras bebidas calientes

Por otro lado, no solo de sopa de pollo vive el hombre. Hay otras bebidas calientes que pueden colaborar en mejorar los síntomas del resfriado común. De hecho, en 2018 se publicó un metaestudio en la revista Molecules analizando varios estudios clínicos sobre las catequinas del té y sus efectos sobre el resfriado y los síndromes gripales.

Según los responsables de la revisión, muchos de los trabajos encontraron evidencias de que consumir té verde podría prevenir en cierta forma la aparición de síntomas de resfriado y gripe. También hubo varios trabajos que sugerían que hacer gárgaras con té verde podría prevenir la gripe, pero no ocurriría lo mismo con las gárgaras con agua. Sin embargo, una vez más, el mecanismo de acción que explicaría estos beneficios no se ha descubierto todavía.

Pero, para rizar el rizo, también se han comparado otras infusiones: los tés reales, como el té blanco, té verde, té negro y té oolong provienen de la planta Camellia sinensis; sin embargo, otras infusiones como manzanilla, menta y rooibos no. No está claro si estas otras infusiones de hierbas tendrían los mismos beneficios que los tés derivados de la Camellia.

Para finalizar, muchos de los estudios revisados en 2018 eran pequeños ensayos clínicos con pocos participantes, por lo que los mismos investigadores concluyen que serían necesarios más datos para poder elaborar una correcta evidencia científica respecto al potencial del té frente a los resfriados y síndromes gripales.

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